Me gustaría pensar que las cosas no tienen sólo un cariz personal, y que cuando se habla de colaboración interadministrativa, es que dos entidades públicas se brindan colaboración. En este caso en forma dineraria, y de 350.000 euros para dotar de sombra los parques infantiles del municipio. Algo más de 11.000 euros por parque. Es la partida que el Cabildo concede al Ayuntamiento de Arrecife, y que yo interpreto como de Loly para Ástrid, habida cuenta de lo que parecen necesitarse para que el poder bascule, más entre ellas que entre dos administraciones por esa suerte de alianza de dos mujeres contra el macho alfa.

Lo que me sugiere tal acuerdo es una entrega de persona a persona para salvarse los muebles antes de 2023, una, porque, sin respuesta para la ciudad, otorga, y la otra porque, por lo mismo, recibe, para que, al menos, parezca que se gestiona en ambas casas, en el Cabildo, aparentemente desprendido y comprometido con la capital, y en el Ayuntamiento para que vaya pareciendo que hace lo que no hace ni se espera que haga. En el fondo ni a una ni a otra piensan que la ciudad tenga remedio, pues no creen en ella, de ahí la calidad de sus respuestas, cuando las hay. Tan escéptico soy, que ni tan siquiera me parece un asunto entre el PSOE y el PP. Es de cañón que si no salen proyectos con la ingente lista de necesidades de todo orden que tiene el municipio, es porque falta cabeza y observadores.

Si Ástrid tuviera un plan, tendría un proyecto, y buscaría la financiación para su proyecto y, por tanto, para la ejecución de su plan. Según interpreto, Ástrid tiene el plan de eternizarse, y, probablemente, de ascender, pero no se materializa en un proyecto para la ciudad con el objeto de que no llegue a 2023 en precario, con toldos y maceteros como única acción de gobierno y se le pueda reprochar inacción. Cualquiera puede aspirar a quedarse con un cargo público toda la vida -bueno, con dos- pero algo debería hacer a cambio, y a mí como ciudadano me sobran sus escenificaciones en el Parlamento y me falta alcaldesa y equipo de gobierno, adornados con iniciativas e ideas.

A Loly, que tampoco me parece que tenga ningún plan, más que hacer doblete en el Cabildo y en el Parlamento -y puede que ambicione ascender y ser la primera mujer en algo- y hacer comparecencias que podría ahorrarse, la emplazo a hacer un curso con el método Stanislavski, pues me sobra diva y me falta ser humano, me falta mujer gestora. Me falta transparencia, y un proyecto de gobierno con las miras puestas en el territorio y la sostenibilidad, la buena y la del sistema público, y no sé yo si el Plan de Sostenibilidad Turística de Lanzarote, recientemente aprobado, es lo de pasta para algunos o habrá una reversión de lo que hoy somos, pues lo de la “mejora de la oferta complementaria” que recoge me suena a obra pura y dura. Con cinco millones les saldrá un nuevo centro turístico y punto, como si esa fuera la clave y la respuesta a la degradación del destino, que tiene por delante muchos retos en su posicionamiento frente a nuestros competidores cada vez más imaginativos, más cualificados y con estándares más rigurosos. Decía, que lo del Método, que así se llama y que acuñó y ensayó Stanislavski -y no va de menosprecio a la presidenta-, y que también aplicó posteriormente Lee Strasberg, profesor, actor, productor y director de cine americano, tenía como objeto erradicar en los intérpretes la afectación propia del cine de la época y dotar de naturalidad las interpretaciones: ser honesto y real, hacer creer, crear emociones reales y transmitir. Aún hoy no sé cuáles son sus intenciones en las áreas que tiene reservadas, tantas como Ordenación del Territorio, Política Territorial, Medioambiente, Patrimonio Histórico, Centros de Arte y Cultura y Turismo, Reserva de la Biosfera, Cambio Climático, Geoparque Lanzarote e Igualdad. Bueno, en Patrimonio lo cree saber, pero puede que se haya dejado engañar con los cantos de sirena de alguno, e ignore que puede acabar maltrecha, figuradamente hablando.

Si ambas mujeres tuvieran un plan de gobierno, sentarían en una mesa a cuantas mentes preparadas pudieran convocar y urdirían un plan para la mejor isla y el mejor municipio, con una cadena de acciones importantes, visibles y con repercusión, con el objeto de que se reviertan determinados escenarios y que la gobernanza, por fin, se ejerza. Da igual que no se lo crean ni que sea un instrumento para el logro de sus ambiciones personales, pero que hagan algo con nivel. De transparencia hablamos otro día, de esa que no se practica porque les compromete.

Si tuvieran un plan no hablarían de sombra, sino de árboles, y se librarían de los prejuicios y de las presiones de quienes creen que las pérgolas dan dinero y votos, y trabajo a las empresas y los árboles no son provechosos electoralmente, aunque tampoco es que se les pase por la cabeza que sirvan para algo. Será que no leen mucho. Así nos va, y si hablamos de personas, dejemos de hablar de hombres y mujeres, hablemos de dos gobernantes, que están entre lo peorcito que nos hemos echado en cara en esta paciente isla, que ya es decir. Lo más triste es que no espero nada de ellas.