CULTURA

“En ‘Dibrusado’ utilizo expresiones que hemos ido dejando atrás sin más pretensión que la satisfacción propia”

Jaime Quesada, maestro y poeta

José Juan Romero 0 COMENTARIOS 27/03/2021 - 09:26

Palabras como endenantes, encachasado, revoco, enguruñado o desinquieto se han guarecido en Facebook al zoco de las décimas que Jaime Quesada ha ido publicando durante años y que ahora se recopilan en el libro ‘Dibrusado en el muro’, publicado por el Cabildo. El autor, que representó a la Isla en el proyecto de la Fundación Pancho Guerra ‘Los cuentos famosos de Pepe Monagas en décimas’, y que ha escrito siete cuentos imprescindibles de literatura infantil canaria ambientada en Lanzarote, fue durante más de 30 años maestro y director de la escuela de Playa Blanca, donde una calle lleva su nombre.

-¿Qué supone ‘Dibrusado en el muro’ dentro de su trayectoria creativa?

-Una sensación agradable. Un libro nuevo es la culminación de un proceso de trabajo, en mi caso voluntario. El formato impreso rompe esa tendencia actual de la inmediatez. Al libro se podrá volver cada vez que se quiera mientras que en las redes todo pasa veloz, como si una fuerza centrífuga obligara a pasar página a toda velocidad. Esa es mi impresión, quizás errónea. Siempre que puedo y creo conveniente intento poner alguna palabra de las que vamos dejando de usar, pero sin ninguna otra pretensión que la de refrescarnos un poco la memoria al tiempo que hago un homenaje interno a personas mayores que dejaron su huella en mí. Ojalá conociera más para poder mencionarlas, dejarlas escritas y contribuir a su conservación, como otras personas también lo hacen.

-El contenido empezó apareciendo en Facebook. ¿Cómo es su relación con las redes sociales?

-Yo solo conozco Facebook y mi participación en esta red se concentra en la publicación de poemas, generalmente acompañados de una foto. Veo positivo que las personas que quieran aporten experiencias, reflexiones, etcétera, pero no voy más allá. Cada cual hace uso de este medio como quiere, yo intento que mi aportación sea agradable y, si es posible, con un poco de carga pedagógica, algo tendrá que ver en ello haber ejercido el magisterio durante tantos años.

-El autor del prólogo, Ángel Fernández Benéitez, aprecia esta obra como un canto en décimas y romances a “la verdad sin los aspavientos metafísicos tan en boga”. ¿Cómo creció esta obra?

-Tiene una larga trayectoria de años sin que el horizonte o la meta final fuera la publicación impresa. Efectivamente, en el libro se canta al trabajo en el campo, a la mujer rural, a la escuela... La cotidianidad, el desarrollo diario de nuestra sociedad, la celebración de días singulares, como el de la madre, el cáncer... Los derechos de la infancia... Muchas veces me han ayudado a reflexionar sobre las cuestiones y así lo hice, con décimas, seguidillas o romances. No es que haya mucha planificación. A veces, a lo largo del día, voy madurando una idea y el resultado es una décima sobre una flor, otras veces bastaba con ir de mano con mis nietos, un jolatero... En ocasiones la maduración me llevaba varias jornadas hasta quedar satisfecho con el resultado, otra cosa distinta es la opinión de los lectores y lectoras.

-El itinerario temático es extenso y variado. ¿En qué medida descubre el ideario y los afectos del autor?

-Indudablemente en el contenido he reflexionado sobre cosas que considero importantes y que me han interesado. Como el trabajo recoge intervenciones de varios años, es amplia la gama de aspectos culturales, familiares y hasta políticos, pero sin significarme políticamente, aunque si los ojos son ventana que dejan ver el interior, de cada poema se podrá extraer alguna idea que no esté implícita en el texto, no lo dudo. Hubo momentos (intento de extracciones de crudos) que consideré necesario manifestar mi opinión, sin otra pretensión, como he hecho con el tema de las concertinas, las muertes en la costa, etcétera. Nada que cualquier corazón sensible no quiera manifestar.

“En el libro se canta al trabajo en el campo, a la mujer rural, a la escuela...”

-¿Qué destaca de la décima como vía de expresión?

-Esto empezó como un juego en el que la estrofa a resolver era la décima. En el libro es la composición más abundante porque generalmente me dediqué a trabajar en ese formato que, por otra parte, me parece muy interesante, no en vano en nuestra Isla fue muy común su uso en ambientes rurales. El punto cubano era un recurso habitual en generaciones anteriores, padres, abuelos, con los que establecían controversias, ridiculizaban con arte acciones del otro, etcétera. No sé exactamente la razón, pero en ocasiones me veo trabajando con la métrica de la seguidilla, otras con la rima asonante del romance y otras con la redondez de la décima.

-Dibrusado es una palabra potente. Como escritor, ¿qué le aporta la recuperación de palabras?

-Dibrusado tiene esa connotación de relajación, de tranquilidad, reposo, cualidades todas ellas que predisponen, si se quiere, al ejercicio de la lectura. Efectivamente hay una gran cantidad de expresiones que hemos ido dejando atrás y en Dibrusado las utilizo sin más pretensión que la satisfacción propia. Recién llegado a mi destino de Playa Blanca, en el curso 1978-1979, un alumno amenazó a otro con darle un “porriñazo”, también usaban “faluga” por falúa, expresión ésta que puse en el relato Toba y los chicos de la playa y que a Ángel Fernández Benéitez, quien para satisfacción mía prologó el libro, le encantaba. Creo que se desprende de lo que digo el cariño y el respeto que tengo por esta parte inmaterial de nuestro acervo que debemos preservar. Yo no dudo en hacer mi pequeña aportación para que así sea.

-A través del Programa de Animación Lectora del Cabildo de Lanzarote, publicó los relatos ‘Torano’, ‘Toba y los chicos de la Playa’, ‘Temuime’, ‘Tremesana’, ‘Tajorase’, ‘Las Casitas’ y ‘Lisa’. ¿Qué ingredientes les mantienen vivos para animar a la lectura en la actualidad?

-Los ingredientes siguen ahí tan vigentes como cuando nacieron los textos para trabajarlos: excursiones para recorrer los lugares donde transcurren los relatos, los valores que se proponen, vocabulario, teatro, música, participación de las familias, experiencias de nuestros mayores que acudían al centro a exponer cómo eran sus trabajos... Hacer que los niños y niñas se convirtieran en los verdaderos protagonistas de los relatos era un ejercicio extraordinariamente motivador, para ellos y para los docentes, la clave para obtener el éxito esperado.

-Torano se ha convertido en el personaje de la literatura infantil canaria más conocido en las aulas lanzaroteñas. Como padre suyo, tantos años después, ¿cómo lo ve?

-Torano nació cuando Playa Blanca estaba en plena expansión turística, el colegio rápidamente pasó de ser escuela unitaria a convertirse en uno de los centros más grandes de Canarias. La multiculturalidad era una de las nuevas características. Los alumnos desconocían el entorno y nuestras costumbres y tenemos facilidad para dejarnos influenciar rápidamente por lo que viene de otros lugares. Quizás Torano estuvo en el lugar y el momento oportuno. Evidentemente me halaga que haya sido un texto muy difundido y que muchos de los jóvenes y no tan jóvenes lo conozcan. Torano, sin ningún matiz biográfico, representa a cualquier niño del ámbito rural de Lanzarote de un pasado ya lejano en el que se conjugaba escuela con trabajo y ayuda en todas las tareas familiares.

-En sus décimas está muy presente Playa Blanca. ¿Qué le evoca el sur de la Isla?

-Le dediqué un poema a mi escuela unitaria que al final y por una decisión que creo muy acertada, en la que intervinieron muchas personas preocupadas por la cultura, se convirtió en la biblioteca municipal de Playa Blanca. Le dedico versos también al pasado y el presente de esta localidad. Ha pasado a ser una entidad poblacional nueva, diferente. Fue un pueblo marinero, reposado, alejado de la ciudad, con un turismo exclusivo, de personas mayores, familias de otras islas que venían a pasar el verano, extranjeros singulares, amantes de la fotografía y de la tranquilidad que les ofrecía el pueblo y sus gentes. Muchos contrataban los servicios de los pescadores y sus barcos para disfrutar de la pesca en la Bocaina. Ese cambio tan rápido no fue, en ningún momento, parejo con las necesidades del pueblo, servicios que se van poco a poco completando.

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