1 COMENTARIOS 30/12/2013 - 06:59

Hace quince años, un paseo por la montaña le cambió la vida a Pepa Calderó. Mientras caminaba junto a su madre por el campo, sintió un apetito decisivo: “Mamá, tienes que darme la receta de tu jabón”. En su casa materna, en un pueblo leridano que no llega a los trescientos habitantes, la fabricación de jabón casero es tradición generacional. Primero lo hizo su abuela Teresa, luego Pepa y ahora la Pepa pequeña. El resultado son las pastillas de Mama Pepa, fabricadas en Lanzarote con ingredientes naturales de la isla y otros campos.

En un taller de Conil que huele a ciclón de aromaterapia, trabaja Pepa Calderón. Comenzó a fabricar jabones como afición, mientras trabajaba como recepcionista en un hotel. Cada euro conseguido con la venta de sus pequeñas y fragantes pastillas iba a parar a una hucha, destinada a la creación de un futuro negocio.

Lo consiguió en unos años, con muy buen resultado y muchísimas horas de investigación previa. “No había nada escrito sobre la elaboración de jabón; sólo en Estados Unidos. Me compré libros, miré en internet, no había apenas proveedores…”, cuenta. Su principal referencia fue siempre el jabón de su madre.

La fórmula  original materna era puro reciclaje doméstico. Se elaboraba con aceite de fritura y manteca de cerdo. Ahora, la madre de Pepa lo hace con aceite de oliva, en un caldero de cobre donde remueve, trata, calienta y adecúa la mezcla durante tres días o hasta lograr la textura que busca. Lo aromatiza con romero, tomillo o manzanilla, las hierbas que crecen en los alrededores.

Mientras habla del jabón de su casa, lo toca. Son pastillas que ha recibido en un paquete envasado al vacío. “Lo usó para mí porque si lo pusiera a la venta... Qué va, tendría que valer cinco veces el precio de cualquier otro, por el trabajo que lleva”, sonríe.  

Los jabones son hijos de su entorno y requieren la misma exactitud de ingredientes que los productos de repostería. Mama Pepa usa arena negra de las playas sureñas de Lanzarote, lodos marinos de un enclave que mantiene en secreto -y que le reveló una amiga-, aloe vera, sal marina de Janubio, pitera y otras hierbas silvestres insulares infusionadas. También importa otras esencias y aceites naturales (lavanda extraída de las cinco mil flores que ella misma cultiva en Lérida, el argán que trae de Marruecos, la caña limón, el romero….) y siempre procura que estén fabricadas en cooperativas.

Está convencida de que la artesanía cuenta cosas de su entorno y revierte en la economía local. Pero es uno de los sectores que más ha padecido la crisis. Hace un año, la Administración exigió el pago de la cuota de autónomo a todas las personas que vendían manufacturas artesanas. Sin distinción de facturación y horas dedicadas. “Muchas de las personas que hacen artesanía tradicional lo hacen para sentirse útiles, bien, y mantienen una tradición que no está teniendo relevo. Se van a perder un montón de oficios”, advierte Pepa.

Pepa vende a particulares de Lanzarote,  alemanes, británicos, algunos hoteles… Y padece los elevadísimos gastos de envío y pagos de aduana. Cada lote es diferente, porque en las tinturas aplicadas y los detalles finales forma parte de un proceso creativo.

Los jabones cambian según la temperatura y la humedad del ambiente. Los de Mama Pepa están curados e influenciados por los vientos atlánticos que llegan hasta Conil. En la etapa final, las barras limpiadoras se cortan con una guillotina específica para jabón, se sellan y se empaquetan. “Creo que son jabones vitales y reflejan el amor que tengo por esta isla”, dice su autora. Sus jabones sustituyen a productos químicos y contienen ese gesto de mimo natural que el ánimo y la piel de un ser humano agradecen.

Artesanoslanzarote.com: regalos hechos a mano

Aunque el discurso turístico incluye la artesanía como uno de los valores de la isla, los profesionales de la artesanía se sienten “dejados de la mano de Dios”. Hace unos meses se puso en marcha la web Artesanoslanzarote.com, el escaparate de un colectivo de artesanos que combina técnicas tradicionales y diseños innovadores. Experiencia antigua y modernidad. Explican sus procesos de creación, los materiales que usan y los mercados donde se pueden encontrar sus productos. No están todos los que son. Las redes sociales contemplan multitud de pequeños ateliers que realizan artesanía por encargo. En los márgenes de las carreteras, en talleres con frescor rural, se fabrican juguetes de madera, carteras de piel personalizadas, balayos de barro lanzaroteño y un largo etcétera de utensilios que combinan función, estética y sabor local.

Comentarios

Apesta, a pesar del aromático jabón, a publirreportaje o amiguismo. Con unas líneas al final como coartada, hablando de los artesanos.

Añadir nuevo comentario