-Haría fue el ayuntamiento que más tardó en tener un grupo de gobierno estable, con una fórmula que no ha sido habitual en Lanzarote, la de una alcaldía a tiempo compartido. ¿Cómo ha sido este primer año de mandato y la convivencia con CC?

-En el grupo de gobierno hemos tenido bastante concordancia y nos entendemos. Hay unas pautas, pero cada departamento tiene bastante autonomía. Desde el principio entendimos que este primer año era crucial para organizar internamente el ayuntamiento. Obviamente ha sido un año complicado, marcado por la pandemia, pero ese primer objetivo se ha logrado.

-¿Y la relación con el único partido de la oposición? ¿Cómo se torció el buen trato que aparentemente tenía el PSOE con la Plataforma de Haría?

-La Plataforma ha entendido la oposición de manera demasiado agresiva. El empeño de Pepe Torres por ser alcalde y sus ansias de protagonismo truncaron prácticamente cualquier posibilidad de acuerdo. Los dos partidos que formamos el gobierno [PSOE y CC] coincidimos en que es el mejor pacto para Haría, sobre todo después de conocer a la verdadera Plataforma, que es muy poco colaborativa en una situación tan complicada como la actual.

-Se le ha criticado que haya permitido que el Cabildo utilice el Aula de la Naturaleza de Máguez para acoger a migrantes.

-Quien fue 16 años alcalde no conocía ni siquiera su propio inventario de bienes. En 1988 esa instalación se cedió al Gobierno y éste, a su vez, al Cabildo. Alimentaron una convocatoria en redes sociales y una recogida de firmas que traspasaba lo xenófobo. Aunque no sea competencia del ayuntamiento ni sea propietario de ese inmueble, no me voy a poner delante de la puerta para que no entren los migrantes, ni muchísimo menos. Todo lo contrario. Si fuese mi responsabilidad, abriría la puerta. Se puede entender que haya vecinos que tengan cierto temor, pero hay que dar una atención humanitaria a los migrantes. Y es cierto también que el Gobierno central debería haber proporcionado, desde hace años, una solución.

-¿Cómo afronta ya el Ayuntamiento de Haría esta segunda ola de COVID-19?

-La primera ola golpeó duramente el municipio. En marzo había vecinos en un viaje del Imserso y ocurrió la desgracia de que varias personas enfermaran y dos fallecieran. Fue una situación muy complicada y dolorosa. En Lanzarote, las instituciones tenemos una mesa de coordinación insular, liderada por el Cabildo, para tratar de paliar una situación que creo que se está volviendo a escapar de las manos. Se han endurecido muchísimo las sanciones y estamos limitando el aforo de las playas para evitar aglomeraciones. Este verano hemos cerrado La Garita varias veces.

-Este verano las protestas de los autocaravanistas se han centrado en Haría, por no tener habilitados espacios para estacionar. ¿Cómo considera que debe definirse el uso del litoral?

-Mientras yo sea alcalde, acampadas cero. Ni por parte de caravanas ni de nadie que pretenda pernoctar en nuestras costas. Esa es nuestra premisa. Se está elaborando una ordenanza de playas que va a ser muy estricta en ese sentido. En otros espacios, que no sean del litoral, estamos dispuestos a valorarlo, pero primero habría que modificar el planeamiento municipal y el Plan Insular. Hoy en día solo se contemplan como zonas de acampada Papagayo y, en La Graciosa, la playa de El Salao. Si tuviéramos que modificar el Plan General para ubicar las caravanas no tendríamos inconveniente, pero no en el litoral.

-El Ayuntamiento de Haría dispone de unas cuentas saneadas. ¿Tiene margen para afrontar la crisis?

-Nuestro presupuesto está en 7,2 millones, el remanente sobre unos 3,6 millones y no tenemos deuda bancaria. La situación económica es buena, pero el ayuntamiento no tenía, por ejemplo, un departamento de Contratación, que se ha creado en el último año. Esto es complicado de explicar a los vecinos, pero es fundamental. En apenas nueve meses se han sacado a licitación más contratos que en los últimos 10 años. Por contrataciones como la de electricidad, combustible y otras, estimamos un ahorro de unos 400.000 euros anuales. Ahora se espera que los ingresos se reduzcan y, aunque como dice todo el mundo, la partida de festejos no se utiliza, eso no cubre la merma de recursos ni el incremento de los fondos para Servicios Sociales. En este ámbito, la demanda se ha multiplicado por cuatro y atendemos a 125 familias.

“Mientras yo sea alcalde, acampadas cero. Ni por parte de caravanas ni de nadie que pretenda pernoctar en nuestras costas”

-En esta tesitura, ¿qué obras y servicios puede afrontar?

-Este primer año completo de gobierno queremos dejar asfaltado todo el municipio. Se ha empezado por Ye, una parte de Máguez y Mala. Se va a sacar otro medio millón, probablemente con cargo al remanente de tesorería. Algunas calles en Haría y en Máguez llevaban muchos años en mal estado. En Mala hay un proyecto, pero se quiere desarrollar de forma coordinada con la implantación de alumbrado eficiente.

-Cuando estaba en la oposición insistía en que se ejecutase la sentencia a favor del ayuntamiento que obliga al Cabildo a indemnizar por la Cueva de los Verdes. Ahora que gobierna, ¿ha cambiado su postura y las circunstancias?

-El convenio, curiosamente, no resolvió lo más importante, que es cómo se materializa la indemnización. El principal problema es que el Cabildo solo se comprometía a pagar la indemnización que se contempla en la sentencia “en la medida de sus posibilidades”, pero sin ninguna garantía de pago. Es necesario cuantificar la indemnización, que estimamos en 10 millones, y un plan de pago, cuyo plazo no va a ser ningún impedimento porque somos conscientes de la realidad económica. Si todo va bien, se concretará en septiembre. Si no, en octubre el ayuntamiento tendrá que declarar que ese convenio es nulo y volver a pleitear.

-¿Alfredo Villalba no tendría inconveniente en pleitear contra el Cabildo, pese a compartir color político?

-Ninguno. No sería ni el primer ni último pleito entre instituciones, aunque sean del mismo color político. A mí me corresponde defender los intereses de Haría, y el Cabildo es consciente de ello.

-Con la crisis del coronavirus hemos corroborado que la economía lanzaroteña depende incluso más del turismo que lo que se intuía. Haría tiene una vertiente turística, pero también vinculación con el sector primario. ¿Por qué modelo apuesta?

-Creo que Haría es el municipio que mejor ha soportado esta situación, una vez que se ha recuperado la movilidad de personas. Estoy en contacto con los restauradores y están satisfechos por la actividad, incluso algunos apuntan que está siendo mejor que el año anterior. Igual el modelo turístico que se tendría que trasladar es el de Haría. Es un debate por abrir. En el municipio no hay hoteles pero sí mucha vivienda vacacional y establecimientos rurales. Esa planta alojativa está prácticamente llena. Es imposible encontrar un apartamento en Arrieta y Punta Mujeres. Pasa lo mismo en La Gomera o en El Hierro.

-Con ese modelo como predominante, quizás Lanzarote podría aspirar a un millón de turistas al año en vez de tres millones, y la población en vez de 150.000 personas tal vez sería la mitad...

-Como modelo para extender al resto del territorio es complicado, pero sí hay ciertos elementos que nos deben hacer reflexionar qué camino queremos seguir. Estamos orgullosos de tener el tipo de oferta alojativa que tenemos, vinculada a la vivienda vacacional y el turismo rural. Todos estamos de acuerdo en no tener una oferta turística convencional en el municipio.

“Igual el modelo turístico que se tendría que trasladar, con vivienda vacacional y turismo rural, es el de Haría, aunque es complicado”

-Se está modificando el Plan General, de cara a reducir el tamaño mínimo de parcela para edificar en el pueblo de Haría. ¿No puede desvirtuar su carácter?

-No. Estamos hablando de unas 40 viviendas unifamiliares, no apartamentos, con una ordenanza estética, en parcelas de 500 metros, la mayoría en el centro del pueblo. Todos votaron a favor. Hay muchos jóvenes de mi generación, que nacieron en los años 70 y 80, que han tenido que salir del pueblo porque, pese a tener terrenos heredados, no pudieron construir su casa. No hay detrás un movimiento especulativo.

-¿De qué manera se puede dar un impulso al sector primario del norte de la Isla?

-Es bastante complicado, sobre todo teniendo en cuenta el servicio de Canal Gestión. Hay cortes que no afectan solo al sector primario, sino al agua de uso doméstico, todas las semanas y en casi todos los pueblos, y no por falta de infraestructuras de distribución. Si con la Isla con un porcentaje bajo de ocupación no son capaces de abastecer a los ciudadanos... La empresa tiene un contrato y quitárselo no es sencillo. Hay que demostrar jurídicamente que existen incumplimientos y en eso estamos. Con Canal tenemos muy poca conversación y ya estamos recabando datos para ir al Juzgado.

-Uno de los problemas heredados es la situación del tráfico y los aparcamientos de Órzola, un pueblo que destacaba por su belleza y tranquilidad.

-Ha dejado de ser ese pueblo, es la realidad. Hay una asignatura pendiente que estamos intentando, a marchas forzadas, dejar planificada. La única solución es sacar los aparcamientos a una zona que no moleste a los vecinos y, a través de una lanzadera o un trenecito, llevar a los pasajeros de un sitio a otro. Además de regular los horarios de los barcos. Vamos a proponer a Puertos Canarios, antes de que termine el año, que se regule estrictamente el horario de los barcos. No puede haber uno cada media hora. El pueblo está volviendo a recuperar el encanto que tenía, gracias a la iniciativa privada, con una oferta gastronómica muy buena por parte de un grupo de jóvenes. Lo que falta es sacar todos los aparcamientos y para ello estamos buscando suelo, que hay que comprar. Va a ser muy difícil que en lo que me queda de mandato se vaya a resolver.

-¿Lo que le queda de mandato es hasta 2021 o hasta 2023?

-Junio de 2021.

-Lo dice con una sonrisa...

-Yo siempre tengo una sonrisa. Me río porque todo el mundo dice lo mismo: “cuando llegue la fecha te inventarás alguna excusa para no dejarlo”. No hay ninguna excusa para que, llegado al día, tengamos que hacerlo... salvo que el propio socio de gobierno lo pida o esté de acuerdo.