SOCIEDAD

Confinados por obligación

Varios miles de personas en Lanzarote han permanecido aisladas por ser contactos estrechos de contagiados de coronavirus

Foto: Adriel Perdomo.
Saúl García 3 COMENTARIOS 28/10/2020 - 06:10

A unos los llamaron por teléfono, de repente, otros tomaron la decisión por iniciativa propia y otros tuvieron síntomas que parecían compatibles con la COVID-19. De una forma o de otra, todos han pasado varios días aislados en su casa, a la espera de recibir un resultado negativo en las ya famosas pruebas PCR.

Lanzarote ha superado los 1.200 acumulados desde el principio de la pandemia. La Isla llegó a estar con más de 500 casos activos al mismo tiempo, aunque octubre ha consolidado el descenso de la segunda ola de la pandemia. Este martes los casos activos ascendían a 69.

Fuentes del Servicio Canario de Salud señalan que los rastreadores se han sorprendido en muchas ocasiones de la cantidad de contactos que reportaban algunas de las personas que habían dado positivo, que se compensaba con muy pocos contactos en otros casos, pero calculan que se puede hacer una media de cinco casos estrechos por cada positivo.

Se estima que, desde finales de agosto, más de 2.500 personas, que en principio no estaban contagiadas, han estado obligadas a pasar de nuevo un confinamiento, o una cuarentena, en su domicilio, y la mayor parte de ellas lo han hecho en la capital de la Isla. A estos hay que sumar, lógicamente, los que también han estado aislados como positivos.

Se considera contacto estrecho a aquella persona que ha estado en contacto con un positivo en las 48 horas anteriores a la aparición de los primeros síntomas. Ambas personas tienen que haber mantenido un contacto a una distancia menor de dos metros y durante más de quince minutos. La cuarentena o aislamiento debe durar 14 días, aunque la pasada semana el Ministerio de Sanidad acordó que se rebajara a 10 por las nuevas evidencias científicas.

En cualquier caso, el aislamiento termina una vez que el contacto haya recibido el resultado negativo de dos pruebas PCR, ya que la primera puede no ser determinante porque no haya dado tiempo a que se desarrolle el virus.

Las instrucciones para los contactos estrechos son claras. Deben estar aislados dentro de su propio domicilio, si es posible, en una sola habitación, y salir con mascarilla a las zonas comunes, utilizar de forma exclusiva un baño, si hay más de uno en la casa, o desinfectarlo en cada ocasión que se utilice, tener platos, vasos y cubiertos propios y lavarlos aparte, al igual que la ropa.

Las condiciones socioeconómicas de muchas personas, no obstante, hacen muy difícil poder cumplir estos requisitos y a veces se opta por aislar a todas las personas que viven en el mismo domicilio o se requiere de ayuda externa si la persona vive sola o con un menor a su cargo. Por otra parte, es el positivo el que debe facilitar los datos de localización de sus contactos, aunque al contacto estrecho no se le desvela la identidad de quien dio positivo.

El aislamiento no siempre tiene los mismos efectos. Algunos jóvenes han pasado diez días jugando a la PlayStation y sin tener que recoger su cuarto, pero otros han temido por su empleo o han provocado el cierre temporal de los negocios donde trabajaban.

También ha habido quien se ha saltado el aislamiento, sin más, por supuesta necesidad o por inconsciencia. Sin embargo, también ha habido quien ha extremado las precauciones y ha decidido aislarse a pesar de no tener obligación, por precaución, al saber que había estado en contacto con un positivo.

Síntomas compatibles

Era el primer domingo de septiembre y Miguel estaba de vacaciones. Le costaba tragar y tenía mocos. Aunque estaba convencido de que era un resfriado, al día siguiente tuvo fiebre y llamó al 112. “Estás obligado a comunicarlo –apunta- aunque hay gente que dice que soy un exagerado”.

Los síntomas eran compatibles con el coronavirus. Después de varias vicisitudes y cambios de fecha, le hacen la prueba PCR y su médico le dice que no debe salir de casa. Estaba solo con su hija y se aislaron los dos con apoyo externo de la familia. “La prueba es molesta y, al final, solo fueron tres días encerrado, pero es nuestra obligación, es lo que tenemos que hacer”, dice. Asegura que se ha enterado del caso contrario, de personas que dan por supuesto que sus síntomas no son de coronavirus y salen a la calle: “Yo no quiero tener la responsabilidad de poder contagiar a alguien”.

Frente a los casos de personas que no hacen caso de las indicaciones, otras muchas las cumplen a rajatabla e incluso extreman la precaución de forma voluntaria

Mai tuvo otros problemas. Ella tenía síntomas y se aisló pero sus dos hijos, de 20 y 24 años, que viven con ella, no estaban obligados a hacer la cuarentena. Avisó de sus circunstancias a una compañera de trabajo, que también es vecina, y con la que no tiene muy buena relación y eso derivó en que la vecina insultó a su hija en las zonas comunes del edificio, creyendo que tenía que estar confinada.

Otra vecina fue más allá e hizo lo propio con su hijo y además llamó a la Policía, que intervino, le dio la razón a Mai e incluso le aconsejó que denunciara. “Los dos estaban autorizados a salir, habíamos hecho bien el protocolo, yo no salía nada, solo a las zonas comunes de mi casa y con mascarilla”, dice. Este episodio le provocó a su vez otro episodio de ansiedad. Habló con su médico de cabecera y este le escribió: “Compasión ante la ignorancia de la gente”. “No podemos ponernos a la altura de esas personas, que hacen daño a una persona joven sin necesidad”, añade ella.

Pilar ya llevaba confinada varias semanas, pero por otro motivo. Tenía una pierna escayolada y no podía salir de casa. Vive sola, pero tiene espejos, así que una compañera de trabajo le dijo que su sobrina, que es peluquera, podía ir a la casa a aplicarle un tinte en el pelo. Y fueron las dos.

A los pocos días, la peluquera dio positivo. Habían pasado más de dos días pero Pilar, por si acaso, decidió aislarse más aún y no recibir visitas, como hasta entonces. “Mi confinamiento fue que nadie viniera a verme”, dice. Esperó hasta que tanto la peluquera como su compañera dieron negativo.

Su compañera es Angélica y señala que por el positivo de su sobrina se pusieron nerviosos y fueron a hacerse un test rápido a una clínica privada. Antes había anulado un viaje previsto a Gran Canaria, por si acaso. Dio positivo aunque después el PCR dio negativo, pero supo que lo había pasado anteriormente.

“Estaba de vacaciones y me quedé en casa porque hay que ser responsable”, dice: “Si todos fuéramos responsables, esta pandemia no habría llegado tan lejos”. Nadie más dio positivo, ni siquiera ninguna de las clientas de su sobrina. Ha habido varias peluquerías, no obstante, que han tenido que cerrar por precaución, igual que otros comercios y varios restaurantes.

Las cenas

Es el caso de Susi. Estuvo cenando en un restaurante con una persona que dio positivo. Esa persona le llamó antes que los rastreadores: “Mi marido decía que éramos unos irresponsables...”. Dice que se le pasaron muchas cosas por la cabeza porque habían estado con sus padres y con sus suegros, aunque les había dado dos besos con mascarilla.

“Esta vez fue peor que la anterior porque antes estábamos todos confinados, pero ahora todo el mundo hace cosas menos tú”

“Lo peor es si contagias a alguien, como a tus padres, pero también piensas si vas a tener que cerrar el negocio 15 días, tal y como van las cosas este año... Te pasa todo por la cabeza, te quedas en blanco, aunque luego te vas relajando según pasan los días”, comenta.

Los días pasaron y no fue tan terrible. Se encerraron en casa ella, su marido y sus dos hijos durante ocho días, aunque supieron que eran negativos. “No fue catastrófico, pudimos ir trabajando, pero fue peor esta vez que la anterior, porque antes estaban todos confinados y ahora todo el mundo hace cosas menos tú”.

En el caso de Antonio, le dijeron que se aislara porque su hijo era contacto estrecho de un positivo y a su vez dio positivo, aunque después resultó ser un falso positivo. “Nos pusieron a todos en cuarentena, a pesar de que yo no vivo con él y no le había visto en los días anteriores”. Habla de descoordinación porque unos rastreadores le dijeron que se aislara y otros que por qué se había aislado si no era necesario.

Dice que hubo exceso de celo porque él no debía estar en cuarenta, pero la pasó en su casa en el campo y no lo pasó mal. Eso sí, dice que “a la gente le falta un poco de responsabilidad”. Su hijo, el hermano y la madre, por contra, estuvieron más de 20 días en casa y finalmente dieron negativo.

Comentarios

Unos pecan por exceso y otros por falta.
Y lo correcto, como no podía ser de otra manera, es lo que haces tú.
Al 2. Por supuesto. Yo también te respeto...

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