Tchay Deign vive en Güime y cada tarde ve pasar por el horizonte “la mancha amarilla de la polución” de la central eléctrica. “Así que te sientas y dices: debería hacer algo mejor que esto”, asegura. Robert vive en Famara. Hace cinco años quiso instalar el mismo sistema que tiene en su casa de Austria desde hace veinte años pero no pudo, no lo permitía la legislación. “Me sentí como Don Quijote luchando contra los molinos de viento, o mejor contra las chimeneas de Unelco Endesa en Arrecife”.

Los dos, y muchos otros, cada vez más, ya han podido instalar en sus casas placas fotovoltaicas para generar electricidad no solo para su consumo sino para poder verterla en la red. En abril del pasado año cambió la legislación al entrar en vigor el Real Decreto 244 de 5 de abril que daba un más después del carpetazo al impuesto al sol de octubre de 2018 y ya permite aprovechar la electricidad que se genera en casa, no solo la fotovoltaica, y verter el excedente a la red.

Tchay tiene una casa grande y un apartamento alquilado y pagaba entre 160 y 180 euros de factura de luz. “Hice números y me iba a costar casi lo mismo y tenía todo el sistema para mí”. Ahora paga 40 euros, después de colocar una instalación de 18 placas y una batería de diez kilovatios, “la más grande”, que le costó algo más de 14.000 euros que ha sumado a la hipoteca.

Con el descuento de la factura y el aumento de la hipoteca, sigue ganando en el gasto mensual y aún no ha comenzado a cobrar por verter su electricidad a la red porque no se ha dado de alta. “Cuando me paguen, al menos será mejor ver una factura en la que te devuelven algo y además es energía limpia”, asegura.

Robert se asesoró en la Ventanilla única de energías renovables de la Cámara de Comercio y obtuvo el alta de autoconsumo con excedentes, Trabajo con Hola Luz con el método de almacenamiento en la nube y su factura mensual de electricidad no llega a diez euros. Antes pagaba una factura de unos 65 euros al mes. Escogió un sistema de tres kilovatios hora que le costó 5.000 euros y que genera el triple de la electricidad que necesita.

Dice que ahorra más de 600 euros al año y que la instalación se amortizará en ocho años. “Y lo mejor de todo es que la energía es limpia y puedo decir que no uso un solo vatio de la sucia central de Unelco en Arrecife”, señala. Pero añade: “Esto ya es un gran paso adelante, pero todavía no es justo porque no te pagan el exceso de electricidad al final del mes, aunque seguramente cambiará pronto con la llegada de los coches eléctricos”.

El sistema aún puede mejorar. Arnol Acosta es ingeniero instalador y destaca que la comercializadora de energía con la que se tenga contrato está obligada a comprar el excedente, pero hay restricciones. El consumidor compra la electricidad a un precio entre 12 y 17 céntimos, pero si vierte a la red le pagan a una media de entre 5 y 7 céntimos. Además, la rebaja en la factura solo es de la parte variable, la del consumo.

Hay una parte de gastos fijos que siempre hay que pagar, independientemente del consumo que se haga. También destaca que no se puede usar la red como batería, es decir, no se puede estar acumulando para verter después a la red. En otros países, un contador calcula lo que se consume y otro lo que se vierte y la factura puede salir a pagar o a cobrar. Acosta señala que el precio de los paneles ha bajado bastante y se pueden comprar desde unos 4.000 euros.

Respecto a otras islas, Lanzarote está en la cola. Desde que se abrió la Ventanilla única se ha atendido a 662 personas y se ha tramitado la instalación de 336 kilovatios, además de diversas subvenciones tanto del Instituto de la Vivienda como otras del Gobierno de Canarias. En la isla hay hoteles que han aprovechado el confinamiento para solicitar o hacer las catas de una instalación de energía geotérmica que ya tiene, entre otros, el Arrecife Gran Hotel.

Según fuentes del sector, esos hoteles pueden consumir todo lo que producen, no les hace falta verter la energía a la red. Además de las subvenciones del Gobierno, hay tres ayuntamientos, San Bartolomé, Yaiza y Haría, que hacen rebajas de hasta el cincuenta por ciento del Impuesto de Bienes Inmuebles si se instalan placas fotovoltaicas en casa.

Casas particulares y establecimientos ya pueden instalar energías limpias y verter a la red el excedente

“Canarias siempre va mas despacio, vamos a rebufo un poco por detrás y hay condiciones que son espectaculares en cubiertas, chalés y de clima que no hay en otros sitios, y además se podría usar la RIC y la rentabilidad es mejor y el precio es similar”, dice Javier Quintana, de Suntelco, una de las empresas especializadas en la Isla en este sector. “Para las oportunidades que hay se deberían estar montando muchas más”, dice.

Cree que ahora la legislación es más favorable para consumidores medios y altos, con facturas por encima de ochenta euros. “Si consumes menos, la curva de carga no te beneficia porque se hace difícil encajar el consumo en las horas de luz, en Alemania se te guarda el kilovatio y aquí no, si fuera así sería espectacular”, señala. Sobre a diferencia de precio entre la compra y al venta dice que se cobra el transporte pero que no debería ser así porque la energía sobrante va al vecino.

Quintana cree que, con algunas mejoras, las condiciones de Lanzarote son idóneas porque hay muchas vivienda tipo chalé y porque también es viable para restaurantes u hoteles, aunque estos establecimientos tendrían problemas para instalar los 700 u 800 kilovatios que necesiten en unas cubiertas de entre 1.000 y 2.000 metros cuadrados de cubiertas, y eso limitaría el ahorro.

Inversiones en suelo

“Estamos dejando escapar oportunidades”, señala Quintana. No se refiere a las instalaciones domésticas sino a placas fotovoltaicas en suelo, los llamados huertos solares. Dice que en Canarias se han aprobado unos 200 megavatios y en Lanzarote no llega a un megavatio porque muchos proyectos se rechazan por el impacto visual. Cree que “caben todas las inversiones”, que hay que intentar escapar de ls especuladores de las renovables y que está bien “democratizar” la energía pero no hacer todas las inversiones a través del Consorcio insular del agua.

Señala que hay lugares donde le impacto visual no es grande, que se ha colocado una instalación de 10.000 metros cuadros en el aeropuerto al lado de la carretera “y nadie se ha dado cuenta” y que si se produce impacto visual también hay que tener en cuenta el impacto medioambiental y social “que también es importante”.