En la calle Real han empezado a ser comunes los carteles anunciando liquidaciones por cierre, las ofertas de traspasos y las persianas bajadas. “Al final, no nos matará la enfermedad, sino el hambre”. Bien podría ser una frase que pudiera pronunciar cualquier trabajador afectado por la crisis derivada de la pandemia, pero en esta ocasión son palabras de una empresaria del centro de Arrecife: Elena, copropietaria de La Despensita.

Tras una triste Semana Santa de restricciones, y con la época estival a la vuelta de la esquina, los nubarrones se ciernen en torno al centro comercial de Arrecife. Esta zona, que antaño concentraba a los principales establecimientos de la Isla, se ha devaluado a pasos agigantados y ha visto descender de forma drástica el volumen de negocio. Aunque sus problemas no son nuevos, la contracción de la economía por la crisis del coronavirus amenaza con darle la puntilla.

“El centro de Arrecife, que debería ser la zona comercial y financiera por excelencia de la capital, se está quedando en nada. En cuanto cierren Zara, que es lo que sostiene el resto de negocios, muchos más caerán detrás. ¿Quién nos va a sostener entonces? ¿Los políticos?”, se pregunta Elena. “Nadie ha hecho nada en todos los años que llevo en la zona”. Palabras pronunciadas por esta veterana empresaria, tras comprobar que día a día, semana a semana y mes a mes, el “abandono institucional” y la “inseguridad” se ceban con los comercios de Arrecife, una ciudad que, asegura, “se viene abajo”, y no precisamente por la carencia coyuntural de visitantes.

A La Despensita acuden trabajadores de otros establecimientos de la zona y profesionales que trabajan en las oficinas y bancos que permanecen en las calles céntricas de la ciudad. Pero, ¿qué pasaría si estos trabajadores del centro perdieran sus empleos? Los empresarios temen que el previsible cierre en próximas fechas de una de las enseñas de Inditex, un establecimiento que ha servido de polo de atracción a la calle Real en los últimos años, suponga un batacazo para el resto de establecimientos comerciales y, como una cadena, para los bares y cafeterías de la zona.

Los empresarios se quejan de que la inversión pública ha brillado por su ausencia en los últimos tiempos. En el presupuesto de la comunidad autónoma del año pasado se recogían 500.000 euros para la zona comercial de Arrecife. Diez días antes de la declaración del estado de alarma, el Ayuntamiento publicitaba una reunión con la Consejería regional de Turismo y Comercio para planificar la inversión. En la zona comercial del centro, lamentan los empresarios, no se han visto obras de mejora. Hay quien pone como ejemplo el estado de la Plaza de Las Palmas, frente a la Iglesia de San Ginés, vallada por riesgo de que el suelo se hunda desde hace más de año y medio.

Elena y Paco, de La Despensita.

“Al final, no nos matará la enfermedad, sino el hambre”, comenta Elena

Al poco halagüeño panorama económico, se suman las críticas por la “inseguridad” que aseguran vivir comerciantes y vecinos, y que se ha incrementado en los últimos meses. Para terminar de dibujar el panorama, se añade la situación de personas en situación de vulnerabilidad, sin hogar, o con diversos problemas. Por las redes sociales han circulado fotografías y vídeos de personas haciendo sus necesidades fisiológicas a las puertas de los comercios o escupiendo en las terrazas de bares y cafeterías. Una clienta de Enmarcaciones Picasso, uno de los comercios más críticos con la situación y que durante los primeros meses del año han estado más activos en redes sociales, asegura que venir a Arrecife le provoca “ansiedad” y que ya apenas acude al centro.

Hace unas semanas, los comerciantes lograron una orden de alejamiento contra una de estas personas desatendidas que paseaban por la zona sin mascarilla e incomodando a los comensales de las mesas. Un problema que, en lugar de solucionarse, sólo se ha desplazado unas calles más abajo. Ahora son los comercios de la avenida marítima los que tienen que lidiar con sus actos, ante la ausencia de unos servicios sociales que se hagan cargo. Otra persona sin hogar sigue sus pasos por los aledaños de la calle Real. Alex, del café bar La Tentación, se entristece cuando cuenta cómo lo único que hace el Ayuntamiento de Arrecife es ofrecerles comida en la plaza frente a la iglesia, “como el que da de comer a las palomas”. “Creo que no es una solución, deberían habilitar una zona específica para ello, como un comedor social y un albergue que está abierto día y noche”, señala.

Nekane, de Café Gernika.

A Nekane, de Café Gernika, se le adivina el semblante triste tras la mascarilla. Sus ojos la delatan: “La orden de alejamiento ha sido un parche, el problema persiste”, dice. También lamenta la manera en la que falleció otra persona sin hogar, también en situación de desamparo, que circulaba por las calles del centro y que dormía en la calle Real.

“Insostenible”

Conchi, de Enmarcaciones Picasso, con más de tres décadas asentada en la zona, lo tiene claro: “La situación es insostenible, pero no me cansaré de denunciarla”. Cada mañana, al llegar a su establecimiento, tenía que lidiar con orines o excrementos, y la barandilla de la rampa de acceso al portal compartido con un edificio de oficinas y residencial servía de tendedero. Asegura que la falta de higiene era evidente, día y noche. “Respeto a esas personas y sé que hay muchas que no tienen más remedio que dormir en la calle, pero, ante todo, ahora mismo, está la seguridad sanitaria”.

Conchi, de Enmarcaciones Picasso, y Alex, de La Tentación.

Los empresarios temen que el cierre de Zara sea el fin definitivo de la zona

Vicente, de Queso Project, habla de “impotencia”. Este empresario con tienda gourmet en el centro de la capital comparte sus estancias entre Arrecife y Santa Cruz de Tenerife, donde cuenta con otro establecimiento, y comenta que no “hay ni punto de comparación” entre la seguridad y limpieza que se disfruta en la capital tinerfeña y la cara opuesta en la lanzaroteña: “Aunque no se puede comparar, la actuación policial en Santa Cruz es inmediata y se respira tranquilidad. En cambio, durante estos dos últimos meses vividos, Arrecife daba miedo”. Su propia madre fue víctima de una agresión. La respuesta que reciben de la Policía Local es que faltan recursos y personal.

“Arrecife no es una ciudad turística, vive del comercio y lo están dejando venir abajo, el abandono es total”, cuestiona Conchi, que asegura que muchos comercios se están yendo a otras localidades en las que se cuenta con mayor respaldo municipal. Al problema de seguridad que denuncian, se suma la falta de mantenimiento. Solo hay que pasearse por las vías aledañas a la calle Real, como en la que se encuentra La Despensita: el callejón está lleno de socavones.