[DE BARRIO EN BARRIO – La Destila de Arrecife]

Bar La Destiladera, patrimonio intangible de los lanzaroteños

El histórico bar de la calle Pedro Barba de Arrecife lleva décadas siendo el punto de encuentro social de varias generaciones

El popular Toño Luna es la cara visible del bar de la calle Pedro Barba. Foto: Manolo de la Hoz.
Lourdes Bermejo 4 COMENTARIOS 18/05/2019 - 10:16

Toño Luna es, sin lugar a dudas, el vecino más popular del barrio de La Destila. Regenta en la calle Pedro Barba de la capital el bar La Destiladera, fundado por su padre en los años 70 y por el que han pasado, y siguen pasando, varias generaciones de lanzaroteños. “Mi padre era cordobés y mi madre de Máguez. Él vino aquí a hacer el servicio militar recién terminada la Guerra Civil y se quedó”, cuenta Toño.

Los Luna, que siempre trabajaron en familia, fueron los primeros feriantes de Lanzarote. “Mi padre montaba los tableros y los toldos en las fiestas y después tuvo el carricoche, un Citröen, como los que usaba la Policía francesa, arreglado y pintado con un rótulo de Cervezas Tropical, a cambio de la exclusividad de la venta de la marca”, recuerda. El vehículo se instaló en la segunda mitad de los años 60 en El Reducto, donde se concentraba la rudimentaria oferta hostelera de la época. “Estaba la furgoneta de Chano Acuña, la de Paco, en el paso de peatones, y la de mi padre”, explica Toño.

En el año 72 llegó el momento de cumplir con el servicio militar, primero con el período de instrucción en Hoya Fría (Gran Canaria), luego en el Batallón de Lanzarote y, como destino final, la colonia española de Villa Cisneros, en África, donde “por seis meses” no vivió la marcha verde (retirada de la Legión del Sáhara), “aunque sí el ambiente previo que se respiraba en aquellos momentos históricos”.

A su vuelta a la Isla, Antonio se incorporó al negocio familiar. “Los tres hermanos varones, Wicho, Suso y yo, trabajábamos con mi padre”, dice. En La Destiladera se sirvió el primer pescado frito al estilo andaluz, con harina de garbanzo, y otros platos como los burgaos o el popular pulpo frito con mojo, que tiene su propio secreto de cocina y ha de quedar “como si el pulpo estuviera bailando sevillanas, con los rejos hacia arriba”, explica Toño. Este plato era el favorito de César Manrique, un habitual del bar, que un buen día, y haciendo honor a su generosidad, le dibujó las cartas. “En ellas se ve cómo era antes el local, todo blanco de mampostería, con la destiladera que le daba nombre”, indica el propietario. Manrique solía acudir a menudo a comer, en compañía de otros artistas, como su amigo Dámaso o su secretario y la pareja de éste, Cipriano y Carmensa de la Hoz.

La Destiladera fue, junto a Los Conejeros, el primer bar de Lanzarote en el que se produjo una redada en las postrimerías del franquismo

Con esta característica estética isleña, llegaron los 80 a Lanzarote en medio de una auténtica revolución cultural, liderada por algunos jóvenes miembros de la familia de Manrique y otros amigos, conocidos popularmente como Los Yuyus o Los Modernos. “Primero venían sus padres, luego ellos y ahora vienen sus hijos”, cuenta Toño, que se siente orgulloso de haber atendido a varias generaciones de lanzaroteños. “¿Qué qué diferencias hay entre las clientelas de distintas épocas? Yo solo aprecio que ahora los chicos tienen más calidad de vida, las nuevas tecnologías les dan vidilla, pero, al final, los jóvenes de todas las épocas son iguales, ya que se reproduce lo que se ve en casa. Toño considera su familia a buena parte de sus clientes, algunos fieles a su cita semanal o incluso diaria, como es el caso de Amado Quintana. “Buena parte de Los Yuyus sigue viniendo cada viernes, se sienta fuera, haga viento o no haga viento”, cuenta Antonio. Esta modernísima pandilla de los 80 no despertaba las simpatías de todo el mundo. “Hay quien se resistía a tanta modernidad, pero aquí jamás se ha vetado a nadie, en este bar se ha mezclado gente de todo tipo, sin ningún problema”.

Sin embargo, esto no es exactamente cierto, ya que La Destiladera fue, junto a Los Conejeros, el primer bar de Lanzarote en el que se produjo una redada en las postrimerías del franquismo. “Aquí se solían reunir los miembros del movimiento independentista MPAIAC, Salvador, Suso El Patera… Un día, tras pasar algunas veces por la puerta en el coche patrulla, vimos cómo se cruzaba uno de los Land Rover en la calle y otro aparcaba pocos metros atrás, flanqueando la puerta. Se llevaron detenidos a unos cuantos. Fue un shock porque aquí jamás había pasado nada de eso, pero en menos de un día estaban de vuelta”, dice Luna, que continuó sirviendo a estos clientes como siempre.

Por La Destiladera han pasado desde Nuria Espert hasta varios presidentes de Canarias y el mismísimo Santiago Carrillo, histórico secretario general del PCE. “Había que estar pendiente de que no se le llenara el cenicero”, recuerda Toño, por el tabaquismo irredento del líder comunista.

El pulpo frito era el plato favorito de César Manrique, un habitual del bar, que un buen día, y haciendo honor a su generosidad, dibujó las cartas

Después de tantas vivencias y a sus 67 años, Antonio Luna piensa de vez en cuando en jubilarse, aunque sus amigos casi se lo tienen prohibido. “Depende del día, digo: ‘me voy’, pero al final pienso ¿y qué hago? Si ni siquiera se puede ya ir a pescar o mariscar. ¿Qué haría en mi casa?”, reflexiona. No le gusta viajar, así que tampoco da ese capricho a su esposa, Margarita Cabrera, Mara, amante de conocer otras latitudes. El matrimonio, que tiene dos hijos de 38 y 28 años, sí aprovecha los fines de semana para ir a comer con los amigos de siempre. “Pero a las siete de la tarde, el sábado, abro el bar, que es un día fuerte”, dice.

Toño ha pasado prácticamente su existencia trabajando en la hostelería en Lanzarote, con una sola excepción, los meses que vivió en Fuerteventura, junto a su amigo Manolo El Pájaro, ya fallecido, “el mejor amigo que he tenido en mi vida y a la persona que echo de menos todos los días”, dice. Ambos se conocieron siendo casi niños, cuando Antonio tenía 17 años y Lolo 14, “aunque ya entonces se afeitaba, iba con gente de más edad y él mismo parecía mayor”. Lolo había llegado a Lanzarote en un campamento de la OJE en El Reducto, donde el padre de Toño tenía el autobar. “Nos hicimos tan amigos que, cuando llegó el momento de irse, Manolo se quedó porque empezaban las fiestas de San Ginés. Mi madre llamó a la suya, que era de las pocas personas que entonces tenía teléfono en Fuerteventura, y se quedó hasta el final de las fiestas”, recuerda. La amistad juvenil se mantuvo toda la vida y a finales de los 80, Lolo, que se había convertido en un empresario de éxito en la zona norte de la isla majorera, lo reclamó para que le ayudara en uno de sus negocios, “una jaima en las grandes playas, que finalmente no funcionó”. Sin embargo, Toño pasó a trabajar en el mítico restaurante El pájaro chino, de donde proviene el sobrenombre de su amigo, conocido por este apelativo. La aventura duró poco, ya que Antonio Luna padre decidió repartir sus propiedades en vida entre sus hijos. “A mí me dio La Destiladera, ya que la idea de montarlo había sido mía”. Así que Toño volvió a Lanzarote.

Como gerente de uno de los locales más emblemáticos de la Isla, el empresario aboga “por que se cuiden este tipo de bares, que además están en unas calles muy céntricas, que podrían tener más vida si se ayudara a estos negocios”. Habla de “Ginory, Tin Tan, Guanapay, el bar de Enrique detrás de la iglesia o Chiqui en Altavista”, y destaca Los Conejeros “que es el bar al que yo iría a comer si no tuviera que trabajar en mi propio negocio”, asegura. “Es el único sitio en el que aún se puede comer tollos”, dice, lamentándose del elevado precio de algunos pescados locales como el calamar sahariano.

Aunque la parroquia espera que La Destiladera siga acogiendo lanzaroteños de toda edad y procedencia por muchos años, Toño duda de si habrá llegado el momento de pasar el testigo. Ante una decisión de tal calado, dado que el bar es, prácticamente, patrimonio intangible isleño, sentencia: “No pasará a cualquiera. Si tengo que hacerlo, de dejárselo a alguien, será para un amigo mío que está interesado. Será para él”. Esperamos tardar mucho en saber el nombre del elegido.

Comentarios

Felicidades, todos hemos disfrutado del Bar La Destiladera. Toño Luna, el Toño de siempre : PURA AMABILIDAD
Si ese bar sigue ahí, no entiendo lo de intangible.
Pues habrá cambiado ahora;Porque de joven era muy orgulloso.
¿ Toño. Te acuerdas cuando decías que eras familiar de Manuel Benítez " El Córdoves " debido que tú padre era de aquella provincia andaluza ?,

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