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Raúl Moreno abre la embajada del mojo picón en Madrid

El popular empresario de origen lanzaroteño triunfa en la Gran Vía con sus propuestas gastronómicas canarias

Lourdes Bermejo 1 COMENTARIOS 10/06/2018 - 08:07

Un retrato de Mañiña Betancourth, una supuesta antepasada de Raúl Moreno, preside La papita pal kilo, un ‘takeaway’ de comida canaria a veinte metros de la Gran Vía de Madrid. El éxito de los mojos reinterpretados y, sobre todo, el carácter extravertido del empresario, han convertido al local en un punto de encuentro obligado para canarios, a los que se ha unido ya una legión de fans del mojo, entre ellos multitud de caras conocidas del mundo del arte y la televisión.

Las papas se agotaron a la media hora de ponerse a la venta en el puesto de La papita pal kilo del Mercado de Motores de Madrid, donde Raúl Moreno, empresario venezolano de ascendencia lanzaroteña, se estrenó con el concepto takeaway (comida para llevar) canario en 2014. “Fui un ignorante. Me vine de Lanzarote con 50 kilos de papas de Los Valles en la maleta y, con la cola que se formó, tuve que salir corriendo al supermercado Makro a reponer producto”, recuerda Raúl, que aquel día aprendió la lección de que a los madrileños no se les sacia el apetito de mojo con menos de 150 kilos de papas por día de gastromercado.

Aunque la carta se ha diversificado, los mojos son, sin duda, las estrellas del negocio. El picón y el verde inauguraron una carta a la que se han unido los preferidos por los ‘foodies’: de almendras, de queso, de cacao, con pulpo y, en marcha, el futuro majorero negro de calamar. “Todos sin conservantes, sin gluten y aptos para celíacos”, explica Raúl. Una característica que llamó la atención de Eric, uno de los puesteros de Motores, “un americano que vende comida ecológica y que me aconsejó establecerme en un local muy acogedor de la calle Víctor Hugo” (a 20 metros de la Gran Vía). Se había encontrado sede para la embajada de las papas con mojo. Hasta la estética del local recuerda con sus formas sinuosas la arquitectura de Manrique y no faltan las plantas, algunas de ellas regalo de bienvenida de clientes conocidos. “El periodista Juan Luis Martín (‘Madrileños por el mundo’) me regaló la enredadera y otro amigo ecuatoriano la planta llamada amor de hombre, que por lo visto tiene muy buena energía”, aduce Raúl, sin caer en la cuenta de que es él mismo, con su eterna alegría y hospitalidad, quien crea el especial ambiente de La papita.

Su prima Pili Silva, de Haría, le quiso gastar una broma y le envió un retrato suyo caracterizado de dama Tudor, aunque con gafas ‘hipters’. “¿A que no te atreves a colgarlo?”, le retó, y la respuesta del también diseñador gráfico fue ampliar y enmarcar la foto de su ‘alter ego’, bautizada como Mañiña, que ahora preside el local de La Papita, creando también la historia del inclasificable personaje. “Los amigos enseguida me reconocen, pero a algunas señoras de este barrio, que vienen a tomar el aperitivo, les cuento las andanzas de mi antepasada, que vivió grandes momentos históricos, como el mismo Forrest Gump”, dice Raúl, que ha aprovechado hasta la cenefa que rodea al retrato para ambientar su particular universo “mañiño”, y la usa en los grafismos del negocio.

Numerosos isleños residentes en Madrid son habituales de La papita. El actor y locutor lanzaroteño Óskar Hernández, que ha realizado para el negocio una campaña publicitaria a través de su firma ‘Voz en máskara’, asegura que la diversión está asegurada en el local. “Lo que hace único a Raúl es su versatilidad, tan pronto está atendiendo la cocina como bailando con una cliente”, asegura.

El empresario asegura que en estos primeros meses de andadura, desde diciembre, los amigos de Lanzarote y Canarias en general han dado un enorme impulso. “Todo isleño de paso por Madrid ha venido a conocer La papita”, asegura Raúl Moreno. Familias, grupos de amigos de fin de semana, hasta el grupo de Gosspel, camino de una actuación. “La gente se va con buen sabor de boca, después de verificar que los sabores les son familiares, son los mojos que hacían sus abuelas o sus madres”, explica. El mismo cartel de la puerta sirve como improvisado ‘photocall’ para los isleños que pasan por la calle Víctor Hugo.

Sin embargo, es el público residente en la capital y los turistas que visitan el centro, sus principales clientes. También la competencia se ha interesado por conocer las recetas y, de hecho, un conocido y televisivo chef, que cuenta con un negocio en la misma zona, envió a sus cocineros a probar el producto canario.

La papita ofrece también cucuruchos de pescado frito o rebozado, almogrote, ensaladas, quesos de Lanzarote, pata de cerdo, conejo en salmorejo y, por supuesto, la variedad de papas con mojo, amén de las dos cervezas canarias más populares. “No vamos a diversificar mucho más la carta porque queremos delimitar bien el concepto gastronómico”, aduce Moreno.

La embajada recibe a multitud de caras conocidas y promete dar el salto definitivo en este verano en la capital. “Ha ocurrido algo desastroso con el clima. Estuvo lloviendo 38 días seguidos y la gente no salía a la calle”, cuenta Raúl, que, afortunadamente, mantiene a su antepasada Mañiña velando por que La papita siga dando sabor canario a una de las arterias principales de la capital madrileña.

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