PERFILES

Maestro Felipe y sus toneles

Fotos: Felipe de la Cruz.
Saúl García 2 COMENTARIOS 05/02/2017 - 10:02

Felipe de León es el último superviviente del oficio de tonelero y San Bartolomé le acaba de dedicar una escultura instalada a sólo unos metros de donde nació. En el año 2003 le dieron el Premio Distinguidos del Turismo, en 2007 el premio Ajey a la labor artesanal y ahora le acaban de transformar en resina de poliéster y fibra de vidrio con hierro galvanizado y le han puesto en medio de una rotonda, junto a un tonel y sólo unos metros más arriba de donde nació y donde aprendió el oficio. Ahí sigue Felipe, no en la rotonda, sino en el taller, tertuliando todos los días, un rato por la mañana y otro rato por la tarde. Felipe de León Rocío (San Bartolomé, 1923) vive con su hermana y sus sobrinos: “No me casé, gracias a Dios”. Es el último superviviente de un oficio casi extinto, el último que queda en la Isla.

“Lo poco que aprendí lo aprendí de mi padre”, dice. Felipe heredó de Maestro Felipe el oficio, el nombre y unas cuantas herramientas que aún conserva. Su padre emigró a Cuba en 1917 y volvió un año antes de que naciera su hijo, y por eso dice que es cubano. El padre trajo una caja de cedro que contiene una herramienta que mide en pulgadas y sirve para “cambiar los dientes de los serrotes”, y trajo un serrote que aunque se cambe no se rompe. Casi cien años de trabajo corroboran su calidad.

La caja, el serrote y Felipe siguen en el taller. Como siguen las duelas, una plana, una suela y otras de fabricación casera a las que no les puso nombre. Con todo eso y mucho trabajo se hacían las barricas o toneles. En realidad, primero se deshacían. “Se desbarataban las barricas de ron”, cuenta Felipe, que venían de América. Su padre las cepillaba y las reducía para convertirlas en barricas de noventa litros, la sexta parte de una pipa. “El misterio no es mucho, está en ajustarlo bien”. Él, que hizo su primera barrica con 14 años, se encargaba de poner el fondo, que ese sí, se hacía con maderas de roble o de castaño que se compraban donde Los Pérez o donde “Frasquito María”. Para dar calor a la barrica, que se podía hacer en un sólo día, se prendían las maraballas, los restos del cepillado, pero con cuidado para que no ardiera todo.

Las barricas eran sobre todo para agua, no para vino. Cada familia, según cuenta Felipe, tenía su camello y su barrica para ir a los aljibes a por agua, como hacía él con su hermano. Donde Carrasco, al lado de donde hoy está el Monumento Campesino, “estaba todo el día dando agua”, recuerda.

“Lo poco que aprendí lo aprendí de mi padre”, dice. Heredó de Maestro Felipe el oficio, el nombre y unas cuantas herramientas que aún conserva

Pero no todo fueron toneles. También iba caminando a la curva, hacia Playa Honda, y se pasaba allí todo el día, “con sol o con lluvia” con una báscula para pesar tomates, que vendían los labradores a Rafael Ferrer. Y en la Sociedad El Porvenir estuvo trabajando veinte años como conserje, desde las seis de la tarde hasta que cerraba. Felipe se acuerda incluso de cuando construyeron la sociedad, en 1933, y de cuando se amplió en 1944, y también se acuerda, porque es algo mucho más reciente, de cuando la sociedad tenía 1.850 socios y había que ir cobrarles casa por casa “y eso que San Bartolomé es el peor pueblo para cobrar”. Y de cobrar sabe, porque también trabajó en el departamento de recaudación del Ayuntamiento, con Antonio Cabrera de alcalde. Y se acuerda de las dos fiestas, los dos bailes multitudinarios, que se hacían en la Sociedad, “porque no había otra cosa en el pueblo”: el de luz el día de Los Dolores, que se hacía en San Bartolomé porque el Obispo Pildáin no dejaba hacer bailes allí y se llamó la fiesta de la luz porque “trajo un motor Antonio Mesa y se quedó como la fiesta de la luz.”. La otra fiesta se hacía por la Magdalena y tocaban orquestas como Mejía o Columbia.

Comentarios

Mas que merecida tiene el maestro D. Felipe de Leon Rocio la dedicación de la escultura -culto al oficio de tonelero; comparto el lamento que esté casi extinto. Sí, soy familia de Felipe: Recuerdo con añoranza cuando en mi juventud me dejaba entrar a los bailes de la sociedad El Porvenir, mi entrada clave era decirle "soy sobrino de Ramon Rocio". Enhorabuena Felipe.
¿ Eusebio Rocío, eres el de Julián ?. Hace muchísimos años que no te veo por la isla.

Añadir nuevo comentario