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Así se gestó el Hospital de Lanzarote, que cumple 30 años

La precaria situación sanitaria, dos manifestaciones y una carta enviada al ministro Ernest Lluch fueron algunas de las circunstancias que hicieron posible el centro hospitalario

Bernardino Güemes y Alfonso Valls. Foto: Manolo de la Hoz.
Saúl García 5 COMENTARIOS 15/05/2019 - 10:11

El Hospital José Molina Orosa atendió a su primer paciente el 14 de abril de 1989, hace ahora treinta años. No nació con ese nombre ni con su actual aspecto y su gestación duró cerca de diez años, desde que se planteó la necesidad hasta que se abrió la puerta. Fue un gran avance para la sanidad de la Isla y hubo muchas personas y varias circunstancias que lo posibilitaron. Una de ellas fue una carta que se envió al Ministro de sanidad Ernst Lluch que fue redactada por tres personas: Alfonso Valls, Bernardino Güemes y Manuel González Barrera, este último ya ha fallecido. Diario de Lanzarote ha hablado con los otros dos.

“Lo primero que hay que entender es el contexto”, dice Alfonso Valls, farmacéutico que fue jefe del servicio de análisis clínicos y comenzó a trabajar en la Isla en 1977. Y el contexto es que lo más parecido a un hospital que había, para unas 50.000 personas, era la Casa del Mar, renombrado como residencia Nuestra Señora de los Volcanes por si el cambio de nombre actuaba por sí solo como elemento de mejora.

Un año después llegó Güemes, como anestesista. Junto a ellos y formando lo que se llamó la Junta facultativa había otros médicos como los doctores Esquíroz, Henríquez, Ruperto Morales, Francisco Sicilia, Fernando Melini, Abelardo Cervera, Lisardi o Julio Santiago, entre otros, con Juan de la Cruz como director. Algunos conocían lo que era un hospital de verdad porque habían estado en Madrid, en Sevilla o en Las Palmas. Y sabían, por tanto, que eso no lo era.

La Casa del Mar alojaba, además, a unos administrativos, unas monjas, una sala de rayos y un ambulatorio y decidieron como primera medida desalojar todo lo que no debía formar parte de un hospital, hasta que poco después se dieron cuenta que no iba a ser posible y que se necesitaba construir un edificio nuevo.

El primer intento fue una reunión en Madrid con el entonces ministro de la UCD Sánchez Harguindey. Fueron a la capital Cervera, Melini, Güemes y el cirujano Manuel Fernández, que pertenecía a ese partido. “Nos metieron en una sala y nos dijeron que sí, pero no se hizo nada”, recuerda Güemes. Además, la UCD cayó en picado y ganó el PSOE. Valls recuerda que se afilió en esa época porque se lo pidió Pepín Ramírez y un año después fue elegido concejal. Entonces se creó una comisión de sanidad que decidió comenzar a empujar para que se construyera el hospital.

Valls era del PSOE y Güemes y Manuel González Barrera del PCE. Los tres redactaron la carta, aunque la asumió el PSOE insular y se envió al entonces ministro de sanidad. Fue el catalizador para su visita. “La carta era dura, pintaba la cosa muy mal”, dice Valls. A finales de 1983. Lluch aterrizó en Lanzarote y para su decisión también ayudó la presión de un diputado del PSUC que formaba parte de la comisión de sanidad del Parlamento.

Lluch visitó la residencia, junto a una comitiva en la que estaba el propio Valls; Agustín Torres, como delegado del Gobierno; Pérez Parrilla, como presidente del Cabildo y Antonio Cabrera, como consejero. Valls apunta que “la decisión era una incógnita porque el PSOE había anunciado que solo se harían cuatro hospitales comarcales en toda la legislatura, ya que no había dinero”.

Después de la visita fueron a comer al Castillo de San José. De esa visita recuerda Valls que el ministro conocía a todos los autores de las obras que se exponían (y que se exponen). Cuando estaba finalizando la comida, el ministro, por fin, dijo: “Les vamos a hacer el hospital”.

Y así fue. Hubo que buscar rápido un solar, que debía ser de propiedad pública y ponerlo a disposición rápidamente. Se sondeó el suelo donde está el actual Cabildo, pero no servía porque el terreno no estaba a disposición de forma inmediata y porque se desaconsejaba hacer un hospital al lado del mar, señala Güemes.

Alguien propuso su actual ubicación pero se acababa de construir ahí la ITV, y fueron a hablar con el presidente del Cabildo para ver si se podía quitar. Al final, y ante las prisas que ponía el Ministerio se optó por hacerlo junto a la ITV para no perder el dinero. Las obras se las adjudicó Ausini, una empresa pública estatal, del Instituto Nacional de Industria, que hizo una oferta muy a la baja. Las debía hacer en 18 meses pero tardó casi el doble. Como en toda obra, hubo problemas.

La construcción del hospital coincidió con el momento de expansión y la empresa se quedaba sin trabajadores porque se iban a construir hoteles. “El director de la obra se quejaba de eso”, recuerdan. No había mano de obra para tanta construcción. Para el equipamiento también hubo algún problema. A Güemes lo llamó la directora provincial a Las Palmas para decirle que debía rebajar el presupuesto a la mitad. “No sé ni cómo se hizo”, dice ahora.

El edificio se terminó a finales de 1988. Cumplió las expectativas, pero hubo mucha presión, señalan, tanto mediática como política, para que los socialistas no se apuntaran el tanto. Y también hubo problemas de otra índole. Valls dice que los arquitectos decidieron que la carpintería, las puertas y ventanas debían ser naranjas. “Olvídalo –le contestaron- tienen que ser verdes por narices”. Y se hicieron verdes.

De forma paralela a la presión de los profesionales de la sanidad estuvo la lucha política y la presión social. Güemes destaca la labor de González Barrera, que organizó la primera manifestación y también la segunda, ya junto a otras asociaciones de vecinos o a los sindicatos. La primera fue en septiembre de 1978 y la segunda en 1981, que salió desde Valterra y bajó por Pérez Galdós para llegar hasta el Parque Islas Canarias. Fueron multitudinarias. Ambos recuerdan que hubo pelea política pero mucha colaboración. Güemes destaca que la gente se implicó mucho, “todo el mundo”, y Valls lo confirma: “Hubo luchas, y muy duras, pero todos teníamos el mismo objetivo y mucha gente empujó para que saliera adelante”.

El Hospital mantiene aún muchos retos: hemodinámica, UCI pediátrica y radioterapia

El Hospital Doctor José Molina Orosa es de carácter comarcal, docente y nivel II. Tiene asignadas 292 camas hospitalarias aunque no funcionan todas. Hasta la apertura de las 49 nuevas camas de la planta de cirugía funcionaban 230, y tras ella se cerró otra de las alas con un número similar de camas, así que el aumento ha sido de menor impacto. Fuentes sanitarias señalan que el paso importante, el salto de calidad, sería el cambio de nivel y la consideración como hospital de referencia para que se equiparara a los hospitales que tiene como referencia el Molina Orosa: el Hospital Universitario Doctor Negrín y el Complejo Hospitalario Insular Materno-Infantil.

El cambio de categoría supondría la incorporación de más y nuevas especialidades. La Mesa insular por la mejora de la sanidad ha venido denunciando las que considera las principales carencias o las más urgentes. Se trata de la Unidad de hemodinámica para tratar los infartos, una Unidad de Cuidados Intensivos pediátrica, el ya prometido búnker de radioterapia o el servicio de gammagrafía. Entre las especialidades estaría la inclusión de cirugía vascular y una plaza de neurocirugía, que no se ha cubierto desde que se jubiló el anterior. Otra de las reivindicaciones es que el helicóptero tenga base en los terrenos anexos al Hospital para agilizar los traslados, ya que actualmente tiene base en Gran Canaria. El espacio es una de las preocupaciones de futuro ya que apenas hay sitio para más camas ni para otras dotaciones.

Además se ha denunciado que algunas especialidades están infradotadas, así como que se reduzcan las listas de espera, principalmente en traumatología. Otra de las peticiones es que la cantidad recaudada por atención a personas sin tarjeta sanitaria en la Isla revierta de nuevo en la sanidad en Lanzarote, algo que ahora no ocurre. Se trata de una cantidad que ronda los nueve millones al año.

Comentarios

La población de derecho de Lanzarote hace 30 años era de 65.503 y de hecho 82.685. En la actualidad de derecho son 148.468 y de hecho 204.194. Con medios de hace 30 años se entiende que el Servicio Canario de Salud normalice listas de espera de 18 meses para el especialista. Un servicio tercermundista para un territorio que dice pertenecer al primer mundo. Hace falta otro hospital para atender adecuadamente a la público. Esta situación NO ES NORMAL!
Publiquen la verdad de quien gesto el hospital.[...]
dilo tu puntilla
Pues la UCD con 250. CAMAs y el PSOE CON la directora provoncial de i salud de las palmas Fdez aceituno la rebajó a 156 camas
Si contamos las cosas hagámosla con la verdad. ¿Quien cedió el solar y comenzó las gestiones . La. U.C.D Enel Cabildo que gobernaba. Menos propaganda de otros partidos ante las elecciones.

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