Joaquín Estefanía, director adjunto de El País

“Si hay precariedad en los medios de comunicación, no hay democracia”

"Cuando uno está en Twitter o en Facebook forma parte del negocio de dos grandes multinacionales", señala

Foto: Adriel Perdomo (Cedida por la FCM).
Saúl García 0 COMENTARIOS 18/07/2018 - 07:21

Pronunció en la Fundación César Manrique la conferencia ‘La tribu de los topos. Jóvenes rebeldes’, en la que habló de los tres movimientos juveniles que han marcado los últimos cincuenta años. Acabó diciendo que el cambio climático es el mayor problema al que se enfrenta la Humanidad. La entrevista comienza donde acaba la conferencia.

- El estado del bienestar está asociado al consumo pero si se quiere luchar contra el cambio climático estamos obligados a consumir menos. ¿Puede haber una generación que haga una revolución para vivir peor?

- Hay una contradicción si no se cambia el modelo de crecimiento. Los economistas están estudiando cómo desacoplamos el crecimiento económico y el de las emisiones de efecto invernadero, porque si no, mientras arreglamos un problema, desarreglamos el otro. En estos momentos ese es justamente el debate que está habiendo después del Acuerdo de París: cómo conseguimos esto.

- Es una solución muy compleja...

- Mucho. Hasta ahora la batalla ha sido el convencimiento de que existe el cambio climático, que tampoco ha sido fácil. Ahora se trata de cómo corregir ese cambio sin estropear el empleo, el crecimiento o la inversión pública, y ese es el debate que está habiendo.

- ¿Y se puede hacer dentro del sistema capitalista?

- No es el modelo capitalista sino el modelo de crecimiento. Dentro del capitalismo hay modelos más eficientes que otros, como el de los países nórdicos. Habrá gente que quiera cambiar el sistema, pero mientras eso se consigue, que será fruto de varias generaciones, hay que resolver el problema del cambio climático, y eso se debate en la Unión Europea con un elemento terrible, y es que Estados Unidos se ha salido de esta conversación.

- ¿No se trata de decrecer en lugar de crecer de otra manera? 

- No. Hay que crecer de otra manera. Decrecer no, porque mientras un país tenga un 17 por ciento de paro, no se puede pedir a la gente que decrezca. Hay que buscar el crecimiento en otros sitios.

- ¿Qué le parece la renta básica?

- Depende de lo que llamemos renta básica. Si es una parte más del estado de bienestar, me parece muy bien que lo debatamos. Si llamamos renta básica a una renta que se da a los ciudadanos por el mero hecho de serlo y se les dice... allá te las compongas, y tienes renta básica pero no tienes educación ni sanidad pública… Todo el mundo habla de ella, pero hay distintas rentas básicas. En la Cumbre de Davos, cuando se reúne la gente más rica de todo el mundo y hablan de la renta básica, no hablan de lo mismo, hablan de esa renta: darle a un ciudadano la posibilidad de repartirse su propia miseria.

- Decía en la conferencia que ha cambiado el sujeto histórico de transformación social, de la clase obrera a los jóvenes y ahora a la mujer. ¿No ha cambiado también el eje, de occidente a los países emergentes?

- Ahora, además de tener en cuenta la fractura izquierda-derecha y arriba y abajo, hay que tener en cuenta la de centro-periferia, porque justamente eso es lo que está cambiando. Tener una reflexión sobre estos problemas globales sin tener en cuenta a esas partes del mundo es absurdo. Los problemas se han agudizado desde que una parte del mundo, principalmente China e India, se han incorporado al consumo.

- ¿Se le dio la suficiente importancia a la Primavera árabe?

- Sí, le dimos importancia en su momento y probablemente no le dimos mucha importancia al hecho de que fracasó en todos los países excepto Túnez, probablemente.

- Dicen que esta es la juventud más preparada, pero ¿también es la menos ideologizada?

- Lo de si es más o menos preparada no tiene importancia si no tiene oportunidades para demostrarlo. Lo que están haciendo es romper las ideologías cerradas del pasado y han hecho una mixtura con lo mejor en unos casos y lo peor, en otros, de esas ideologías. En ese sentido es más difícil que antes tener una conciencia política propia.

- Asegura que los jóvenes desconfían de todo lo que les rodea, incluidos los medios de comunicación, pero es que también ha cambiado el lenguaje en el que se informan, del escrito al audiovisual….

- O ni siquiera. Los estudios indican que se informan a través de las redes sociales y escogen de todos los sitios lo que les interesa. El problema es que a las redes sociales también les ha llegado su crisis de adolescencia y en estos momentos pertenecen a las grandes multinacionales tecnológicas. Cuando uno está en Twitter o en Facebook forma parte del negocio de dos grandes multinacionales. Ya está empezando a producirse la reflexión sobre las propias características de las redes sociales, que tenía que llegar, porque ni han supuesto un fenómeno de democratización, que todos creíamos que iba a ser, ni son el monstruo que los poderes públicos dicen que son. En las redes, mucha gente es más radical que nadie pero luego eso no afecta a su acción política. Es decir, en las redes se habla mucho y se hace poco, y muchas veces se hace con seudónimo. Muchos de esos radicales no participan luego en la acción política para cambiar las cosas.

- ¿Y los medios tradicionales tienen capacidad para adaptarse a las nuevas generaciones?

- Tendrán que adaptarse o morirán, y no tienen muchas oportunidades para hacerlo. Pero no solo los medios tradicionales. Los medios que han aparecido en los últimos años no tienen la posibilidad de contar cosas que están sucediendo a nuestro alrededor porque no tienen economía para hacerlo.

- ¿El quid de la cuestión de los medios es quién es el propietario?

- No. Eso es muy importante...

- Pero la gente lo ve como un problema… ¿La solución sería que lo pagaran los ciudadanos?

- Eso va a llegar más temprano que tarde. Ya está habiendo una oleada en Estados Unidos donde se está produciendo eso, pero a mí, como periodista, no me importa tanto el problema de los propietarios de los medios como el problema de los periodistas. Nosotros tenemos una capacidad de autonomía grande hasta llegar a chocar con los intereses de nuestros propietarios y muchas veces no usamos ese grado de autonomía.

- Usted ha sido profesor en la Escuela de Periodismo de El País en los últimos veinte años. ¿Cómo han cambiado los alumnos?

- La principal preocupación, ahora, de los alumnos, es cómo sobrevivir siendo periodista. Los alumnos que encuentren trabajo van a ser lumpen proletarios, ni siquiera proletarios. La principal preocupación es en qué condiciones van a ejercer su profesión. Hace una semana me entrevistaron en A Coruña para una radio, y traía una sola persona para grabar en audio y en vídeo y me preguntó qué hay que hacer para ser buen periodista y yo le conté el rollo de la formación continua y todo eso. Y me respondió: y todo eso por 600 euros.

- La precariedad es el mayor enemigo de la libertad de prensa...

- Por supuesto. Mucho más que los propietarios.

- Una cosa va unida a la otra.

- Si hay precariedad no hay democracia. Un día tendremos que llegar al problema de quién son los medios de comunicación pero hasta que llegue ese día tenemos que resolver muchas cosas de nuestro día a día que aún están sin resolver.

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