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Las vidas tras los albergues: así responde la Isla a quienes no tienen hogar

Desde un hombre de 70 años con una pensión mínima hasta trabajadores que no consiguen un alquiler conviven en esos recursos, aunque para las familias apenas hay alternativas

Isabel Lusarreta 2 COMENTARIOS 09/10/2025 - 06:48

La pandemia puso de relieve una realidad con la que convivía la Isla, pero a la que no se había prestado atención: decenas de personas no tenían un techo bajo el que cumplir el confinamiento que se decretó en marzo de 2020. “Yo llevo trabajando en la administración más de 24 años y los técnicos llevábamos muchísimo tiempo pidiendo albergues, porque Lanzarote no tenía”, afirma Eva Torres, que hoy es coordinadora del área de Servicios Especializados de Inclusión e Intervención Social del Cabildo, que se creó precisamente para dar respuesta a este problema social.

El perfil más habitual de los usuarios del servicio es el de personas con drogodependencia o con problemas de salud mental que viven en la calle, pero hay muchos otros. Cada vez más. “Desde un hombre de 70 años que se queda en la calle con una pensión mínima y tiene que ir a un albergue, que se nos ha dado el caso, hasta un señor que viene a trabajar y que no encuentra vivienda de alquiler y entra en este recurso”, precisa Torres.

De hecho, subraya que cada vez hay más personas en esa situación: “En los albergues hemos tenido personas que están trabajando y que están totalmente normalizadas. Sobre todo que trabajan en hostelería, pero que no encuentran vivienda, o que no pueden pagar los precios que se están pidiendo”.

Por su despacho ha visto de todo: “Muchas personas que vienen me cuentan que han estado durmiendo en una obra o en un coche”. Por eso, aunque defiende que en los últimos años “se han dado pasos importantes”, advierte que “todavía se requiere de más recursos”. Sobre todo porque “con la problemática de la vivienda, seguramente habrá que ampliar más plazas”.

Hasta la pandemia no había albergues en la Isla: “Llevábamos años pidiéndolos”

El primer albergue público que se habilitó en la Isla, provisional y con motivo de la pandemia, fue en la Ciudad Deportiva Lanzarote. Inicialmente estaba previsto para 50 usuarios y usuarias, pero acabó albergando a un centenar, y se tuvo que abrir un nuevo recurso en el pabellón deportivo del Instituto Blas Cabrera Felipe. Ambos dependían del Cabildo y eran gestionados por Cruz Roja, aunque las personas que lo atendían eran en su mayoría voluntarios, no trabajadores.

Pasado el estado de alarma, estos espacios tuvieron que ser desalojados para recuperar su actividad, pero la administración entendió por fin que no podía devolver a todas esas personas a la calle: que se necesitaban recursos alojativos, más allá de los que hasta entonces habían venido ofreciendo asociaciones como Cáritas. “Eran más de beneficencia que realmente recursos públicos gestionados con entidades del tercer sector, que era lo que se necesitaba”, insiste la coordinadora de Inclusión e Intervención Social.

Actualmente, el Cabildo cuenta con dos albergues que suman un total de 40 plazas de bajo requerimiento. Uno está destinado a personas “con una situación más crónica de calle” y el otro, con 16 plazas, a hombres y mujeres que no presentan una problemática de consumo, pero que carecen de vivienda. En ambos casos, los usuarios tienen que salir por la mañana y no pueden volver a entrar hasta última hora de la tarde, aunque a mediodía pueden hacer uso del comedor social que gestiona el Ayuntamiento.

“Muchas de estas personas vienen de dormir en una obra o en un coche”

Estos albergues son gestionados por Emerlan, pero el Cabildo está a punto de habilitar el concurso social, como ya hizo con los recursos para discapacidad. “Seguramente el concurso saldrá este mismo año, para que puedan seguir trabajando entidades del tercer sector, como Emerlan o quien se presente”, adelantan desde la Corporación insular.

A estas 40 plazas de los albergues, el Cabildo suma otras 17 de la casa de acogida de Flora Acoge, que en realidad impulsó la propia asociación y que cuenta con subvenciones de distintas instituciones. En el caso del Cabildo, hace año y medio les concedió una subvención nominada que les permitió ampliar el horario del servicio, y hoy es el único que está abierto las 24 horas del día.

Islote del Francés, en Arrecife.

Familias sin recursos

Las opciones para las familias que se ven en la calle se reducen drásticamente, ya que tanto los albergues como la casa de Flora Acoge están pensados para personas solas; y en ninguno pueden entrar niños. Cuando se trata de madres solteras o separadas en situación de exclusión social, el Cabildo dispone de tres pisos gestionados a través de Mararía, pero con un tiempo máximo de estancia de entre tres y seis meses, porque las necesidades son mayores que los recursos.

¿Y si quien necesita un techo es una pareja con hijos? “Yo a veces la opción que les he dado, si hay plazas, es que la mujer vaya con los niños al recurso de Mararía y el señor al albergue. Se tendrían que separar temporalmente hasta que consigan una vivienda”, explica la coordinadora de Inclusión del Cabildo.

Emerlan gestiona los albergues del Cabildo, pero pronto saldrán a concurso social

El único recurso para familias, subvencionado por el Cabildo y gestionado por la asociación Trib-Arte, se abrió recientemente, pero es una sola casa que puede acoger a un máximo de dos unidades familiares. “Por ejemplo, hace poco vino una chica con su pareja y dos niños que vivía con su madre y los echó a la calle. En estas situaciones sí que valoramos que vayan a ese piso, pero por muy poco tiempo, porque todos los recursos están temporalizados para que haya posibilidad de que otras personas también puedan entrar”.

Actualmente ese piso está al completo, con dos familias, y no hay previsión de ampliar este tipo de recurso. “Las familias no se pueden dirigir al Cabildo, porque el Cabildo no tramita viviendas sociales. Yo los derivo al Gobierno de Canarias, para que soliciten una vivienda social”, afirma la coordinadora de Inclusión. Sin embargo, si es difícil conseguir un alquiler en Lanzarote, más aún lo es acceder a una vivienda social. El Ejecutivo regional llevaba 30 años sin construir ninguna en la isla y las anunciadas desde 2023 en Maneje se han ido retrasando y no estarán disponibles, según el último anuncio, hasta 2026.

Desde el área de Inclusión e Intervención Social del Cabildo son conscientes de que hay muchas más personas y familias que continúan durmiendo en caravanas, en coches o en infraviviendas -solo en hoteles y complejos abandonados se cuentan por cientos-, pero no tienen datos oficiales de cuántas personas hay en esta situación en la isla, sin un hogar digno. “Nosotros no hemos hecho ningún estudio específico”, afirma su responsable.

Personas sin hogar duermen en la calle.

Salud mental

Otro de los desafíos que aún sigue teniendo el sistema está en la respuesta a las personas con problemas de salud mental. En la Isla hay recursos alojativos, pero para casos muy específicos, y no necesariamente vinculados al problema del sinhogarismo. El Cribo solo acoge a personas diagnosticadas de esquizofrenia, y la Unidad Julio Santiago Obeso a personas con enfermedades mentales graves, lo que deja fuera a muchas otras personas con esta problemática que viven en la calle.

“Con la problemática de la vivienda, habrá que ampliar más plazas”

En estos casos, terminan siendo derivados a los albergues o a la casa de acogida de Flora Acoge, que no tienen una preparación específica para ello. “Cuando son usuarios con un diagnóstico de salud mental requerimos que haya toma de medicación y un seguimiento, porque conviven con otras personas, para que no haya ninguna alteración de la convivencia”, señala Torres. Y si no tienen diagnóstico, lo primero es obtenerlo y empezar a recibir tratamiento. “Si no, es una bomba de relojería y no van a durar. Tienen que estabilizar su situación para ir a un recurso específico”.

Aun así, los trabajadores y trabajadoras de estos recursos afirman que en ocasiones se enfrentan a situaciones que no están preparados para manejar, desde intentos suicidas hasta brotes paranoides. “Todo lo que sea problemática de salud mental corresponde al Servicio Canario de Salud”, responden desde el Cabildo, que afirma que está asumiendo más competencias de las que le corresponden. “A personas con ciertas problemáticas de salud mental, como un trastorno límite de la personalidad, si quieren un recurso igual las derivan a otra isla”, añaden.

Requisitos y expulsiones

En cuanto a las personas con drogodependencia, uno de los requisitos para acceder a la casa de Flora Acoge es que no pueden ser consumidores o tienen que haberlo dejado. En el albergue, sin embargo, ese no es motivo para denegarles el ingreso, siempre que no consuman dentro del recurso. Eso sí, se les ofrece un programa terapéutico y hay plazos.

“Al entrar, nosotros le ponemos un objetivo y tienen un tiempo determinado para la incorporación laboral. Si estás consumiendo y no te puedes incorporar laboralmente, a los tres meses vas a tener que ir a la calle”, explica Eva Torres. Incluso algunos son expulsados antes, por ejemplo por generar algún conflicto en el albergue.

Algunas parejas con hijos deben separarse para acceder a los recursos disponibles

Esos tres meses son el plazo máximo de estancia, aunque la técnico precisa que “dependiendo de los casos, si resulta que están cumpliendo los objetivos pero no encuentran una vivienda, se les puede dejar un poco más de tiempo”. Según afirma, alrededor de un 70 por ciento de los usuarios cumple los objetivos, aunque algunos terminan regresando tiempo después, porque “se vuelven a ver en la calle, porque consiguen una habitación o se van con un familiar pero igual duran poco, o hay una recaída...”

Según la coordinadora de Inclusión del Cabildo, “que repitan igual hay un 20 por ciento”. El resto son nuevos usuarios que acceden al albergue por primera vez, porque se han visto en ese momento en la calle o porque hasta entonces no habían tenido acceso a ese recurso.

“Cualquier persona se puede ver en la calle en un momento de su vida”

“Lo que estamos haciendo desde la administración pública es que las personas que realmente quieran un techo no estén en la calle. Otra cosa es que hay personas que no quieren esto, porque no quieren normas y se acaban marchando, pero quien realmente lo necesita, no va a abandonar el recurso”, precisa. Además, advierte que es necesario mirar este problema con empatía, porque le puede ocurrir a cualquier persona: “Yo me puedo ver en la calle en cualquier momento de mi vida, ¿no?”.

El ingeniero que dormía entre cartones

En el tiempo que lleva trabajando en el Cabildo, una de las historias que más impresionó a la coordinadora del área de Inclusión e Intervención Social, Eva Torres, fue la de un chico que vivía en una calle céntrica de Arrecife, entre cartones, sin ningún tipo de higiene y mostrando conductas agresivas. “Tenía una problemática importante a nivel de salud mental y había agredido a gente que pasaba por ahí, rompió un escaparate...” Desde el servicio intentaron acercarse a hablar con él, pero respondió con la misma actitud, por lo que decidieron emitir un informe y remitirlo a psiquiatría, advirtiendo de que suponía un riesgo también para sí mismo. Entonces se activó una ambulancia, junto con agentes policiales, para un ingreso involuntario.

La técnico recuerda que “estuvo ingresado durante una semana o dos, hasta que se estabilizó”, y cuando salió la transformación fue total. “Estaba irreconocible. Era un chaval de unos 25 años que había estudiado ingeniería informática en su país, pero tenía un problema de salud mental y no se estaba medicando, con lo que le había dado por esa cuestión de agresividad, de no ducharse, de estar en la calle, de no pedir ayuda...”

Eso cambió cuando se estabilizó e ingresó en el albergue. Desde el servicio consiguieron entonces contactar con sus padres en Lituania, que llevaban mucho tiempo preocupados, buscándolo a través de la Embajada, y vinieron a Lanzarote a recogerlo. “Fue un final súper feliz. Después sus padres nos mandaron una carta de agradecimiento y él también contactó con nosotros y nos mandó una caja de bombones. Fue precioso”, evoca Eva Torres, que afirma que como ésta han tenido “muchas otras historias con final feliz”.

Comentarios

En Lanzarote hay muchos con poder adquisitivo con viviendas cerradas.Tambien tuvieron sus quebraderos de cabeza con algunos inquilinos que llamaban hasta para que le cambien una bombilla.Y luego estamos los que no molestamos pero pagando el pato de otros que van de Maestros por la vida.Ni campanas extractoras... de verdad??? Aggghh
No sabemos qué motivos llevan a acabar viviendo en la calle a las personas que están en esa situación. Nosotros a veces no nos damos cuenta de lo afortunados que somos por tener techo, comida y una red de apoyo familiar y de amigos. Por eso no juzgo a nadie, porque no sé cuál es su situación.

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