MEDIO AMBIENTE

Los fósiles invisibles

Esther durante un trabajo de campo, cerca de Agadir (Marruecos).
M.J. Tabar 0 COMENTARIOS 17/03/2017 - 05:25

A la paleontóloga Esther Martín González, de pequeña, le gustaba mirar el moldeado perfil de Los Ajaches desde la ventana de su casa, en Mácher. ¿Cómo se formaron las islas? ¿Por qué está tan erosionado el macizo sureño y las coladas de Tinguatón se retuercen en escorzos imposibles? A sus casi 50 años, responde a esos y otros interrogantes como investigadora y conservadora en el Museo de Ciencias Naturales de Tenerife.

“Empecé estudiando los lagartos fósiles de las islas y el material de la Cueva del Llano, en Fuerteventura”, y pasaron años hasta que pudo centrarse en su materia favorita: las conchas marinas fósiles. Siempre asociados a la humedad, los gasterópodos terrestres “son indicadores paleoclimáticos mucho más importantes que los huevos de aves o cualquier otro resto óseo de vertebrados”, dice Esther.

Hace un año, su tesis sobre los gasterópodos de Lanzarote, Fuerteventura y Gran Canaria cambió la datación de los yacimientos costeros de Canarias demostrando que eran dos millones de años más antiguos.

Más de una vez ha alertado de la desprotección que sufren los depósitos paleontológicos costeros de Canarias: los que no han sido urbanizados han sido expoliados. “Los expoliadores no son científicos, suelen ser personas con alto poder adquisitivo que no tienen problema en moverse de un lado a otro y se dedican a recoger grandes cantidades de piezas para colecciones privadas. Hay páginas web que se dedican a eso, igual que te pueden vender una camiseta te venden una concha del pleistoceno superior de Fuerteventura. Es un problema muy grave”.

Estamos en 2017 y la situación no ha mejorado. Lanzarote es la isla canaria con más yacimientos paleontológicos protegidos (nueve, declarados bien de interés cultural, contando los dos de La Graciosa), pero sólo sobre el papel. “La protección no ha sido demasiado efectiva hasta el momento, porque no existe un cuerpo de inspección de patrimonio histórico con suficientes miembros”.

La Ley de Patrimonio Natural y de la Biodiversidad se aprobó en 2007 y diez años después “todavía no se ha traspuesto a la normativa canaria”. Esta Ley recoge por primera vez la definición del patrimonio paleontológico como patrimonio natural, no histórico. Este retraso en la normativa perjudica a los yacimientos paleontológicos que continúan regulados por una Ley de patrimonio histórico. “Estamos en un limbo legal”, lamenta la científica lanzaroteña.

Evitar otro Berrugo

Berrugo es el paradigma de lo que no debe volver a ocurrir. “Se citaba en varios trabajos científicos como uno de los primeros yacimientos con restos del Pleistoceno superior”. Fue el primer sitio de Lanzarote donde se encontraron fósiles de especies que ahora viven en latitudes más cálidas, como Senegal o Cabo Verde. Esto significa que era un lugar clave para entender el cambio climático del planeta. En su lugar, hoy se levanta un puerto deportivo.


Trazas de nidos de insectos en el yacimiento de Timbaiba (Lanzarote).

Hace un año, su tesis sobre los gasterópodos de Lanzarote, Fuerteventura y Gran Canaria cambió la datación de los yacimientos costeros de Canarias demostrando que eran dos millones de años más antiguos

“Era una zona limítrofe con el paisaje natural de Los Ajaches y Papagayo, también había unas salinas históricas... pero por las circunstancias que fueran se decidió que no era un valor suficiente y se siguió adelante con el proceso de urbanización”, recuerda Esther. El movimiento ecologista y buena parte de la población lanzaroteña “consiguieron preservar un pequeño reducto” que ha resultado prácticamente inútil como objeto de estudio científico.

Esther está convencida de que la divulgación es la herramienta más eficaz para preservar el patrimonio paleontológico, “pero es una asignatura pendiente tanto de las administraciones como de los científicos: no hay información a nivel usuario, no hay paneles interpretativos ni folletos que indiquen qué puedes visitar o ver”. “Por suerte —añade— Geoparque Lanzarote sí se está moviendo y divulgando; están preparando paneles que expliquen los lugares de interés geológico-paleontológico de la isla”. Si un día paseamos por las playas levantadas de los Ajaches, podemos encontrarnos conchas de lapa que es mejor dejar en su sitio. Es fundamental saberlo. “Cada vez que sacamos algo de su contexto perdemos información. Es preferible hacer una foto y que nos la envíen; no tenemos ningún problema en que nos escriban y nos pregunten”.

“Cualquier yacimiento nos permite conocer la historia natural de la isla, del archipiélago y del mundo. Nos ayuda a saber de dónde venimos, qué sucedió en los últimos millones de años y podemos interpretar qué puede pasar en el futuro”, explica. Hace 130.000 años, el nivel del mar estaba dos ó tres metros más alto que hoy. Así lo recuerda la playa fósil que está bajo el paseo de la zona residencial de Montaña Roja. “La mayoría de la población mundial vive en zonas costeras y la de interior también se verá a afectada por el  cambio climático, por la aridez. Tendremos que aprender a adaptarnos a las nuevas condiciones”.

Hace 8 millones de años

Lanzarote fue una isla más pequeña, exuberante, tropical, con unos arrecifes coralinos que creaban las condiciones idóneas para que se desarrollara una riquísima fauna de moluscos marinos en unas aguas cálidas que alcanzaban los territorios que hoy ocupan Alemania, Polonia y Hungría. “Era una Europa inundada de mares tropicales”.

La planicie entre Las Breñas y Playa Blanca eran aguas someras. Ya existían Los Ajaches y Famara, “lo que desconocemos es cómo estaría la zona que hoy ocupan las lavas de Timanfaya”. En vez del malpaís de la Corona, una ensenada se extendía hasta las laderas de Haría y Máguez. El mar que rodeaba Lanzarote era muy productivo y una buena despensa para los grandes depredadores. Cerca del banco de la Concepción, al norte del Archipiélago Chinijo, se han hallado dientes de megalodón y esqueletos de sus presas: manatíes. “Estamos rodeados de montes submarinos que estuvieron emergidos. Igual que sucederá con las islas, que desaparecerán bajo el mar dentro de millones de años”.

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