CULTURA

Inka Conrads: “Yo pinto, si se me permite la expresión, desde el estómago”

La pintora alemana, afincada en Lanzarote, propone en su última exposición un viaje entre el expresionismo, la fauve y el Neuen Wild

Inka Conrads pasea delante del tríptico de gran formato, en la galería Casa Naturaleza. Fotos: Carlos de Saá.
María Valerón 0 COMENTARIOS 13/04/2021 - 08:08

A los habitantes de Frisia, región alemana de la que es originaria la pintora Inka Conrads, la cultura popular les concede, como característica étnica, la virtud de la libertad; esta idea preconcebida sobre el carácter de toda una población, fuere mito o realidad, procede del largo viaje histórico de los frisios, uno de los pocos pueblos europeos que supieron burlar las leyes y conquistas de los romanos, primero, del feudalismo, después, reposando libres, ajenos, seguros, siempre dentro de su propia cultura.

Como espejo del mito frisio, la libertad de Inka Conrads se manifiesta: palpable, real, indiscutible. La artista, que expone hasta el próximo 18 de abril en la galería de arte de Casa Naturaleza (Vega de Río Palmas, Fuerteventura), asegura que sus cuadros no le pertenecen: “La pintura trabaja sola, es libre; para mí pintar es una aventura porque nunca sé dónde acabará un cuadro. En mi trabajo la composición siempre llega al final: el cuadro construye la historia, nunca al revés”.

A lo largo de las paredes negras de la galería, la luz pregunta y las doce piezas de Conrads responden, con el color salvaje de los fauvistas, pero en la fuerza, forma y concepto del expresionismo. No hay margen de error. Lo que se refleja, la imagen captada en el lienzo, va más allá de lo real, y se escuchan, como un eco, los pasos antiguos que fundaron su huella. Porque en los retratos expuestos por Inka sobrevuelan Kirchner, Jawlensky o Heckel, sus colores inquietantes, el ritmo agitado y luminoso, el gusto por la frontalidad, la simplificación formal y la desaparición de los contornos: el color, y solo el color, genera las formas.

Capa a capa, en pequeños toques de tonos yuxtapuestos, a pincelada corta y gruesa, Inka Conrads crea su propio paisaje. Y aunque en él, en su luminosidad, en su estilo, están las luces de otro siglo, en sus pinturas hay una firma nueva, que parece no conformarse con una sola escuela del amplio imperio que es, y siempre será, la pintura. Es una firma, además, que no parece conformarse con lo antiguo o lo nuevo. “Yo pinto, si se me permite la expresión, desde el estómago. Siento que el arte es un lenguaje y que yo elijo la pintura como medio en ese lenguaje. Lo más difícil quizás sea estrechar, encontrar, ese vínculo entre pensamiento y emoción, entre estómago (corazón) y mente; es justo en ese centro donde surge algo muy poderoso, que todos tenemos. Al encontrarlo puedes hacer un buen cuadro, pero encontrarlo es siempre difícil”, explica Conrads.

Su pintura “desde el estómago” queda plasmada no solo en los retratos, que iluminan todos los rincones de la galería, sino también en las diferentes composiciones que impactan las distintas salas. Un dromedario con pata de palo, paseando al fondo de un lienzo da una pequeña nota surreal a todo el conjunto, mientras que lo conceptual, sin claudicar de la estética, se cuela en otras piezas, como un cuadro a gran escala en que dos niños pausan brevemente su pelea para mirar al público. “Es la lucha de vivir; vivimos tiempos de lucha en esta pandemia, pero en todo momento de la historia, siempre ha existido esta idea de plantar batalla durante toda una vida”, señala la autora.

La exposición, en doce piezas, fue elaborada casi en su totalidad en el confinamiento

La mayor de las obras, un tríptico de cinco metros por dos de alto, se aleja, junto a algunos de los retratos más pequeños de la colección, del estilo luminoso que da unidad al resto de la muestra, acercándose más, quizás, a las nuevas formas del neoexpresionismo alemán de Neuen Wilden. El tríptico, construido desde la simplificación formal y explorando el color hacia el impacto inquietante, perturbador, esconde un juego de denuncia de la autora. “Dentro de la tristeza del cuadro, resaltan algunas caras sonriendo que no están en su lugar. Lo construí para experimentar qué pasaría si tomara algunas caras que siempre sonríen en los periódicos y las colocara en un espacio que no se corresponde a esa sonrisa”, explica.

Con alguna excepción, la muestra fue desarrollada en su totalidad en tiempos de pandemia y, quizás por eso, la soledad cabalga intranquila por algunas de las piezas. Es el caso de uno de los retratos favoritos de la pintora, un lienzo a gran escala, de composición asimétrica, que muestra el busto de una mujer adulta que sujeta, con seriedad, un globo. “Me gusta pensarlo como el deseo interno de que no nos roben las ilusiones, lo que soñamos; ella se agarra a su globo con fiereza: ¡no puedes robármelo! Quiero permanecer en mis ilusiones, en mis sueños”.

Cuenta que con 26 años llegó la decisión firme de no dejar de pintar, que fue, quizás, la decisión de sujetar su propio globo. Conrads, que comparte desde 2003 su residencia entre Düsseldorf y Lanzarote (Las Breñas), se diplomó en Arte Interdisciplinar en la Academia Minerva (Groninga, Holanda) en 1997 y, desde entonces, no podría asegurarse donde acaba ella y empieza el lienzo. “Supe que no dejaría nunca de pintar; es algo que nadie puede quitarme, nadie puede decirme: ‘déjalo y vete a casa’. Puedo hacerlo en cualquier lugar, en cualquier situación, con o sin dinero; puedo hacerlo siempre, incluso si no tengo nada”. Desde 1997, hasta la actualidad, Conrads ha expuesto su trabajo en galerías de Groninga, Leer, Oldenburg, Düsseldorf, Dresde y Lanzarote.

En pintura, Gabriele Münter es una de las grandes favoritas de Inka Conrads. Es también una de las pocas pintoras reconocidas del expresionismo de su época y la gran olvidada de lo que fue Jinete Azul (Der Blaue Reiter). En este tiempo, que, pensamos, es un tiempo diferente, cabría imaginar que los ojos que paseen por la galería negra de Casa Naturaleza ya no olvidarán a Inka, ni al rastro azul y libre que viaja, galope frisio, por cada una de sus obras.

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