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¡Mamá, quiero ser trapecista!

Marta Nistal pone en marcha una academia de circo, una forma de emprender que no se había visto en Lanzarote: “La mayoría de la gente que prueba, repite”

María José Rubio 0 COMENTARIOS 18/03/2023 - 08:25

El circo es la vida de Marta Nistal. Se formó en Barcelona, Francia o Suiza, y como profesional, desde 2010 está especializada en el trapecio, y ha recorrido el mundo con sus espectáculos. A su regreso a Lanzarote trajo una idea bajo el brazo: crear un espacio para la formación en técnicas circenses. Hace algo más de un mes se inauguró Guanire Circo, en Arrecife, donde se respira el amor por las artes en movimiento.

Marta siempre fue buena estudiante, de las que le echaba “codos”. También tuvo claro que estudiaría Ciencias Ambientales, pero su inquietud por el trapecio hizo que su vida cambiase. No obstante, sus primeros pinitos fueron con los malabares de fuego. Mientras estudiaba en Barcelona, compatibilizaba la universidad con la formación en el trapecio y trabajaba para pagarse sus gastos.

Recuerda su primera clase de trapecio: “Lo probé y me encantó”. Comenzó como si se tratara de una actividad “extraescolar”, como “si fuese a clases de zumba, crossfit o guitarra”, compara. “Es curioso, porque al principio me tenían que ayudar a subir al trapecio”, comenta Marta, que en sus comienzos no era muy habilidosa.

Por aquel entonces, no le pasaba por su mente dedicarse a esta disciplina. Marta era tan buena estudiante que a sus padres les dio “algo de vértigo” que aparcase su carrera por el circo. “Pensaban que tal vez podía ser un simple capricho, pero con el tiempo vieron que me iba muy bien y se quedaron tranquilos”, relata. “Creo que era más el miedo a que no te puedas buscar la vida o a que no encuentres trabajo”, describe. Ahora su madre es su mayor fan: “Siempre llora al verme”, dice con orgullo.

Cuando era adolescente, Marta hacía malabares de fuego. En su grupo, una compañera, Aurora, fue quien le habló de la Escuela de Circo de Barcelona. “Me atrevería a decir que es más exigente que un Centro de Alto Rendimiento”, dice Marta sobre las escuelas de circo. En Suiza, por ejemplo, recibía clases de 9.00 a 17.20 horas, de 17.30 a 19.30 daba ella formación, y luego entrenaba, hasta las 20.30 o las 21.30 horas, día a día, de lunes a viernes. “La formación es muy intensa”, con cursos de uno o dos años, y en cada escuela “te puedes especializar” en alguna materia, explica.

Lo primero en lo que se especializó Marta fue en trapecio fijo. Luego en telas y aro aéreo, y también en clown (payaso). Al mismo tiempo, estudió Arte Dramático, que lo compaginaba con sus estudios universitarios y trapecio en la Escuela de Circo de Barcelona. Junto al centro se encontraba una asociación, con una programación cultural muy variada. “Estábamos rodeados de caravanas y entrenábamos en una carpa con gente de un nivel súper avanzado”, relata ante la fascinación que sintió por el mundo circense, que poco había visto en Lanzarote.

En Barcelona también hizo teatro durante dos años. Luego se formó en la Escuela de Circo de Burdeos y retornó después a Barcelona, donde se formó en danza contemporánea, trapecio con Pili Serrat –“la mamá de las trapecistas de Barcelona”, como la denomina-, clown en El Timbal Estudis Escénics y acrobacia. “En una escuela profesional de circo tienes asignaturas como danza, teatro o cama elástica”, relata. Malabares, equilibrio, monociclo o mini trampolín son algunas de las habilidades que se enseñan y de las que Marta tiene una buena base.

A nivel laboral, Marta recuerda que se estrenó con un espectáculo de fuego en una feria tecnológica que se celebró en el recinto ferial de Arrecife. En 2010 empezó a trabajar en una compañía catalana de circo para niños, haciendo espectáculos y talleres. A partir de ahí, fue a Suiza durante dos años, “siendo alumna y profesora”, y, al mismo tiempo, realizaba espectáculos que le iban saliendo.

“Al principio me tenían que ayudar a subir al trapecio”, recuerda Marta

En 2012, tras acabar su formación en Suiza, entró en un programa de cooperación transfronteriza -Pirineos de Circo se llamaba-, con una gira por todo el territorio pirenaico de Francia y España, exponiendo una pieza propia. Hasta 2018, Marta Nistal trabaja en solitario y en colaboración con otros artistas y compañías en numerosos festivales, eventos culturales, cabarets, circos y teatros, principalmente en Francia y Suiza, mientras imparte clases de circo y teatro.

Entre 2013 y 2018 reside en Francia, donde disfruta del estatus de “Artista Intermitente del Espectáculo”, reconocido por el Estado francés a los artistas profesionales que tienen gran volumen de trabajo de manera discontinua. También se traslada a trabajar a la isla Reunión -entre Magadascar y Mauricio- durante cinco meses.

Proyecto hecho realidad

Con esta trayectoria profesional, Marta Nistal funda hace cinco años Guanire Circo, una empresa cultural dedicada a la producción de espectáculos y a la formación en circo y teatro. Antes de volver a Lanzarote ya pensaba en tener un espacio para enseñar. Regresó porque “la tierra”, dice, le “tiraba mucho”. La vuelta a casa y una pandemia de por medio hizo que la escuela que Marta tenía en mente se retrasase durante meses y meses. Encontrar un espacio para poder montar el centro tampoco fue una búsqueda fácil.

En Guanire Circo, en el barrio capitalino de Valterra, ofrece una variedad de actividades. “Son actividades súper completas, tanto para niños como para adultos, ya que se trabaja la fuerza, la flexibilidad, la resistencia, la potencia, el equilibrio, la coordinación, la expresión, el ritmo, la concentración y, a la vez, es muy divertido”, resalta sobre los beneficios.

También hay una clase muy novedosa, que hacía en Ginebra, llamada Baby Circus, en la que un niño o niña de tres a cuatro años está con un familiar y comparten juntos un tiempo. Tiene previsto que esta actividad sea un día a la semana durante una hora. “Es una clase muy bonita, porque tiene un contacto físico que se sale de lo habitual”, explica.

Marta dispone de varios grupos en sus clases: de tres a cuatro años, de cinco a ocho, de nueve años a adolescentes, y en adelante. Las actividades que enseña son muy variadas: desde trapecio fijo “para realizar figuras acrobáticas” a las telas aéreas que se sujetan con las manos y pies, como una figura acrobática en la que se practica la fuerza, la flexibilidad y el ritmo, y “se hacen caídas, con ejercicios diferentes”.

El aro aéreo es muy parecido al trapecio, sin balanceo. La cuerda lisa es “similar a una cuerda como la de los bomberos pero el tacto es suave y se hacen subidas, figuras acrobáticas y se utiliza todo el cuerpo”, detalla Marta. Asimismo, ofrece también enseñanza de malabares, acrobacia en suelo, “parecida a la gimnasia deportiva”, flexibilidad o clown. Sobre esta última disciplina, dice que hacer reír a la gente “debe ser una de las profesiones más antiguas”. Añade que es “muy revolucionario”, porque es “saber reírte de ti mismo para hacer reír a los demás”.

En Guanire Circo también se imparten clases de otras disciplinas, como yoga y mindfulness infantil, de la mano de Malena Vida en Equilibrio, y también danza o teatro. Marta tiene pensado que por el centro pasen especialistas de diferentes destrezas. Además, habrá expertos dedicados a la creación y al entrenamiento libre, para alumnos y profesionales. Y anima a quien quiera acercarse: “La mayoría de la gente que prueba, repite. Hay buena aceptación”.

Para empezar con las clases no hace falta tener “una buena forma física”, ser deportista o estar ya iniciado en esta materia. Marta se adapta a cualquier persona y a cualquier nivel, ya que no todo el mundo tiene la misma exigencia.

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