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San Marcial tuvo tres ermitas

Los sondeos arqueológicos realizados en Las Vistas del Santo confirmarían la existencia de la segunda ermita dedicada a San Marcial en ese lugar

Saúl García 0 COMENTARIOS 21/03/2023 - 13:29

La ermita de San Marcial, en Femés, no fue la segunda en la isla dedicada a este santo, sino la tercera. La primera la erigió Jean de Bethencourt en la costa del Rubicón en 1404 y fue también el primer templo cristiano que se levantó en Lanzarote, que fue destruido un siglo después. Hay documentos y testimonios que avalan la teoría de que existiera un segundo templo en la zona de Maciot.

Después de los sondeos arqueológicos que se realizaron a finales del año pasado, las cosas están más claras. El proyecto de la Dirección General de Patrimonio Cultural, en el que se llevaron a cabo diez sondeos en la zona conocida como Las Vistas del Santo en busca de los restos de la ermita, lo ejecutó la empresa especializada Tegue, con los arqueólogos Jesús Cáceres y Joachim Ehrenhöfer.

Hace casi veinte años, cuando existía la amenaza de construir en esa zona un proyecto de seis campos de golf y urbanizaciones, Marcial Medina, Julián Rodríguez, José Farray y Antonio Montelongo realizaron un trabajo en el que recopilaron datos extraídos de diferentes archivos y documentos que apuntaban ya la posibilidad de la existencia de la ermita y su ubicación exacta.

Los pocos vecinos que había en la zona guardaban en su memoria el relato de sus antepasados sobre la existencia de la ermita. El Cabildo llevó a cabo unas prospecciones y se encontraron algunos restos. De la ermita hablan algunos protocolos notariales.

Otro de los documentos que la recoge es el mapa de las erupciones de Timanfaya, elaborado en noviembre de 1730 por encargo del gobernador de las Armas de la isla de Fuerteventura, Pedro Sánchez Umpiérrez. En ese mapa aparece dibujada una ermita con el nombre de San Marcial en esa zona, cuando no había sido aún construida la de Femés y ya había sido destruida la de Papagayo.

La ermita podría haber sido construida entre 1630 y 1680, según señala el arqueólogo Jesús Cáceres. La ermita ha pasado por varios procesos de destrucción. Primero fue quemada en 1749. Aún hay depósitos de ceniza de combustión que se reparten por todo el exterior de la estructura junto a algunos fragmentos de cerámica muy desmigajados y quemados después del proceso de cocción de la pieza y piedras de basalto quemadas.

Después, sus ruinas, probablemente, sirvieron para ampliar y construir casas en los alrededores e incluso la nueva ermita de San Marcial. Ese traslado de piedras de una ermita a otra tampoco sería el primero, ya que los arqueólogos consideran que es muy posible que esta segunda ermita también se construyera con materiales traídos desde la primera. Lo indican los restos de piedra arenisca de aquellas playas y otros restos de suelos muy pulidos, de basalto. “No te traes esto -señala Cáceres sosteniendo unos de esos restos- para hacer un cuarto de aperos”.

Además hay vestigios en la zona de piedras con veinte o treinta capas de cal, una muestra de la importancia de la edificación a la que pertenecieron. “Las calidades de los materiales de construcción hacen desaparecer gran cantidad de las dudas de que sea un elemento agrícola, como tahonas o aperos”.

De todas formas, gran parte de los materiales recogidos se va a enviar, para su análisis, a la Universidad de Barcelona.

Finalmente, la tercera destrucción habría acaecido a partir de 1998 con el boom de la construcción de Playa Blanca, debido al aumento en la demanda de piedra “que en muchas ocasiones provocó el desmantelamiento del patrimonio agrícola de las zonas del sur, como Las Breñas, La Degollada, Yaiza o Maciot y se destruyeron muros patrimoniales, en ocasiones con nocturnidad y alevosía”, señalan los arqueólogos en su estudio.

Aún se puede ver en el yacimiento la marca de la pala de una retroexcavadora. “Lo que no se llevó el volcán ni los piratas se lo llevaron los hoteles”, resume Jesús Cáceres.

No han aparecido vestigios que concreten que se trata de la ermita, pero las medidas del edificio y su orientación concuerdan con la construcción de otras ermitas de la época, como la de Tahíche o la de San Rafael.

La construcción tenía entre seis y ocho metros por cada lado y su altura sería de unos cuatro metros. El altar estaría orientado al Este para que entrara el Sol por el Oeste. Por otra parte, el nombre de la zona, las Vistas del Santo, es otro indicador de que la ermita estuvo allí.

Ataque

La ermita de San Marcial desapareció en 1749 en un ataque pirata que prendió fuego al edificio. Viera y Clavijo recoge dos versiones de este ataque y los arqueólogos consideran que la segunda debe ser la cierta, al haber recabado más datos.

El ataque habría ocurrido en octubre de ese año. Unos 400 atacantes llegaron por Montaña Roja, cautivaron a diez personas en la Torre del Águila, que también fue destruida, y después los berberiscos incendiaron Femés.

Jesús Cáceres. Foto: Adriel Perdomo. 

“Una buena difusión del patrimonio crea lazos fuertes entre los ciudadanos”

Después de dos días de saqueos, los lanzaroteños, “acaudillados por un fraile ante la pasividad del gobernador, reaccionaron y los atacaron cuando embarcaban, consiguiendo matar a unos setenta que aún permanecían en la playa y apoderándose de armas de mucho valor”, según se recoge en la Memoria de los sondeos.

A pesar de la situación, la población local tuvo tiempo de salvar la imagen del santo, que se trasladó a Femés al siguiente templo, que inicialmente estaba dedicado a El Rosario. Señala Cáceres que el poblado de Maciot puede ser tan importante como el de Zonzamas y también dice que “el patrimonio siempre está arrinconado” por otros elementos, como obras, carreteras u otras construcciones.

En la zona se ha encontrado mucha cerámica. También hay restos de lapas pero no de huesos de cabra, lo que indicaría que se trataba de un lugar de paso. No se cocinaba, pero sí se comían los bivalvos que habían mariscado en la costa.

Otro elemento característico es el sincretismo religioso. Se edificó la ermita junto al efequén, a pocos metros. El efequén era un lugar sagrado para los aborígenes, un oratorio circular, en este caso de unos veinte metros de diámetro. Siempre estaba vigilado por una mujer. En muchos casos, las iglesias se construyeron al lado de los efequenes. “La unión de dos elementos religiosos en esta Vega de los Cascajos se antoja algo más que una casualidad”, apunta el estudio.

“La intervención en esta parcela no se descarta y se espera seguir avanzando en conseguir el permiso de los propietarios para poder hacer una campaña dentro de la zona del efequén, ya que de momento nunca se ha podido intervenir en un tipo de construcción como esta”, se explica.

Difusión

Cuando terminaron los sondeos, se cubrió la zona excavada. El trabajo, no obstante, no ha terminado. Ahora llega la difusión, ya que “una buena difusión de nuestro patrimonio crea lazos fuertes entre los ciudadanos y su conservación y se debe apostar por esta línea de actuación”, señalan los arqueólogos.

Una fase posterior podría consistir en la excavación en extensión del interior y dos metros hacia el exterior para ver las fases de hábitat del lugar y su destrucción y así poder constatar con certeza que se trata de la ermita. Hay constancia documental de que había dos niños enterrados dentro de la ermita. Los resultados definitivos se trasladarán al equipo del proyecto de investigación arqueológica en San Marcial de Rubicón para intercambiar conocimientos sobre este contexto histórico.

Esta iniciativa forma parte de un convenio de colaboración entre el Gobierno de Canarias, el Ayuntamiento de Yaiza y las universidades públicas del Archipiélago para estudiar los primeros contactos entre la cultura europea y la aborigen.

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