El volcán y el mar de Lanzarote inspiran la última obra de José Melián, que ha pasado por la Sala de Arte de la Ermita de San Antonio de Tías. Una exposición en la que este apasionado del surrealismo ha presentado una treintena de obras oníricas en las que deja volar la imaginación para que el público las interprete.

Con una quincena de exposiciones a sus espaldas, José Melián ha vuelto a dar muestra de su arte con una colección fruto de un año de arduo trabajo donde ha querido conferirle un mayor colorido a sus lienzos, sin olvidar los ocres de la tierra y los volcanes, y el azul del mar, que le inspiran. En sus obras predominan las formas en relieve para ofrecer un viaje onírico al espectador con la riqueza de los recursos de la Isla como protagonistas. Satisfecho, comenta la “buena respuesta del público” a esa muestra que tanto ha gustado y que el Ayuntamiento de Tías le ha propuesto llevarla a Berlín.

A falta de matizar esta invitación, para la que tendría que confeccionar nuevas obras gracias a que ha logrado vender la mitad de las expuestas en la Sala La Ermita, el creador prepara una nueva colección que también le gustaría exponer en la Casa de la Cultura Agustín de la Hoz de Arrecife y de la que también está a la espera de una respuesta. Y con la esperanza, señala, de que algún día pueda mostrar su arte en Haría y Yaiza, únicos municipios que le faltaría por visitar con una muestra. Melián recuerda que ha expuesto en el Convento de Santo Domingo de Teguise, en El Almacén, en la antigua Casa de la Cultura o en el Hotel Salinas.

El pintor también ha presentado muestras de su obra en casi todas las Islas, a falta de La Gomera y El Hierro, y ha expuesto en Bilbao o en San Sebastián. Como si de un músico de fama mundial se tratase, ha realizado hasta una gira por el Mediterráneo visitando desde Madrid a Barcelona con una muestra colectiva.

Melián se define por un estilo, en esta última etapa, “algo más personal” y con más colorido, pero siempre se ha inspirado en Dalí. Conoció su casa de Figueras en el año 1982, y también visitó Cadaqués. Otro de sus pintores favoritos es Manolo Millares, del que pudo contemplar una antológica en Madrid.

Desde pequeñito ya jugaba con lápices, pintaba en las piedras, en los cartones... A los 16 años Francisco Hidalgo le recomendó que fuese a clase de Dibujo y Pintura en la Escuela Pancho Lasso, donde estuvo de 1977 a 1979. Desde 1989 se dedica exclusivamente a la pintura, aunque compagina las exposiciones con la creación de murales de dimensiones de cinco o seis metros en hoteles y restaurantes de la Isla y hasta casas particulares, incluso mosaicos de diez o doce metros de largo. Son encargos que le permiten “vivir todo el año”. También cuenta con una importante cartera de clientes internacionales. Un galerista alemán le visita anualmente para comprarle obras. “Así vamos escapando”, explica.

Un estilo personal le define en la etapa actual, donde ha sumado colorido a su obra. Trabaja en hasta tres lienzos al mismo tiempo. Los charcos, los volcanes de la tierra que siempre ha contemplado, se proyectan en los cuadros. Ha experimentado también con diversas técnicas, aunque en su última colección se inclinó por el óleo. Acrílico, resinas, serrín y cola para hacer las texturas confieren volumen a sus cuadros.

La pintura es continua evolución, señala: “Sigues buscando algo que nunca acabas de encontrar, buscar algo nuevo que te haga sentir, no es algo que se persigue sino que sale del interior”. Le gusta pintar a diario, desde que se levanta, pero recuerda que tras la crisis económica se le “quitaron las ganas”. “Iba acumulando obras, pero ya pasó. Ahora vuelvo a pintar y va saliendo”.

Más galerías

“En Lanzarote hacen falta más galerías y mayor compromiso político”, destaca Melián. “Ahora para pedir una subvención se ponen muchas pegas. Y muchas veces exponer fuera se convierte en una odisea, porque si no vendes, acabas con pérdidas”. Considera que gracias a César y a El Almacén se produjo en la Isla un boom artístico, pero ahora faltan galerías privadas. “En los años 90 veía el arte más animado, ahora lo veo más apagado”, señala con nostalgia.

Para comprender su arte, dice que es como el gusto por la música y que cuenta también con seguidores: “Habrá a quien le guste más o menos, pero todas las obras que he expuesto las he vendido”, comenta. Recuerda con orgullo una de sus muestras más exitosas, cuando batió récords en la misma inauguración de la exposición: “Vendí todos mis cuadros, en torno a una treintena”. Fue en el Convento de San Domingo de La Villa.

Aunque valora el éxito de una exposición no por las ventas, sino por el público que le arropa en estas visitas. “Mi intención es que mi trabajo llegue al mayor público posible, aunque sin las ventas no puedes seguir con tu arte”. Le gusta ver cómo lucen sus cuadros en las paredes de sus actuales propietarios, ya que son muchos amantes de su pintura los que le invitan a ver las obras.

Ahora se encuentra en lista de espera, porque hay muchos creadores y pocas salas, para exponer en la Casa de la Cultura de Arrecife. El siguiente reto: exponer en Haría y en Yaiza y completar su recorrido por las salas de la Isla.