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Súpercapacitados para el éxito

Estos tres estudiantes lanzaroteños labran su futuro soñado, ajenos a las dificultades que supone vivir con un hándicap físico o sensorial

Anthony, junto al auxiliar educativo Gabriel Mensal, en el aula improvisada a sus necesidades en la biblioteca de la Escuela de Arte Pancho Lasso. Foto: Adriel Perdomo.
Lourdes Bermejo 0 COMENTARIOS 11/01/2020 - 07:20

Al poco de nacer, los médicos les dijeron a sus padres que el niño no podría caminar por sí solo, ni siquiera realizar las más mínimas tareas cotidianas por su cuenta. Veinticinco años después, Andrés Martín Ferrer es una referencia en la natación adaptada, logrando coronarse bicampeón absoluto de España en 2018, en la categoría S4, (las clases S1 a S10 engloban a los competidores con discapacidad física o parálisis cerebral, que es su caso, siendo los de la S1 los más afectados y los de la S10 los más leves).

A estos triunfos en las modalidades de espada y estilos, quiere sumar, ahora, el próximo Campeonato nacional de Clubes, con el cordobés Fidias; y el de Autonomías M-86, compitiendo por Andalucía, con el Club Deportivo Universidad de Granada (CDU), que cuenta con instalaciones e infraestructura en el campus de la Universidad granadina, donde el joven lanzaroteño estudia Ciencias de la Actividad Física y del Deporte, desde hace tres años. En el último campeonato de España, celebrado en junio en Tenerife, logró para el Club Fidias una plata en 200 espalda, bronce en 100 espalda y el oro en 4 x 50 libre y plata en 4 x 50 estilo.

Tampoco lo tuvo fácil Jorge Cabrera Luzardo, con una retinosis pigmentaria desde su nacimiento que afecta a su agudeza visual y le priva de la visión periférica y nocturna. Con esta discapacidad (tiene apenas un 15 por ciento de visión), el joven, que ahora tiene 20 años, logró una nota de 12,4 en la EBAU y, actualmente, vive en Madrid donde cursa tercero de Interpretación de Música Moderna en la Universidad Alfonso X El Sabio. Recurre en ocasiones a la aplicación Metrociego para poder moverse en el suburbano, “solo si no tomo una línea habitual”, pero apenas usa bastón y no utiliza  el método Braille de lectura de partituras. Está acostumbrado a aprenderlas de memoria.

El caso de Anthony Fernandes, que nació con una artrogriposis múltiple y sufre de rigidez articular, una discapacidad que le afecta a los brazos y las piernas, impidiéndole subir y bajar escaleras, se ha hecho viral por su lucha en las redes para que la Escuela de Arte Pancho Lasso, donde estudia, instale un ascensor que le permita acudir a clase a las aulas donde se imparten las asignaturas. Anthony es conocido desde que era un bebé, ya que su madre emprendió una cruzada, reclamando los servicios pertinentes para la atención a la enfermedad de su hijo.

Aunque cada uno de estos casos es diferente, estos tres jóvenes lanzaroteños tienen mucho en común, empezando por una familia que nunca ha percibido la discapacidad como un problema limitante en el desarrollo vital de sus hijos.

Andrés reflexiona acerca de la sobreprotección que, a veces, ejercen las familias de niños con una discapacidad. Por el contrario y guiado por su propio caso, él recomienda a los jóvenes lanzaroteños con algún hándicap que no se queden en la Isla. “Hay que ver las circunstancias de cada cual y desde luego, es el lugar con las mejores condiciones que conozco para la práctica del deporte al aire libre todo el año, pero, si se tiene la oportunidad de salir, yo no me lo pensaría”, insiste.

Y es que su personalidad encaja a la perfección en el tópico ‘inasequible al desaliento’. Andrés, que acaba este año la carrera en Granada, aún no ha decidido si hacer un máster en Psicología Deportiva o sacarse “la espinita” que tiene clavada de residir en algún país extranjero de habla inglesa porque dice tener “el idioma abandonado”.


Andrés, en el Campeonato de Andalucía 2019 de natación adaptada.

Andrés, que acaba este año la carrera en Granada, aún no ha decidido si hacer un máster en Psicología Deportiva o sacarse “la espinita” que tiene clavada de residir en algún país extranjero de habla inglesa

Con solo 20 años, el joven se estableció en Madrid, donde comenzó INEF, teniendo que hacer frente a barreras que no tienen nada que ver con la accesibilidad arquitectónica. “Topé con un profesor que no escondía su malestar por mi presencia. Directamente me decía que lo obligaban a darme clase, pero que yo no tendría que estar allí”. Andrés no denunció oficialmente a este docente y terminó renunciando a la asignatura, que después aprobó con otro profesor.

Para el deportista lanzaroteño, bregado desde que era solo un bebé en imponerse a un destino que parecía marcado por las circunstancias, este lamentable episodio no supuso más que “una anécdota que ya está olvidada”. Sin embargo, el suceso es muy ilustrativo de los obstáculos de la sociedad para la consecución de la integración.

Andrés, que siempre ha vivido solo en residencias adaptadas, tanto en Madrid como en Granada, donde se trasladó hace tres años, ha sufrido también la falta de accesibilidad en estas ciudades, curiosamente, mucho más en la capital que en la ciudad andaluza. En general, Andalucía parece  haber hecho los deberes en este sentido. “Las dependencias universitarias están perfectamente adaptadas, cosa que no ocurría en Madrid, y también hay un mejor sistema de becas, está más profesionalizado”, explica.

Otro cantar es Lanzarote. El joven viaja a menudo a su Isla, donde, incluso, impulsó, junto a su familia, el evento ‘Empieza el año nadando’, que se celebraba el primer día del año en aguas de El Reducto. La capital no es que sea un ejemplo de accesibilidad. Son sangrantes algunos casos de negocios de restauración muy céntricos a los que solo se accede a través de una escalinata de varios metros de altura; o el propio edificio de los cines. Andrés reconoce que “hay más problemas en algunos barrios que en otros”, pero no descarta volver a residir en la Isla natal y reencontrarse con su club de entrenamiento, el Nadamás de Costa Teguise, uno de los mejores que ha conocido. 

“Quiero ser músico”

Aunque los Cabrera Luzardo son una familia abierta, que siempre ha apoyado las decisiones de sus miembros, Jorge confiesa que tuvo que mentalizarse antes de espetar a sus padres, en plena búsqueda de plaza en el codiciado doble grado de Derecho y ADE, que, simplemente, lo que quería en la vida era hacer música. Recuerda la cara de estupor de sus progenitores: “Es que me había esforzado tanto, había estudiado con tal empeño para lograr una nota superior al 10 en la EBAU, que fue como un shock”.

La ‘culpa’ la tuvieron varias personas de su entorno, empezando por un amigo y su prima, que le hablaron de la existencia de los estudios universitarios de Música Moderna, y acabando por el guitarrista Yarel Hernández, en aquel momento profesor de la Escuela Toñín Corujo, donde Jorge estudió piano y canto desde su infancia. “Tras el concierto de fin de curso, se acercó a hablar conmigo y me aseguró que tenía condiciones. Lo que me terminó de decidir fue escuchar una opinión tan autorizada”, dice Jorge, admirador del virtuoso cubano.

“Creo que solo me faltaba que alguien me informara de las posibilidades de estudios superiores en la rama que me gustaba porque la vocación la tuve siempre, desde pequeño, viendo los musicales de El Triángulo de Cuatro Lados o el grupo vocal femenino Pentawoman”. En estas formaciones cantaban su madre, Luisa, y la artista Beni Ferrer, que es otra referencia para Jorge.

Lo cierto es que, tras el primer impacto, sus padres “se pusieron a buscar universidad en Madrid”. Y la jugada ha salido redonda. Jorge cursa este año tercer curso de Interpretación de Música Moderna, va caminando al centro, aunque siempre lleva el bastón en la mochila, pero se mueve con fluidez por la capital madrileña. “El transporte público está bien señalizado y adaptado y, si no, siempre está la app de la ONCE para el metro”, dice.


Jorge, en la Universidad Alfonso X El Sabio de Madrid.

Lleva la carrera a curso por año, aunque algunas asignaturas le cuestan por la propia metodología, como Repertorio jazz o Lectura a primera vista: “No puedo tocar y leer al mismo tiempo y son demasiados datos para aprenderlos de memoria, así que se adapta la partitura y se me exige cifrado de acordes”, explica. Jorge, que aprendió a leer partituras con un método adaptado, no recurre al Braille porque desconoce esta lengua para invidentes, ya que siempre ha tenido algo de visión. Sí reconoce estar “en desventaja” en estos casos, “pero únicamente en estas dos asignaturas”.

Su nuevo reto es la grabación de una canción en que lleva trabajando desde el verano y que podría llamarse El mar. “No sé definir el estilo, tiene algo de canario”, indica este joven estudiante de música, que también participa en los ‘combos’ instrumentales que se forman entre alumnos de la escuela y que, incluso, dan conciertos en conocidas salas de la capital.

En el año que empieza, Jorge quiere  “empezar a componer”, algo que debería compatibilizar con la carrera que eligió, en contra de todo pronóstico, y que, quien sabe, podría llevarlo a pasear el nombre de Lanzarote por los escenarios del mundo.  

Contra los elementos

El caso de Anthony es el de la lucha contra los elementos. Estudiante de Bachillerato Artístico en Artes Plásticas, que solo se imparte en la Isla en la escuela Pancho Lasso, ha conseguido, de momento, que las clases de su plan de estudios se impartan en la planta baja del centro. Para ello ha habido que adecuar la biblioteca del centro que, obviamente, permanece cerrada al público en horario lectivo.

El caso de Anthony es el de la lucha contra los elementos. Estudiante de Bachillerato Artístico en Artes Plásticas, ha conseguido, de momento, que sus clases en la Escuela Pancho Lasso se impartan en la planta baja del centro

Anthony Fernandes ha convertido su causa en viral y superaba las 100.000 reproducciones de su vídeo de protesta ante las escaleras del centro educativo arrecifeño. Su “sorpresa”, no solo por el incumplimiento de la ley, en materia de accesibilidad a establecimientos públicos, sino las alternativas que recibía por parte del centro como “asistir a las clases que se impartieran en la planta baja”, desató la indignación en las redes y la reacción de los responsables educativos que articularon, como medida de urgencia, habilitar la biblioteca.

Lo que más lamenta Anthony es la poca atención a su caso: “Aunque habíamos avisado de mi situación meses antes de formalizar la matrícula y nos habían tranquilizado al respecto, cuando empezó el curso no se había tomado ninguna medida”, explica.

De momento, el joven acude a casi todas las clases con sus compañeros, excepto las que se imparten en dependencias acondicionadas a la actividad, como es el laboratorio fotográfico, que está en la planta superior. “Ni puedo asistir yo, ni acceder a la grabación de la clase, ya que está oscuro”, explica. En estos casos, su auxiliar educativo, Gabriel Mensal, se convierte en el vehículo necesario para facilitar el aprendizaje. “En algunos casos, asisto yo a las clases y después intento trasladarle a Anthony los conocimientos, pero, por supuesto, no es lo mismo, puesto que no soy docente”, aduce Gabriel, que tiene muy buena relación personal con el estudiante al que ayuda en su día a día en el centro educativo.

Anthony ha contado con la compañía de auxiliares educativos durante toda su vida. “Ahora, que empiezo a ser adulto, establezco relaciones de igual a igual”, cuenta. Guarda buen recuerdo de las auxiliares del IES César Manrique, donde empezó a estudiar el Bachillerato de Humanidades, hasta que se dio cuenta de que su vocación eran las artes plásticas.

Otra de sus pasiones es la música y, de hecho, el joven, que utiliza como DJ el aka AMCStrong, usando las letras de su enfermedad artrogriposis múltiple congénita, se estrenó por todo lo alto, como telonero de Ray Castellano. La propia estrella de la electrónica lo invitó a pinchar durante su actuación en Arrecife el pasado mes de junio. “Ayer en Lanzarote recibí la visita de Anthony, un chico de 15 años que, a pesar de su discapacidad en las extremidades, no tiene barrera alguna en su pasión de ser dj. ¡Pincha con la boca! Querías conocerme y no tenías entrada para mi show, ya que estaban agotadas. No solo nos conocimos y pudiste venir por la noche a la actuación, también pinchamos juntos y me enseñaste lo que has aprendido. Eres un ejemplo a seguir. ¡¡¡Gracias Anthony!!!”, puso Castellano en sus redes, junto a un vídeo de la actuación del joven. 

Aunque su determinación es admirable (‘Si luchas, puedes perder; si no luchas, estás perdido’ es su lema), el secreto del arrojo que muestra Anthony, seguramente heredado de su madre, es obviar las circunstancias negativas con las que lidia cada día. Este año no pudo ir junto a sus compañeros de viaje a Madrid, dentro de una asignatura donde usaría lo aprendido como contenido del examen de la EBAU. La causa es que la Consejería de Educación no contempla el desplazamiento del auxiliar fuera de las horas lectivas. “No importa, se está gestionando para que viaje con otro grupo más adelante”, explica el joven, aunque está por ver que se consiga culminar a tiempo la tramitación necesaria.

Esa misma actitud se encuentra en cada uno de los tres estudiantes de la Isla que demuestran que, en la mayoría de las ocasiones, la capacidad es, ni más ni menos, que un sinónimo de determinación.

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