Hay cosas que la ciencia no ha podido explicar de manera definitiva, como los los déjà vu, los sueños premonitorios o una intuición que acaba cumpliéndose. Para Manuela Torres conforman un sexto sentido que en algunas personas está más desarrollado que en otras.

Todos tenemos intuición, sí, pero considera que las videntes tienen la particularidad de haber nacido con ciertas aptitudes, al tener una conexión profunda con el plano espiritual. Más aún si, como asegura que es su caso, se trata de un don heredado naturalmente, y que le acompaña desde el nacimiento.

Son las cosas que no podemos explicar las que han favorecido la existencia de videntes desde tiempos inmemoriales. La misma Manuela Torres recuerda que en la antigua Grecia los oráculos más famosos y efectivos realizaban viajes astrales por días, y aquellos a los que atendían consideraban sus visiones como la verdad absoluta.

Las ciencias desplazaron poco a poco las creencias, dice, aunque solo en la esfera pública y visible: hay personas que siguen teniendo muy arraigadas sus creencias.

Las características de una vidente real

Las videntes han estado siempre presentes y tenido influencia a lo largo de la historia. Con los años han aprovechado los avances tecnológicos para estar más al alcance de todos/as: primero el teléfono, después Internet y por medio la televisión, una plataforma que usa las otras y ofrece visibilidad.

Pero no todas las videntes tienen la misma capacidad. El sector alude mucho a la necesidad de presentar una videncia real que probablemente se despertó en el seno de la familia hace varias generaciones. Las enseñanzas luego se han transmitido de abuelas a madres e hijas.

¿Y cómo se puede identificar a una vidente real de una que no lo es? Explica Manuela Torres que charlatanes y farsantes hacen muchas preguntas. Para ella solo es necesario saber el nombre de la persona y la fecha de nacimiento, suficiente para conectar con su energía. Enredar con preguntas puede indicar dos cosas: que la vidente no puede activar la visión, porque no la tiene; y/o que quiere enredar para sacar cuanto más dinero mejor.

Las personas que tengan más facilidad para captar las energías tendrás menos problemas para identificar a las videntes naturales, que irradian vibraciones positivas según cuenta Manuela Torres. El cliente siente que puede confiar en ella.

La concreción a la hora de trasladar la predicción también da pistas sobre la vidente. Si es una farsante divagará y llenará el discurso de ambigüedades y generalidades. Si es real, hablará de situaciones específicas y fechas concretas que quien llama experimentará a medio, corto o largo plazo. Ofrecen descripciones muy detalladas.

Gabinete: ¿por qué no?

Decíamos en el titular que Manuela Torres es una vidente natural sin gabinete pero, ¿qué significa eso exactamente?

El gabinete implica que no sea una única persona la que atiende el teléfono, sino un equipo de ellas. Muchas videntes se oponen a esta fórmula por la configuración y por la imagen que se traslada de la profesión.

No genera problemas el que varias videntes reales se junten para hacer sinergia y ofrecer lo mejor de sus servicios. Lo que sí los genera es que el gabinete se convierta en un call centers donde hay teleoperadoras entrenadas para decir lo que la otra persona quiere oír, además de dejarla al teléfono el tiempo suficiente como para sacar un jugoso beneficio.

Las videntes hablan de establecimientos llenos de cubículos en los que las teleoperadoras trabajan prácticamente hacinadas, y donde estas no son necesariamente videntes reales. Aun siéndolo, sería muy difícil establecer esa conexión que active la videncia en un lugar tan poco íntimo, tan incómodo y con tanto ruido.

Por eso Manuela Torres y otras videntes insisten en no usar gabinete: son ellas las que tienen el don, son ellas las que cuentan su historia a través de la web y, por lo tanto, son ellas quienes tienen que atender a todas las personas que les llaman.

Aurora Santa y Fernanda Rojas, también recomendadas

También se encuentran en el ranking de videntes más contactadas del país, y las dos tienen en común el trabajar sin gabinete. Dicen no necesitarlo, pues lo suyo es videncia natural y deseos de ayudar a personas que necesitan respuestas urgentes.

Además de la fiabilidad que trasladen las videntes, el cliente necesita conocer cuál es su especialidad. Aurora trabaja el tarot del amor, el gitano y el del trabajo, mientras que Fernanda se enfoca a lo que suceda con las relaciones de pareja.

Las tecnologías digitales han permitido que el sector gane transparencia. Antes todo era oscurantismo en torno a sus prácticas, y no precisamente por lo esotérico, sino porque un cliente descolgaba el teléfono y no sabía que se podía encontrar después en la factura.

Las videntes hoy dan todos los detalles sobre el coste de la llamada desde red fija y móvil, y recogen los pormenores del servicio en las condiciones legales. Son motivos que, para muchos, suman fiabilidad.