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José Eugenio Nsue: la memoria de Lanzarote Acoge

Llegó a la Isla en el año 2000 para trabajar como profesor para las personas que llegaban en patera. 25 años después “se siguen poniendo parches”

Saúl García 0 COMENTARIOS 24/07/2025 - 07:10

Nació en lo que entonces se llamaba Sevilla de Niefang (Guinea Ecuatorial, 1965) tres años antes de la independencia del país. Nació, por tanto, español y volvió a serlo, o nunca dejó de serlo. Hace casi treinta años que no ha vuelto a su país. Escribe contra la dictadura de Obiang y dice que tiene suerte de vivir en una isla, de donde es más difícil entrar y salir con un secuestrado, como ha pasado en otros casos recientes.

“La dictadura más férrea que parece que queda ahora mismo en el mundo y la más longeva”. Le duele la situación del país y, de forma particular, el hecho de que sus tres hijos no puedan conocer el bosque donde nació, para entender mejor sus raíces.

Cuando estaba cursando Secundaria, los curas le dijeron que sería apto para ser claretiano misionero y le llevaron al seminario en Malabo. Allí terminó sus estudios y después se fue a Camerún a hacer el noviciado. Tomó los hábitos y juró los votos, aunque todavía no se había ordenado sacerdote. Lo mandaron a Zaire, lo que hoy es la República Democrática del Congo, para estudiar filosofía escolástica: “Y allí es donde empezamos ya con los problemas con los superiores”. Uno le dijo que no se podían tener “amigas especiales”, que fuera a Guinea a aclarar el asunto. Se enfadó y colgó los hábitos. “Para servir a Dios tampoco hacen falta tantas historias”, pensó, así que se vino a España.

Su hermano, que ya había llegado antes, le cursó una carta de invitación, que era necesaria, y acabó en Oviedo estudiando Filología Francesa. Luego fue a Madrid, donde estaba su novia, hoy su mujer, y empezó a trabajar en el Pryca, hoy Carrefour. Los compañeros, que sabía que había terminado la carrera, cuando le veían cargando carros de la compra, le decían: “Hola, señor licenciado”.

“Una de las anomalías de la administración española es que te daban el permiso de residencia, pero sin autorización para trabajar. Te dicen que puedes estar en España legalmente, pero no tienes derecho a trabajar”, explica. “Yo, inmigrante, huérfano y estudiante, ¿de qué voy a vivir?”. José Eugenio dice esto porque le acabaron echando del trabajo cuando descubrieron que no tenía autorización para trabajar.

Desde hace años es profesor de Religión en Secundaria y ha pasado por muchos institutos, aunque hoy está en el IES Blas Cabrera, pero no llegó a Lanzarote en el año 2000 para ser profesor de Religión. Llegó, precisamente, por la llegada de inmigrantes en patera, que era entonces un fenómeno reciente y novedoso.

En Gran Canaria se había creado Las Palmas Acoge, una iniciativa que nació de la Iglesia, de Cáritas. Uno de sus primos era el responsable en Las Palmas. El 28 de diciembre de 1999 le llamó para felicitarle la Navidad y para algo más. Le dijo que le iba a mandar a Lanzarote como profesor de español para inmigrantes: “Pues no me vas a gastar una broma pesada por el día de los Inocentes”, le contestó. Y así llegó.

Pateras

“Antes, ni había salvamento marítimo ni nada”, dice. Las pateras llegaban a la costa y la gente salía corriendo, el que podía, y el que no, se quedaba en la playa. Lanzarote Acoge trabajaba en el local de Cáritas en la Plaza de Las Palmas, pero después tuvieron un local en el Charco y cuando iban por la mañana, recuerda Eugenio, “allí había gente tapada con una manta tiritando de frío que acababa de llegar en patera”.

Nsue dice que “con la migración en España hay muchísima demagogia”

Después tuvieron un albergue. “La cosa fue aumentando en función de las necesidades y al final lo de enseñar el idioma era casi lo de menos porque había que hacer de todo con muy pocos medios”, señala José Eugenio, que recuerda que a partir del año 2004 ya hubo más ayudas pero que “en este tema de la inmigración nunca es suficiente”.

También dice que “con la migración en España hay muchísima demagogia” porque unos les echan “políticamente hablando” la culpa de todas las desgracias a los emigrantes “como sinónimo de golfos, violadores, o ladrones y otros se pasan de bonhomía, pero solo de palabra”, es decir, que “los inmigrantes son buenos pero a la hora de la verdad, cuanto más lejos mejor”.

Emergencia

El caso es que es un asunto que se trata como si fuera una emergencia desde hace 25 años. “¿Cómo va a seguir siendo emergencia -se pregunta- si somos frontera sur y sabemos que todos los años va a seguir viniendo la gente, esto son parches aquí y parches allá”. Señala que “no se puede entender que esto siempre esté en manos de las ONG”. “Si esto es lo que estábamos haciendo entonces en el año 2000 y era un parche y la cosa sigue igual...”, reflexiona.

“Los que se arriesgan a embarcarse en una patera no son los muertos de hambre de África”

Cree que hace falta afrontar la migración con algo más de seriedad. “Si no pueden trabajar ni tienen acceso a la vivienda ni nada, ¿cómo se van a integrar?”, se pregunta. Pide políticas de integración verdaderas.

Asegura que los que se arriesgan a embarcarse en una patera, al menos los subsaharianos, “no son los muertos de hambre de África”, sino que son “el futuro más inmediato y los más fuertes de su pueblo” y, sin embargo, cuando llegan les dicen que se pueden quedar en un centro con tres comidas al día y entonces piensan: “¿Para eso me arriesgo yo a venir?”. O en el caso de los menores, a los que se deja en la calle cuando cumplen 18 años. “Eso sí que clama al cielo, porque ¿de qué sirve el trabajo que se hace antes?”, señala.

Menores

Sobre la polémica política con el reparto de menores, lo tiene claro: “Muchos de los problemas que hay en España es porque no se siente como un país. Se pone el acento en lo que nos separa, lo que nos divide, y esta mentalidad ha llegado a todas las comunidades autónomas de España, de tal forma que lo que pasa en Canarias, lamentablemente, un madrileño o un castellano o un murciano, no lo siente como propio, y por eso esta falta de compromiso y de afecto”.

“Estamos dando dando palos de ciego con ese tema y no sabemos qué hacer con 4.000 menores”, dice, y lo compara con los refugiados de Ucrania. “Incluso había gente voluntaria que iba a Polonia a recogerlos pero nosotros venimos y vemos aquí que no hay una solidaridad en España para 4.000 menores”, asegura.

También dice que el hecho de que vengan los mejores desde África significa que “de alguna forma, lo que se queda allí, aunque nazca mucha gente, son los enfermos y los que no pueden”. “Si el futuro de África se viene aquí o se hunde en el mar, estás condenando también a los que se quedan”, asegura Eugenio. Dice que “si hubiera una buena política se podría repoblar la España vaciada con estos jóvenes porque hay trabajo y si algo sabemos los africanos es trabajar la tierra y en la ganadería”.

Arma

Se queja de que se use la inmigración como arma arrojadiza y lamenta la falta de liderazgo no solo en España, sino en toda Europa. “Hay que reconocer que Occidente siempre ha sido una referencia históricamente, donde están los grandes filósofos y los grandes políticos, pero a medida que ha pasado el tiempo cuesta ver a un político con altura”, señala. “Hasta se echa de menos a Merkel, quién lo iba a decir... y ahora Trump y Putin... ¿En manos de quién estamos?”.

“¿Qué podemos añorar del pasado?”

Nsue habla de la situación de Guinea y de África. Para Europa, dice de forma irónica, que “si se pudiera inventar una vacuna para matar a todos los africanos y quedarse con el continente, ya lo habrían hecho, porque en África el coltán es bueno, el pescado es bueno, la madera es buena, el petróleo es bueno… Todo lo que tiene África es bueno, menos los africanos”.

Es crítico con Europa, con Occidente, y con los dirigentes africanos o con “la corriente de panafricanistas que habla de volver a los orígenes” y se pregunta a qué orígenes se quiere volver, si a la pobreza o a las guerras y peleas internas. “¿Qué podemos añorar del pasado?”, se pregunta. Cree que “si se puede encontrar alguna ventaja en la colonización ha sido la imposición del idioma, porque en Guinea Ecuatorial si no tuviéramos el español como lengua oficial, no sé cómo nos entenderíamos los fangs con los bubis o con los annobonés... Somos pequeños y tenemos cinco etnias y cinco lenguas”. Y eso se multiplica en otros países más grandes. Aunque también señala que no se puede olvidar la colonización y que, en el caso de España, fue a Guinea con la idea de poder tener esclavos “pero se topó con que en Inglaterra empezaban ya los movimientos antiesclavistas”. “Pero los españoles no montaron ni una escuela en Guinea, cuando llegó la independencia no había nada”. La situación no ha mejorado mucho en Guinea después de dos dictaduras y el papel de España sigue siendo más que mejorable: casos de blanqueo de capitales, tráfico de armas y propiedades a nombre de testaferros, incluso en Lanzarote. Y los hijos del dictador comprando palacios de cientos de millones en Europa. “Les han juzgado en Francia, en Estados Unidos, en Inglaterra también le han juzgado y condenado, en Suiza, en Brasil, en Sudáfrica... Y resulta que en España le mandan una orden de arresto a un hotel y cuando la Policía está entrando, dice el juez que no, que le dejen la citación para que venga voluntariamente…”, se ríe.

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