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María Campo y Miss Tick: las reinas del Atlántico

La navegante ha realizado doce travesías transoceánicas

María Campo y su velero Miss Tick. Foto: Adriel Perdomo.
Lourdes Bermejo 0 COMENTARIOS 26/12/2020 - 08:39

Tres meses después de que María Campo abandonara la isla Dominica, en septiembre de 2017, el ciclón tropical que lleva por nombre el mismo que el de la patrona del Miss Tick asoló las Islas Vírgenes, Puerto Rico y la propia isla antillana. “No imaginé que esa sería la última vez que vería Dominica tal y como la conocí”, recuerda esta navegante vasca, radicada hace más de treinta años en Lanzarote.

“En ese momento me encontraba en Barbardos, donde habíamos ido a llevar un catamarán desde Valencia. Le pedí su barco a un amigo y fui a buscarlo a Trinidad para llevar ayuda humanitaria a Dominica”, cuenta.

La Isla era la imagen de la desolación y muchos de los lugares que ella frecuentaba habían desaparecido. Bar Félix, una institución a pie de playa, regentado por un artista y “donde se escuchaba el mejor blues y se servían los mejores rump punch del Caribe, sencillamente, no existía”, recuerda María.

En una frase atribuida a Sócrates, se sostiene la existencia de tres tipos de personas, los vivos, los muertos y los navegantes. Y es que la particular vida marinera ha convertido esta profesión en legendaria. María admite que “desde luego, no hay mayor gran hermano que una travesía transoceánica”, aunque se muestra mucho más profana a la hora de narrar cómo es la vida y la convivencia a bordo.

“Hay que tener en cuenta que normalmente no conoces de nada a las personas con las que vas a permanecer meses sin tocar tierra, así que lo fundamental es que cada cual sea responsable de su trabajo y, después, dirimir las cuestiones de afinidad personal”, dice.

La navegante cree más bien que las herramientas fundamentales de un marino han de ser “la capacidad de reacción y la eficacia de la toma de decisiones”, unas decisiones que en ocasiones pueden marcar la diferencia entre salvar la embarcación o perderla.

La patrona del Miss Tick llegó hace más de tres décadas a Lanzarote desde Londres, donde, básicamente, estudiaba inglés y daba rienda suelta a su lado más rebelde, “un lado, por cierto, que nunca ha desparecido”, asegura, aunque ya no lleve la estética punk con la que se identificó en la capital inglesa, en pleno auge de esta tendencia.

La joven María vivía al día, sin pensar demasiado en su futuro laboral, hasta que la familia de su mejor amiga la invitó a unas largas vacaciones por el Mediterráneo, a bordo de un velero. La experiencia fue definitiva. “De repente comprendí lo que quería hacer en la vida”, sentencia María, que acabó viviendo en Lanzarote, tras varias idas y venidas.

“Me quedé porque cada vez me costaba más volver. Llegaba el momento de partir y la sentía como una losa”, explica. Además, en la Isla había conocido a su pareja, el estadounidense David Mondo Beck, surfero y skater muy cercano al mítico Tony Alva, con quien llegó a hacer exhibiciones en Los Ángeles.

La determinación de María por integrarse en la náutica la llevó a trabajar como cocinera en un catamarán y ocupar otros puestos en varias embarcaciones turísticas, mientras se preparaba en la Escuela de Pesca. Curso a curso, sacó sus títulos de patrón mayor de cabotaje y capitán de yate.

Sus herramientas son “la capacidad de reacción y la eficacia de las decisiones”

Hace tres décadas, en el centro educativo lanzaroteño, al que alaba y donde aprendió “muchísimo”, las mujeres no abundaban. “Sí recuerdo a algunas que hacían un esfuerzo enorme, llegando sin dormir a clase, tras una noche de guardia en sus trabajos”, dice. También cuenta con la licencia náutica deportiva británica ocean yaschtmaster de la RYA.

María fulmina los tópicos sobre los roles sexuales. Pocas personas pueden decir que han cruzado doce veces el Atlántico, además de haber sido instructora de vela y patrona de regatas. Sin embargo, reconoce que este sector “tan masculinizado” no se lo puso fácil. “Cuando comenzamos con la tripulación femenina en el Miss Tick para regatas, tuvimos que oír bromas de mal gusto y comentarios misóginos”, asegura.

Años después, el ambiente se ha distendido y las mujeres, no solo compiten y navegan en igualdad de condiciones con sus compañeros, sino que algunas, como es su propio caso, destacan hasta el punto de ser una referencia.

En 2002, la oportunidad de su vida salió al paso. Su amigo y mentor en la náutica, Lassa, un navegante de origen noruego “que ha sido siempre una especie de padrino”, decidió vender el barco que él mismo había comprado y reparado años antes, ya que se encontraba en un estado precario, tras estar casi abandonado en un puerto de Sudamérica. Se trataba de Miss Tick, en cuya tripulación, para viajes charter, se integraba María. “Puede que estuviéramos predestinadas a encontrarnos”, indica la patrona, que habla del barco en femenino, al estilo anglófono.

“La noticia de la venta me destrozó, así que Lassa me propuso comprarlo a un precio inmejorable”, recuerda. María se convirtió en propietaria de un barco, que le ha dado grandes alegrías. Pasó unos años haciendo transportes para otras embarcaciones y de 2013 a 2017 fue barco de apoyo de la Talisker Whisky Atlantic Challenge (TWAC), catalogada como la carrera a remo más dura del mundo, que parte desde La Gomera y llega al Caribe.

Esta experiencia va un paso más allá en la navegación, ya que se pasa meses antes de avistar tierra. “No es una travesía normal, estamos patrullando el Atlántico”, dice María, que recuerda algún episodio realmente apurado “porque en períodos tan largos en alta mar es inevitable que haya algún temporal o tormenta, aunque en la primera travesía la meteorología fue especialmente dura, lo que supuso un auténtico reto”.

A las duras jornadas se une el desgaste físico y la falta de sueño. Como barco de apoyo, el Miss Tick se ha visto obligado en ocasiones a retroceder miles de millas, para socorrer a barcos participantes con averías graves. “En concreto, recuerdo un barco de tripulación femenina, que perdió la pala del timón y tuvo que esperar 24 días en medio del Atlántico hasta nuestra llegada”, indica.

En su mente está realizar la clásica vuelta al mundo, pero de forma personalizada

En estas condiciones, para cualquier ser humano puede parecer una bendición tocar tierra, pero los marinos no siempre están de acuerdo. “Cuando ya llevas unos días en el océano, sientes una paz que te hace también recapacitar sobre lo que dejas en tierra”, dice, en referencia a la vida superficial y estresante de nuestros días.

“Así que, cuando tocas tierra, muchas veces te darías media vuelta. Si has tenido que luchar contra la meteorología y las averías, probablemente te alegres de volver, aunque no dejas de preguntarte por qué hemos caído en este estilo de vida”, reflexiona.

Con esta filosofía, la pandemia tampoco ha supuesto una tragedia para María, que dice haberse sentido “una privilegiada” por poder haber pasado el confinamiento entre Galicia y Lanzarote.

Precisamente su nueva casa de Galicia, que destinará a turismo rural, forma parte de sus planes de futuro, que son, básicamente “dar la vuelta al mundo durante cinco años con mi barco”.

La idea atrae inmediatamente a quien la escucha y surgen muchas propuestas de acompañamiento, “pero al final hay que pensar que no son unas vacaciones, hay que renunciar a un estilo de vida por un período largo”, subraya.

María cree que tendrá que cambiar de compañeros de viaje y permanecer por temporadas en puertos para sufragar esta aventura, digna de los más intrépidos personajes de la literatura romántica. Sin embargo, María tiene los pies en el suelo: “Si he adquirido la casa rural es precisamente para no llegar de vuelta con una cierta edad y tener que empezar de cero”.

En su mente está realizar el trayecto clásico de la vuelta al mundo, Caribe, Panamá, Galápagos, Polinesia Francesa, Nueva Zelanda, Australia, Sudáfrica..., pero, también, personalizar su aventura: “cruzar el estrecho de Magallanes, entrando por el Pacífico y saliendo por el Atlántico, y descubrir la maravillosa Tierra del Fuego. Una travesía impresionante”, dice la reina del Atlántico con la ilusión de una debutante.

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