PERFILES

Ginés Niz, de cuando los policías eran guardias

Foto: Felipe de la Cruz.
Saúl García 3 COMENTARIOS 17/06/2017 - 07:49

El primer trabajo de Ginés Niz Fernández (Arrecife, 1941) nada más dejar la escuela con 13 o 14 años fue en la gasolinera de Rafael Ramírez Curbelo, al inicio de la calle Fajardo. Además de despachar gasolina, empezó a repartir las bombonas de gas “que nadie quería”. “La gente le tenía miedo al gas, decían: una bomba en la casa… Instalaban la cocina y luego no querían las bombonas”, cuenta, así que se pasaba hasta dos meses sin repartir una.

Ginés nació en la calle San Juan, fue a la Escuela de la Marina y trabajó en la Policía Local durante 36 años. Pero antes de eso y después de la gasolinera estuvo tres años como taxista: “Siempre en trabajos donde conocía mucha gente”. Su principal ocupación era llevar a jóvenes de Arrecife a “enamorar” a los campos, a ver a sus novias. Los llevaba y los traía. Algo parecido hacía él pero no en taxi, porque su novia, hoy su mujer, vivía en La Graciosa. Tardaba dos horas en llegar en la guagua a Máguez. Después bajaba el Risco, cogía una chalana, y a la vuelta se levantaba a las tres de la mañana para volver subiendo por el camino de los salineros “que es más duro que el que hay ahora”. 

En la Policía entró con Rogelio Tenorio de alcalde. Primero le alquiló el taxi para que hiciera de chófer en la boda de su hija, aunque con el coche del alcalde, un Opel Capitán, y después “se empeñó” en que fuera policía. Ya tenía antecedentes, porque su bisabuelo Elías Niz, de Soo, fue el primer policía de Arrecife cuando Arrecife aún no era capital de Lanzarote. Así que el alcalde le dijo que se presentara un día, el 1 de octubre de 1970, ante Parrilla, el jefe de la Policía, y tres días después ya estaba patrullando él solo.

“Había muchos agentes pero no los veías por la calle”, dice, y saca la lista: el sargento Fidel Parrilla, los cabos Juan Domínguez y Heraclio Niz y los agentes Rafael Gopar, Domingo Gil, Antonio Gutiérrez, Tomás Duarte, Manuel García (conocido como Basilio), Daniel García, Antonio Vera, Ramón Tavío, Celestino Robayna, José Jesús Muñoz y Clotildo Eugenio Ascensión. Uno trabajaba rotulando las calles, otro en la Oficina Técnica, uno en la Pescadería, otro en Titerroy, en el Mercado, en el Juzgado o en notificaciones. Y el resto, patrullando por la calle, a pie, “porque Parrilla decía que un guardia en coche no vigila”.

Unos eran de tráfico y otros de orden público. Los segundos, con gorra, y los primeros, con salacot y subidos a una tarima de madera en dos puntos: en el Costa Azul y en la boca del muelle, en la Calle Real, ordenando el intenso tráfico ya por entonces. “En el Costa Azul te tenías que bajar porque las guaguas te tiraban al dar la vuelta”. Aún no había semáforos, que llegaron después, “y fueron un alivio, aunque al principio se los saltaba todo el mundo”.

Después llegó el primer coche de la Policía, un Renault 18, y las motos. El Pollo llevaba una Ossa y le decían “el oso en la Ossa”. En una ocasión tenían que trasladar una valla y el Pollo le dijo que subiera atrás con la valla. “Yo le decía, ¿dónde me siento?”, porque no cabía. Así que el Pollo arrancó y Ginés se quedó de pie con la valla al hombro.

Trabajó repartiendo gas, como taxista, y estuvo 36 años en la Policía Local de Arrecife

La primera pistola que llevaron los guardias se la tuvieron que comprar ellos mismos y hacerse de la Guardia de Franco para poder llevar armas, que las compraban a los guardias civiles. Las guardaban en casa. Ginés la tenía en el ropero, y un vecino aprovechó que estaba en La Graciosa para robársela y atracar a unos turistas en la Cueva de los Verdes. Años después, en 1998, fue detenido por el asesinato de Fuencisla Espinosa. Después de aquello, Ginés, que hasta entonces nunca la había tenido que utilizar, renunció al arma. Y antes de eso había habido otros dos asesinatos: uno en la trasera del Díaz Pérez, un hombre mató a su mujer, y otro similar, en Las Rapaduras, pero con más víctimas. Un hombre de Las Breñas mató con una escopeta a una mujer, a su amante, y después se suicidó.

El primer robo

De tráfico, Ginés pasó a la oficina y después al negociado de multas. Había muchos atestados, “hasta por un roce”, recuerda. Hasta que el juez, Alejandro Álvarez, se cansó y les quitó el carné a dos de los que pleiteaban. Arrecife era una ciudad tranquila pero a veces había problemas de orden público. Cuando llegaba la flota andaluza, atracaban seis o siete barcos de golpe. Los marineros bajaban, bebían vino “que era fuerte”, se peleaban y se metían con la gente. “No había quien los metiera a camino”. Alguno acababa durmiendo en el cuartelillo hasta que venía el patrón y pagaba la multa.

También recuerda a Paco Fierro, que era capitán de la marina mercante, pero bebía y molestaba a la gente en el Bar Janubio. Al Pollo le ordenaron detenerlo y Paco le pidió que le dejara pasar por casa para coger una chaqueta, y después apareció en el balcón diciendo  que no le dejaba salir su madre, y no salió. 

No había muchos robos. “En mi casa no había pestillera, se afechaba y ya está”, dice, pero recuerda uno muy sonado. Fue en la calle Miguel Primo de Rivera. No había furgones blindados y el dinero del banco lo trasladaba un taxista, Chano Brito. En la esquina lo esperaba un hombre con pasamontañas que agarró la valija y echó a correr. Nunca lo pillaron. “Y el taxista gritaba -dice Ginés con una sonrisa-, chacho trae eso pa cá”.

Comentarios

Repasando el listado de los componentes de los municipales. Me parece a mi, que faltan detallar a: Francisco Padrón ( Paco El Zurdo ) y Manuel García ( El Hueso ).
Basilio Garcia, era conocido como Basilio y, Manuel Garcia, era otro guardia, es decir, son dos personas, lo digo por que Manuel es tío mio.
Nosotros somos hijos de Ramón Tavío y agradecemos que lo haya recordado.

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