1 COMENTARIOS 30/09/2013 - 05:50

Porcus Solidario carece de estatutos y de cualquier orden. No es una organización, ni practica la caridad: es un latido que empezó a escucharse en junio de 2013, por idea de los clientes y propietarios de una taberna de ibéricos localizada en la calle Argentina (Arrecife). Su objetivo: usar la hucha de las propinas para ayudar a quien lo necesite.

En sus tres meses de actividad, han conseguido comprar unas gafas para un niño de 8 años con graves problemas de visión, material escolar  para una niña de 10 años y comida para un desempleado de larga duración. La taberna vende camisetas con su logotipo (un cochino de perfil bien surtido de carnes), discos del colaborador habitual  Alberto Valenzuela, pulseras de cuero y un libro de gran significado para el proyecto. 

Conversaciones con Ros es una recopilación de textos escritos por un hombre que ha perdido a su compañera de vida. Con la rabia a flor de labio y la agudeza contradictoria de los primeros días de ausencia. El autor es Ángel Riobóo, propietario de Porcus, un “aficionado a juntar letras” que escribe por desahogo en el blog Bajo mi ceiba, tras el seudónimo de Jacobo Guinea.

El empujón inicial, la chispa que alimenta este sencillo proyecto, se llama Rosmary Betancort, propietaria y “alma mater” de esta taberna que se ubica en la que fue su casa arrecifeña hasta que emigró a Venezuela con 16 años. Fue la primera en aportar dinero al bote comunitario el 31 de mayo de 2013. Esa misma noche falleció tras un cáncer  contra el que luchó con fuerza y optimismo. El proyecto -y su deseo- sigue vivo tres meses después gracias a la ilusión de su compañero y de la familia de clientes.

El periodista bético Luis Miguel Coloma prologa el libro de Riobóo: “Ángel es escritor. Aunque me regañe, lo digo. Es de esta gente que escribe desde las tripas, que hace nudismo con el teclado”. Los post dedicados a Ros fueron un desahogo tan sincero (“la muerte es irreversible y lo jode todo de manera inexorable”) que recibieron millares de visitas. 

La reacción de los lectores fue abrumadora. Comenzaron a escribirle, para compartir sensaciones, para pedirle que continuara. Recibió correos desde Uruguay y Berlín. Gente desconocida que se identificó con su desgarro. A petición de sus amigos más cercanos, Ángel editó un libro que hoy puede comprarse en formato papel en Porcus (y por 3 euros, como e-book, en la web de la editorial Lulu).

Porcus nació como taberna hace tres años, después de que Ángel perdiese su empleo en una empresa de telefonía móvil, que le sugirió un traslado a Tenerife que no aceptó. Desde que abrió, enmarcado en una albea e invitadora estructura doméstica, Porcus ha desarrollado esa clientela fiel que trasciende los límites de la amistad, convirtiéndolos en lazos más estrechos.

Puede comprobarse un lunes al mediodía, con un blues sonando y la barra llena de taburetes habitados. Los clientes -los amigos- participan en Porcus Solidario de diversas formas. Corrieron juntos la Wine Run, organizan concursos de tortillas y de postres (hace dos semanas, se presentaron 16 delicias reposteras, y ganó un soberbio chajá uruguayo). Son actividades para compartir y recaudar dinero para el proyecto.

“No hacemos caridad. Nos guiamos por la máxima de ‘hoy por ti, mañana por mí”, explican. Nunca hacen entregas de dinero públicas, ni identifican a las personas a las que ayudan. Se envían un whatsapp y el que tenga un rato libre compra lo que haga falta con lo recaudado en la hucha. “Te sientes bien ayudando, somos egoístas pero conscientes”, añade Ángel.

En la presentación del libro, Ángel lanzó un mensaje diáfano y lleno de humor: “Os animo a comprarlo porque el fin del dinero está bien, pero no os animo a leerlo porque es un auténtico peñazo. Un regodeo en el dolor. De un tipo que se cree que es el único al que se le ha ido un ser querido. Pero siempre podéis regalárselo a vuestra suegra. Vale 10 euros y 7 son para Porcus Solidario”.

[Porcus Taberna está en el número 32 de la calle Argentina, en Arrecife. Abre de lunes a viernes, de 8.30 a 15h y de 20h hasta que la gente aguante].

 

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