“El auténtico premio es poder dedicarme a la poesía en cuerpo y alma, a tiempo completo”
Yolanda Castaño, gestora cultural y Premio Nacional de Poesía 2023
“Durante unos deberes propuestos en el colegio, que consistían en la escritura de un poema, me metí tan a fondo que no escribí uno, escribí dos. A mi maestra le gustó tanto que me llevó a la clase de al lado para compartirlo con mis compañeros, y 40 años después, viajo por el mundo con mis versos, recitándolos en China, en Japón, en Estados Unidos, en los países latinoamericanos, en África, en Europa… Pero nunca olvido que el primer desplazamiento que hice gracias a mi poesía, fue de tercero A, a tercero B, en Primaria”, cuenta con humor.
Yolanda Castaño (Santiago de Compostela, 1977), poeta en lengua gallega, traductora, editora, gestora cultural independiente y Premio Nacional de Poesía 2023, visitó Lanzarote el pasado mes de junio para participar, como invitada estrella, en el segundo Festival de Poesía Versos, Volcanes y Viento. Una parada más de una agenda de recitales, encuentros, ferias y mesas redondas que la situó durante apenas tres jornadas en la isla, proveniente de Bolivia y con destino a quién sabe qué nuevo destino. Es su vida cotidiana, la que le permite vivir de la poesía y, cuando finaliza el barbecho, poder encerrarse a alumbrar un nuevo poemario.
De esta primera visita al territorio lanzaroteño, asegura: “La expectativa está más que colmada; por los paisajes, el carácter de la gente, la gastronomía, tantas cosas que hacen esta isla tan atractiva”. Y destaca el estímulo añadido de conocer voces poéticas canarias, “que de otra manera me quedan un poco lejos”. “Los festivales no dejan de ser una especie de antología viva de panorámicas literarias contemporáneas, y rastrear toda la producción en librerías y bibliotecas llevaría mucho más tiempo y esfuerzo”.
En sus intervenciones públicas -también en Lanzarote-, recita en gallego y en castellano, pues reivindica su lengua materna como quien eleva una bandera, en defensa de su cultura; una posición política en la que se instaló de forma meditada y consciente ya en su primera juventud. Y de la misma manera, preconiza la potencia comunicadora de la poesía: “Es cierto que castellano y gallego, al fin y al cabo, son muy próximas, como lenguas romances que son. Pero es que, además, los versos comunican en sí mismos, más allá del idioma que se emplee. Pienso que un poema es dos cosas, una pieza de idioma, que puede ser una pieza de castellano, de gallego de alemán, por ejemplo, pero también es una pieza de poesía. Puedes entender perfectamente el idioma, pero no entender el poema, y puede pasar al revés, que no comprendas demasiado las palabras, pero sí te llegue la poesía, un arte bastante emparentada con la música, que transmite emociones más allá del significado”.
Y así sucede que, igual que se asegura que la narrativa tiene la capacidad de trasladar a las lectoras y los lectores a otros espacios y otros tiempos, Yolanda Castaño sugiere que la poesía “nos puede transportar a la piel de otra persona, nos pone en los zapatos emocionales ajenos, genera empatía y de algún modo, trabaja nuestra educación sentimental”.
Jugar con las palabras
La especial musicalidad de la expresión poética la percibió Yolanda niña, cuando cayeron en sus manos los primeros poemas: “Eran lecturas infantiles; recuerdo a Gloria Fuertes, con sus rimas, su sentido del humor, su imaginación, esa manera de contar cantando, que me enganchó de inmediato. Y como los niños, que empiezan a hablar por imitación, como un balbuceo, empecé yo a reproducir aquella forma de jugar con las palabras, de hacer algo muy musical, rimado y muy rítmico”.
“De puertas para adentro, la poesía es un trabajo muy solitario”
Su fascinación por la poesía, que continuó cultivando durante la adolescencia, “una etapa en la que expresé a través de la poesía mi rebeldía, mi descubrimiento del mundo o mi carnalidad incipiente”, la llevó a matricularse en Filología, pues entendió que, de algún modo, serviría para consolidar el bagaje de lecturas y trabajo literario previo. “Pero reconozco que fui algo crítica con la formación, porque no sé si al amor a la literatura se llega a través del estudio de la filología, donde se profundiza más en los autores muertos y en lo que otros hicieron, que el cultivo de las herramientas para la escritura. Ahora hay más opciones, pero lo cierto es que no vivimos en un país que tenga una gran tradición en este sentido. A veces me han llegado preguntas, aparentemente inocentes, desde otras latitudes, sobre cómo aprende a escribir la gente en España, y la respuesta suele chocar bastante”.
Leer para escribir
Si la formación académica para quien aspira a hacerse un hueco en el mundo literario se presenta todavía como una incógnita, Yolanda Castaño es taxativa con una recomendación: “Tengo claro que una de las maneras de aprender a escribir es, desde luego, leyendo. Supongo que si quieres ser cineasta deberías ver todo el cine posible, de todos los géneros, porque todo cuanto veas va a enriquecer tu mirada cinematográfica; pues en la literatura es lo mismo. Cuanto más puedas leer, de más géneros, de más corrientes, de más épocas, mejor. De lo contrario, el desconocimiento puede llevarte a una actitud un tanto adanista, pensar que eres el primero que está haciendo algo, cuando en realidad eso, o algo muy parecido, ya se escribió hace 40 años”.
También para buscar la propia voz, apunta: “En unos tiempos definidos por el cultivo del yo, de la subjetividad personal y de la atención a los propios deseos, es lógico que cada vez haya más gente que quiera tener, no solo el papel pasivo o receptivo de la lectura, sino adoptar un papel un poquito más activo, tomar sus propios bolígrafos y ser protagonista de su propia historia o de sus emociones”.
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“No pensemos que ya están escritos todos los poemas de amor”
Y a su juicio, siempre habrá, en el modo en el que se siente o se relata, algo genuinamente propio: “No quiero creer eso de que nada hay nuevo bajo el sol. No pensemos que ya están escritos todos los poemas de amor y que no vale la pena escribir uno más, porque siempre va a haber un enfoque nuevo, y esa es precisamente la tarea de la literatura, buscarlo con uñas y dientes”.
Respecto a la selección de los títulos en el océano inabarcable de la historia de la literatura, la poeta insiste en el beneficio de “leerlo todo”, aunque reconoce que, en algunos casos, los clásicos pueden resultar disuasorios para los lectores más jóvenes.
“Si trazamos una línea y somos conscientes de la continuidad entre Cervantes y Sara Mesa, por ejemplo, o entre Góngora y Mario Obrero, nos daremos cuenta de que, quizás, los autores y autoras contemporáneas pueden reflejarnos un mundo con el que conectemos más. Me llama la atención que quien solo aboga por una literatura de siglos pasados, cuando tiene que ser operado, reclama la última tecnología. A veces el arte contemporáneo es denostado, pero en ciencia o técnica no se quiere ni oír hablar del siglo XIX”, argumenta. Y considera que es importante estar al día de lo que se está haciendo en las letras, lo que ella define como “ser ciudadano o ciudadana de tu tiempo”.
La soledad de las letras
Xa teño gana de partir e o meu coche é un soldado/Non vas oíndo chifrar o seu cargamento sensible?/As estradas comarcais parecen/cadernos pautados.
El poema Metrofobia, contenido en su poemario A Segunda Lingua, publicado en el año 2014, refleja una escena de la vida de la escritora, un homenaje a su vehículo de segunda mano con el que recorre el país para participar en encuentros literarios y recitar sus versos. Porque, a pesar de la extensa trayectoria y del reconocimiento nacional e internacional de su obra, “la poesía no da para tanto”, confiesa.
Bromea: “Alguien dijo que la poesía no daba para comer, daba para merendar, y de vez en cuando. Mi coche es mi más fiel compañero y con él me dedico a llevar mis poemas por las bibliotecas, los centros de cultura y los centros educativos de la geografía gallega y más allá, siempre que puedo. Otro de los versos de Metrofobia también dice que milito en la juglaresca, porque es una suerte de nueva juglaresca, la de andar por aquí y por allá, de bolos, con la poesía a cuestas”.
Castaño afirma que la poesía ofrece una doble cara que implica soledad y comunicación, clausura y socialización. “Si analizamos la poesía de puertas para adentro, es un trabajo muy solitario, que te obliga a desoír el tumulto y el barullo exterior para encontrar tu propia voz, para buscar un mensaje genuino; tratar de no dejarte guiar por otras propuestas y descubrir qué puedes aportar tú que sea medianamente nuevo, lo que requiere mucha introspección. Pero de puertas para fuera, me encanta compartirla”.
“Los premios son el acceso más rápido y directo a la edición, y dan visibilidad”
Ambas facetas, la escritura apartada del mundo y el parlamento generoso de los versos, se vieron impactadas en el año 2023 con la concesión del Premio Nacional de Poesía, por su obra Materia. Según el dictamen del jurado “Yolanda Castaño muestra una poesía metafórica que dialoga con la memoria personal y colectiva y, a la vez, directa, radical y feminista. Explora, de forma no complaciente, temas como la maternidad, la familia y las costumbres y logra sacar la realidad de su nebulosa habitual para concretarla en materia lingüística, destacando el juego verbal y rítmico que cuestiona lo establecido”.
Un reconocimiento que considera que avala tres décadas de producción poética. “Mentiría si negase que haya habido un antes y un después de la noticia. Los premios constituyen un acceso más rápido y directo a la edición, y dan un extra de visibilidad, que en mi caso, facilitaron la precocidad de mi obra desde joven”.
Pero, además, argumenta, los galardones literarios operan como factor legitimador, un marchamo que da acceso a más y mejor trabajo: “Imagínate lo que eso significa para alguien que ha hecho una apuesta tan fuerte por la poesía, que no es algo que hace en sus ratos libres sino que se dedica en cuerpo y alma, que lo ha puesto en el centro de su vida, que no ha buscado otro trabajo, que ha asumido por ello muchas renuncias. El auténtico premio es poder dedicarme a la poesía a tiempo completo”.
Junto al Nacional de Poesía, Castaño ha recibido dos Premios de la Crítica Española (1998 y 2022), el Premio de la Cultura de Galicia, el Ojo Crítico al mejor poemario publicado por un autor/a nuevo en España, el Gusanillo Mayor, el Fundación Novacaixagalicia, el González- Garcés, el Estandarte al Mejor Poemario publicado en España o el Hermandad del Libro como “Autora del Año,” para las librerías de Galicia, entre otros.
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Hibridación creativa
En la trayectoria profesional de la poeta se incluyen otras ocupaciones y compromisos de índole cultural, como editora, estudiosa de la poesía gallega, biógrafa de poetas, autora de poesía infantil y traductora de poetas contemporáneos. Sus intereses apuntan asimismo a experiencias que mezclan poesía con música, artes plásticas, audiovisual, arquitectura, cómic, cine en 360º y hasta gastronomía.
“Los festivales son antología viva de panorámicas literarias contemporáneas”
“Me encanta tender la mano a otros y otras, incluso de otros géneros o códigos artísticos, por ejemplo creando híbridos que mezclen poesía con música o con artes plásticas. También hago videopoesía, que intenta traducir los contenidos poéticos a lenguaje audiovisual. Es la concepción de la poesía como un espacio para compartir”, apunta.
Y en la cima de la actividad de gestión y dinamización cultural de la polifacética creadora se encuentra la Residencia Literaria 1863, una casa para poetas y profesionales de la traducción que abrió en febrero de 2019 en un piso del siglo XIX en A Coruña en la que ha invertido todos sus ahorros. “Porque los premios llegan a posteriori y es necesario la ayuda durante el proceso creativo”, defiende.
















Comentarios
1 Anónimo Sáb, 30/08/2025 - 22:59
2 Guapísima Lun, 01/09/2025 - 07:39
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