MEDIO AMBIENTE

‘Renaturalizar’ Arrecife para que las plantas nos ayuden a vivir mejor

Las plantas silvestres viven en medianas, márgenes de carreteras y solares urbanos. Aunque hacen tareas esenciales como oxigenar, embellecer, atajar escorrentías, retener suelo o dar refugio a animales, son arrancadas como si fueran malas hierbas o residuos

M.J. Tabar 6 COMENTARIOS 26/02/2022 - 08:30

Las lluvias de invierno, aunque sean apenas unas gotas débiles, despiertan las semillas que duermen en la tierra. Esta germinación sucede bajo nuestros pies, en resquicios y llanos aún libres de cemento, en todos y cada uno de los barrios de Arrecife.

En enero florece la caléndula, el fragante romerillo, el corazoncillo, endémico de la región macaronésica y la omnipresente cerraja, cuyas hojas tiernas constituían antaño un alimento para la población campesina. Apenas levantan unos centímetros del suelo, pero llaman poderosamente la atención: son islas de vegetación verde salpicadas de colores amarillos y violáceos.

La plataforma ciudadana Arrecife Natura lleva muestreando la biodiversidad de Arrecife desde 2019. Con esta información como base, el Ayuntamiento de Arrecife realizó su propio inventario en 2021 a través del convenio de empleo Arrecife Avanza, que identificó al menos nueve áreas con alta densidad de flora silvestre en la ciudad, todas utilizadas por la vecindad para dar paseos lejos del estrepitoso y contaminante volumen de tráfico rodado que soporta la capital.

Una plataforma ciudadana ha iniciado una campaña para que la administración preserve las plantas silvestres

Están los alrededores de las Maretas del Estado, la última calle de Altavista donde se proyectó la urbanización Jardín de Maneje y el sendero que une El Cable y La Concha, que se llena de moco guirre, recordándonos que el jable también existe en el municipio de Arrecife. A la altura del Centro Insular de Deportes Náuticos, si nos dirigimos tierra adentro driblando los escombros, veremos hinojo, tabaibas, rascapintinas y una aulaga parasitada por una enorme greña que ha organizado un enredo vegetal que recuerda las envolturas que fabrican las arañas para atrapar sus presas.

En Argana Baja brotan las florecillas malvas del alhelí canario. La zona del barrio de San Francisco Javier que linda con la autovía también es un buen sitio para la flora silvestre, igual que la carretera que transcurre por las abandonadas Salinas de Naos, el malpaís viejo que se extiende entre Maneje y Argana Alta o el jable de la periferia de Argana Alta.

También en la playa de La Concha podemos identificar ejemplares de uvilla, un arbusto suculento bien conocido en el litoral, y las vellosas hojas verdes de la pata, una tapizante de las arenas. En las playas de los islotes (San Gabriel, El Francés), se agarra al sustrato arenoso el matorral, el archiconocido mato o balancón.

Pero existe un punto caliente de flora silvestre que gana a todos los demás en número de especies y exuberancia: es el barranco que linda con las salinas de Punta Chica y se extiende sobre un malpaís viejo, justo encima de la playa de la Arena, frente al Puerto de los Mármoles.

Un oasis en Punta Chica

La gente atraviesa el paseo de Los Mármoles sin reparar en esta joya de la naturaleza conejera. El único cartel existente señala el centro de la ciudad y el Castillo de San José. En los dos últimos años Matías Hernández, coordinador de Arrecife Natura, ha dado charlas botánicas aquí para un centenar de personas, residentes y turistas, que han cambiado por completo su visión de este lugar.

Esta zona reúne siete hábitats diferentes: el barranco, el malpaís formado hace 600.000 años por la lava procedente de las Montañas de Maneje y Zonzamas, la colada basáltica del volcán de las Nueces que llegó hasta aquí durante la erupción de Timanfaya, las salinas, la playa, la franja intermareal y el acantilado. “Es un oasis de naturaleza en la ciudad de Arrecife”, dice Hernández.


Vinagrerilla y grama junto a las salinas de Punta Chica.

“Punta Chica es uno de los sitios con mayor biodiversidad de la Isla”

El barranco se nutre del agua que discurre desde zonas más elevadas y atraviesa una tubería de hormigón hasta llegar aquí. En verano, el caudal subterráneo mantiene verde un tabaibal sorprendentemente frondoso. “Ni siquiera las tabaibas del Malpaís de la Corona se mantienen como las de Arrecife”, explica Matías, que identifica las especies que habitan este lugar: dos lagartos atlánticos, endémicos de Lanzarote y Fuerteventura, un jopo de La Graciosa parasitando las raíces de una aulaga, veroles, servilletas, cornicales, picopajarito, rascapintinas, cosco y barrilla -que tiñen de rojo sangre el paisaje cuando florecen-, gramilla, relinchón, cerrajón de risco, alhelí canario, espino, cardomanso, vinagrerilla, tebete, lengua de vaca, tasaigo, líquenes...

“Después del acantilado de Famara este es uno de los sitios de Lanzarote con mayor biodiversidad”, afirma Matías. La aulaga es la reina del desierto canario. Junto a ella, vemos otras dos plantas especialistas en sobrevivir en ambientes salinos degradados: la matabrusca y la algoera, que en el siglo XVIII se usaba para adulterar la piedra de la barrilla cuando la fiebre comercial por este producto generaba abundantes ingresos.

Una abeja canaria zumba en el tabaibal. Una libélula, llegada de África con la calima, planea sobre este sotobosque de tabaibas amargas, distinguibles de las dulces por la largura de sus hojas y el racimo de sus flores. Una colorida oruga, amarilla y verde con franjas negras y pintas rojas, se alimenta con fruición de una tierna hoja de la tabaiba. Es una larva de esfinge canaria. Cientos de ellas se alimentarán aquí hasta el mes de abril, hasta que se entierren y completen su ciclo convirtiéndose en mariposas nocturnas. El tabaibal no tardará en vestirse de nuevo sin haber sufrido ningún daño.

Las palmeras plantadas en los márgenes de la carretera de Los Mármoles han dispersado sus semillas e intentan crecer en el barranco. La zona reúne elementos de la agricultura volcánica (socos, una treintena de chabocos de los que solo uno alberga una higuera), ingenios de la cultura del agua (acanalamientos y aljibes, uno de ellos destechado, exhibiendo sus arcos de piedra labrada), las salinas construidas alrededor del año 1930 y la bellísima colada de Timanfaya, parcialmente destruida para usar la piedra en la construcción de los diques del Puerto de los Mármoles.

En pocos sitios de Lanzarote se pueden apreciar tantos elementos de la cultura insular juntos como aquí. Sin embargo, el Plan General de Ordenación de Arrecife plantea que esta zona tenga uso industrial, aunque mantiene bolsas de suelo rústico en otras zonas de la ciudad con valores ambientales y etnográficos muy inferiores a los que podemos disfrutar aquí.


Jardín nativo en el monumento al Cruz del Mar.

Plantar... ¿y eliminar?

Además de almacenar dióxido de carbono y producir oxígeno, las raíces de estas plantas conservan el suelo y “sujetan el barro para que no se lo lleve el agua de lluvia”. Es decir: mejoran la infiltración y reducen la escorrentía, dos funciones de las que el ecosistema está muy necesitado, ya que el cambio climático está haciendo que las lluvias en Lanzarote sean cada vez más escasas, pero torrenciales.

Se da la paradoja de que, por una parte, la administración lanzaroteña está promoviendo la creación de jardines con plantas nativas (hay matorriscos, uvillas, tabaibas dulces, tarajales, veroles, guaidil, dragos, bejeques, cardón y cornical en el parque Islas Canarias, el Parque de Los Pinos, los jardines del Castillo de San José, un solar de la avenida, el Monumento al Cruz del Mar, Argana Alta, Maneje y la salida de Arrecife hacia Altavista y Tahíche), pero, por otra parte, está eliminando la flora silvestre de temporada que crece de manera espontánea en la ciudad o en los márgenes de las carreteras, que se convierten en auténticos semilleros cuando retienen el agua de lluvia.

Sucedió por ejemplo a mediados de enero en Altavista, durante unos trabajos de poda y rastrillado de zonas ajardinadas desarrollados por el servicio de Parques y Jardines del Ayuntamiento de Arrecife, que eliminó caléndulas, camelleras y lengua de vaca. No es la primera vez: a finales de julio del pasado año también se arrancó un endémico y protegido tajinaste blanco en otro punto de la ciudad.

Preguntado por la eliminación de plantas en Altavista, el consistorio capitalino responde que “se trata de vegetación que sale espontáneamente, no de vegetación plantada ni de plantación que crece en áreas asilvestradas, solares o terrenos colindantes a las áreas creadas ex profeso para su uso en la jardinería urbana”. Explica también que los operarios usaron únicamente rastrillos y que eso ha permitido que la vegetación “esté volviendo a brotar”.

Ocurrió también en diciembre de 2021, en la carretera que une Arrecife con San Bartolomé: los trabajadores de Aceinsa Movilidad SA y Señalizaciones Conejeras SL, empresa encargada de la conservación y el mantenimiento de los márgenes de las carreteras de la Isla, eliminaron corazoncillos, taboires, tederas y aulagas. Solo dejaron las lavandas.


El jardín del Castillo de San José, pionero en el uso de plantas nativas.

El pliego técnico del contrato firmado por el Cabildo de Lanzarote especifica que la empresa debe eliminar las aulagas, a pesar de que estas plantas tienen una importantísima función ecológica: es la especie mejor adaptada al medio de Lanzarote, la reina del desierto conejero. “Tiene flores todo el año que sirven de alimento a insectos polinizadores, da cobijo a muchos animales (invertebrados, aves, reptiles), protege a otras plantas nativas del viento y del sol, creando un microclima de humedad, cuando ocupan terrenos de cultivo abandonados lo que hacen es proteger la tierra de la erosión”, explican en Arrecife Natura.

La Consejería de Medio Ambiente quiere continuar impulsando la plantación de especies nativas, pero no de cualquier forma: “Lo que nos preocupa es cómo y dónde, para asegurar que se va a realizar un mantenimiento adecuado de las plantaciones”. También quiere retomar el trabajo de reproducción y propagación de flora autóctona que se desarrolló en los años 80 en la Granja Experimental.

Más de 250 personas ya han firmado una campaña en Change.org para pedir a la administración que conserve la flora nativa canaria de temporada y no la elimine cuando se encuentra verde o en proceso de floración y fructificación. Estas plantas viven a lo sumo tres meses, a veces solo unas pocas semanas, pero durante ese tiempo ofrecen servicios esenciales a la población y al ecosistema.

Replantación efectuada durante las pasadas navidades en el barrio de Maneje, después de que el Ayuntamiento de Arrecife eliminase por error el jardín plantado.

Comentarios

Por fin, un artículo interesante y que espero que sirva para que lo lleven a cabo
Sr, lo que se hace con el dinero público!
Al 2. Lamentablemente, no existe dinero público para estos jóvenes que luchan porque el ecosistema natural de Lanzarote, especialmente en lo que respecta a su vegetación, sea protegido y restaurado de dónde jamás se debió eliminar. En lo que si se usa el dinero público es en mantener a ignorantes como tú.
A Silvestre, comentario de 26/02/2022 - 16:19. El artículo habla de dejar a las plantas silvestres vivir. En la ciudad. No requiere invertir dinero público. De hecho, las plantas producen servicios y ahorro de dinero público. ¿Ha leído el artículo?
Estupenda iniciativa. Ser Reserva de la Biosfera nos obliga a esto y a más. Esperemos que las Administraciones de la Isla empiecen a entender la importancia de la flora nativa y empiecen a respetarla y protegerla. Por cierto Sr SILVESTRE, su comentario es ambiguo y parece que ha entendido que el dinero público se está utilizando en proteger la flora nativa. Ojalá fuera así. Desgraciadamente se está utilizando para destruirla.
Me gusta como este artículo no pretende crear otra zona protegida para restringir aun más a la gente con el objetivo de conservar unas plantas que actualmente no importan a esa gente. También me gusta que se mencione como las canalizaciones, lejos de ser malas por ser una intervención humana, ayudan a este ecosistema. Me gusta que se muestre a la gente como estos ecosistemas les benefician, porque solo se cuida lo que se valora y no podemos esperar que toda la gente se interese por la flora y fauna por que sí. Me gustaría mencionar otros beneficios de esta flora "marginal": ayuda contra la ansiedad y reduce las plagas en huertos urbanos porque actúan como refugio para insectos beneficiosos como el sarantontón. No hace falta dinero, solo que la gente lo descubra antes de que desaparezca por pensar que eso es un terreno baldío. Para gastar dinero público ya tenemos el islote de Fermina, solar de ginori, palacio de deportes, etc. PD: no mezclen el barro con el picón cuando hagan plantaciones porque entonces no retiene la humedad (se elimina la rotura capilar que da el picón).

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