ENTREVISTA | Vicente Araña, vulcanólogo

“Alguien tiene que coger el relevo del entusiasmo vulcanológico en Lanzarote”

Entrevista a Vicente Araña, petrólogo y vulcanólogo

Vicente Araña en el Reducto. Detrás, el delta del volcán de Maneje, sumergido en las aguas de la playa. Foto: Manolo de la Hoz
M.J. Tabar 4 COMENTARIOS 19/03/2019 - 06:57

Se jubiló cuando cumplió 70 años y no le costó “nada en absoluto”. Quienes lo conocen dicen que es “modesto” y “socarrón”. De lo que no hay duda es de que es una “eminencia” de la vulcanología canaria. Decir volcanes canarios es decir Vicente Araña. Petrólogo de formación, directivo del Consejo Superior de Investigaciones Científicas durante muchos años y Medalla de Oro de Lanzarote, achaca gran parte de su carrera (y de la vida) a la casualidad.

-Nació en Las Alcaravaneras, Las Palmas de Gran Canaria, en 1939. ¿Cómo decide irse a estudiar Ciencias Geológicas a la Universidad Complutense de Madrid?

-Me fui con una beca para estudiar ingenieros, pero yo en Madrid me lo pasaba muy bien y no estudiaba. (Risas). Murió mi madre y me liberé del compromiso. Pregunté cuál era la carrera más fácil que había y me dijeron que había una que la estudiaban muchas monjas y muchos curas, y que era fácil. Y me matriculé.

-¿Y qué panorama se encontró?

-Dio la casualidad de que lo mismo que me pasó a mí le pasó a otros tantos y pasó de ser una carrera con muy pocos alumnos a ser una carrera con mucha gente y con el colmillo retorcido. Aprovecharon para hacerla más complicada. Fue una casualidad y nada más.

-¿Cuál fue su primera impresión de las materias?

-Era un momento de cambio en la enseñanza de geología porque todo lo que se había enseñado hasta entonces era mentira. Después siguió siendo mentira pero una mentira distinta.

-¿Qué fue lo que cambió la corriente de enseñanza?

-La famosa tectónica de placas.

-¿Cómo se integró en el equipo de José María Fuster para estudiar los volcanes canarios?

-Era un profesor joven y con bastantes ganas de hacer cosas. A cada catedrático le gusta tener su pequeño cortijo: él era petrólogo y estudiaba granitos en la sierra de Madrid y en Extremadura, pero llegó un catedrático de estratigrafía que se puso a trabajar en su mismo campo y él decidió buscar otro. Canarias en aquella época era virgen en estudios de volcanes, así que decidió venir. Vino un poco por rivalidades internas entre profesores, cosa normal y habitual. Yo estaba estudiando su asignatura, era canario y nos llevábamos bien. Fui a verle y le dije que quería trabajar con él.

-¿Por dónde empezaron el trabajo en Canarias?

-Fuster empezó por Fuerteventura y Lanzarote. Fuerteventura porque tenía material petrogenético parecido a lo que él estudiaba (granitos y rocas plutónicas) y Lanzarote, porque era la única isla sobre la que un profesor español, Hernández Pacheco, había desbrozado algo y tenía una base desarrollada. Cuando yo entré en el equipo, ya habían cartografiado estas dos islas. A mi me tocó Tenerife.

-¿Y cuál fue su labor principal en Tenerife?

-El tema era estudiar las rocas volcánicas, que estaban poco estudiadas. Los estudios eran financiados por empresas públicas. Entonces no existía ni un solo mapa geológico de Canarias. Los que hicimos los compró el Instituto Geológico, que empezaba a hacer la cartografía nacional a escala 1:25.000. Había fondos y posibilidades de venir a trabajar con ciertas garantías.

-¿Le fascinó alguna etapa de los estudios?

-A mí no me fascina nada de eso. (Risas) Hay otras cosas más importantes.

-¿Qué valores tiene Canarias como área volcánica activa?

-Fuerteventura es el lugar que tiene el registro más antiguo de un volcanismo continuado hasta hoy. Canarias es una región volcánica espectacular, muy interesante por diversos motivos. En Hawai o en el Etna todo es igual, pero aquí sacamos a la luz una gran variedad de rocas que no existían en otras zonas volcánicas. Es una joyita. Después de nuestro trabajo, vinieron muchísimos especialistas de distintas partes del mundo y cada uno ha ido aportando algo.

-¿Qué circunstancias se dieron para que se crease la Casa de los Volcanes? ¿Cómo conoció a Jesús Soto?

-Jesús Soto era un hombre extraordinario y muy callado, por tanto toda su obra sigue siendo desconocida. Él se preocupaba de hacer cosas, pero no de venderlas. Él era curioso y yo también. Él creía mucho en la ciencia, yo no, pero congeniamos bastante. La Casa de los Volcanes también fue coyuntural. Yo había hecho un viaje a Aurillac, un pequeño pueblo en el centro de Francia que nadie conocía, pero que tenía un vulcanismo interesante. Un señor había montado allí la primera Casa de los Volcanes del mundo. Me gustó la idea y coincidió con que Soto estaba arreglando la parte de arriba de Jameos. Se plantó con César [Manrique] y le dijo ‘no, esto lo hago yo’. Se pensó en hacer unos apartamentos para autoridades, pero aquello no salió adelante y un día le dije a Jesús: “¿Y por qué no hacemos aquí una Casa de los Volcanes? Tú llevas al arte las cosas que nosotros hacemos y nosotros preparamos contenidos”. A Soto, que era un gran amante de la ciencia, le pareció buena idea. Y así lo hicimos. La moraleja es que en Aurillac, donde estaba aquella casita con cinco habitaciones que dirigía aquel señor que coleccionaba sellos de volcanes y piedras, hoy está el centro volcanológico más importante y hermoso del mundo, con unos medios tecnológicos tremendos para enseñar volcanología. Aquel hombre consiguió despertar el interés en políticos, científicos y en la población. Un arquitecto japonés hizo un gran edificio. Hicieron una gran inversión y hoy es prácticamente un parque temático dedicado a los volcanes. Nosotros creamos la Casa de los Volcanes, la primera de España, que fue referencia para otras como la de la isla de la Reunión, pero hoy ya ha desaparecido.

“Cuando haya una erupción, que la habrá, el que mandará será el volcán. Podrá estar activo seis años, como pasó aquí en 1730, armando un follón del carajo o podrá empezar y terminar debajo del mar...”

-¿Ha dicho que usted no cree en la ciencia?

-Hombre, creo porque la veo, porque está ahí. Si no llega a ser por la ciencia, no estaríamos donde estamos. Pero la ciencia la hace la gente. No me creo que lo resuelva todo ni que los científicos sean unos seres que están en un nivel superior.

-El Laboratorio de Geodinámica de Lanzarote sigue siendo una referencia internacional y tiene instrumental en colaboración con muchos centros científicos.

-En 1968 se celebró aquí una reunión internacional de vulcanología, la única que se ha celebrado en España, y se formó un grupo fuerte. Coincidió con el decenio internacional que la ONU dedicó a prevenir el riesgo de catástrofes. Aquello cuajó en el nombramiento de volcanes laboratorio y uno de los que se nombró fue el Teide, donde dirigí un proyecto con 200 vulcanólogos de todo el mundo. Si no hubiera existido el Teide como volcán laboratorio muy difícilmente lo hubiesen designado Patrimonio de la Humanidad, porque se exige que exista una base científica. Lanzarote fue nombrada ciudad de los volcanes y se hicieron reuniones que sirvieron para que gente de aquí se pusiera en contacto con otra que trabajaba en geoparques europeos. Vino bien para que surgiera el Geoparque de Lanzarote. Si se alimenta con gente, interés y dinero, las cosas siguen desarrollándose. Se trata de aprovechar oportunidades.

-Desde que se nombró a Lanzarote Geoparque en 2015, ha habido un aumento en la divulgación de los valores geológicos y del interés científico de la Isla.

-Creo que hay bastante información y Lanzarote es un sitio ideal porque sus autoridades apoyan las iniciativas. Bastaría con crear algo tan sencillo como una asociación de amigos de los volcanes, formada por aficionados y entusiastas, con el apoyo de instituciones que podrían dar financiación. Gente como Ramón Ortiz o Ricardo Viera, que llevaba el Laboratorio Geodinámico, están jubilados como yo. Cuando hay una tarta a la vista, se la queda gente que está en una universidad de las que denominan islas mayores. Alguien tiene que coger el relevo en Lanzarote. Canarias es un terreno fértil: en cuanto la gente recibe algo, lo absorbe y lo aprovecha.

-¿Tenemos percepción de riesgo volcánico?

-No, la memoria histórica de las catástrofes es muy corta. Pero eso no está mal. En 2004 hubo una crisis volcánica en el Teide. Se consiguió un protocolo que ya está institucionalizado y que el Instituto Geográfico Nacional se encargase de la vigilancia y la gestión de las crisis volcánicas. Cuando haya una erupción, que la habrá, el que mandará será el volcán. Regirá todo lo que haya que hacer: podrá estar activo seis años, como pasó aquí en 1730, armando un follón del carajo o podrá empezar y terminar debajo del mar como en El Hierro, hace unos años. Hay que estar preparado para seguirle y saber cómo actuar.

La Casa de los Volcanes y otros hitos

En la aplicación móvil de Orlando Hernández, técnico del Laboratorio de Geodinámica de Lanzarote (LGL) y amigo de Vicente Araña, se refleja el terremoto de más de 7 grados que ha sacudido Ecuador. En marzo cumplirá treinta años trabajando en el laboratorio. Estuvo presente en la instalación del instrumental inicial (gravímetro, una estación meteorológica, un termómetro de roca, un mareógrafo, un termómetro de agua....) y cuando comenzaron las colaboraciones con organismos internacionales como el Real Observatorio de Bélgica, que no han dejado de aumentar. “Aquí se mide todo: sismicidad, deformación, mareas oceánicas…”. Es uno de los tres lugares del mundo donde mejor se escucha la ‘respiración’ de la Tierra.

En los años 70 del siglo pasado, ocurrieron dos cosas importantes para el vulcanismo: la erupción del Teneguía en 1971 y la crisis del petróleo en 1973. Esto impulsó muchos proyectos de investigación, sobre todo para buscar energías alternativas a los hidrocarburos. Vicente Araña estuvo un año en Italia estudiando la energía geotérmica, que luego se buscaría en Timanfaya. “Se hizo un sondeo de 2.700 metros de profundidad”, recuerda Orlando. “Pero no se hicieron los pozos donde se tenían que hacer y allí enterraron el dinero. Mi recomendación fue que no compensaba destruir Timanfaya para poner una central. Era absurdo convertir ese paisaje en una fábrica eléctrica”, dice Araña.

Los agujeros sirvieron al menos para estudiar la estratigrafía del terreno, una lasaña de información valiosísima, que también puede encontrarse, en menor escala, en el túnel del Monumento al Campesino, con zonas de coladas, lapilli y barro.

En la Casa de los Volcanes de Lanzarote se celebró el único curso de posgrado de vulcanología en español del mundo. Gracias a becas de la Unesco, vinieron a estudiar a la isla 500 alumnos de Latinoamérica y Europa. Vicente Araña cedió hace unos años su fondo documental -compuesto por piedras, manuscritos, libros artículos y diapositivas- al Cabildo de Lanzarote, que se dispone a catalogarlo y a crear una sala en la Biblioteca Insular dedicada al vulcanólogo. Lo ideal, opina Araña, es que otros investigadores hagan lo mismo y se consiga crear un fondo útil.

En octubre de 2017, los Centros de Arte Cultura y Turismo de Lanzarote sacaron a concurso público la obra para “reordenar los usos” de la Casa de los Volcanes, actualmente cerrada por obras. El proyecto, diseñado por GPY Arquitectos y con un presupuesto que ronda los 2,5 millones de euros, traslada la Casa de los Volcanes a una planta superior y transforma su antigua localización en un restaurante. Junto con el Museo Atlántico, esta nueva Casa de los Volcanes fue presentada por el Cabildo como un proyecto estrella. A día de hoy, están terminando las obras y van a licitar la contratación del contenido.

“La idea es hacer una interpretación basada en la estructura geológica de un túnel lávico, que engloba muchas cosas: biología evolutiva, análogos planetarios, geología…”, explica Elena Mateo, responsable del Geoparque. El proyecto museístico quiere ser más interactivo y contemporáneo. “La filosofía que nos ha trasladado la dirección de los Centros es que además de ser un museo, sirva para acoger grupos de investigación”.

Comentarios

Es uno de los lugares donde se escucha la respiración de la tierra. Bonita frase y muy interesante el reportaje
Por fin alguien que dice que no vale la pena destruir uno de los parques nacionales mas bonitos y únicos del mundo para producir energía.
Interesante
Por fin alguien habla claro y este medio lo publica de la figura de Don Jesús Soto. Todo un genio, gran persona y un perfecto caballero. A ver si vamos poniendo las cosas en su sitio caray

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