A las 10.15 de la mañana, la comisión judicial ejecutaba el desahucio de la casa de Luis Manuel Torres, de 56 años, en la calle Palacio Valdés número 10, en Argana Alta. El 11 de abril la Plataforma de Afectados por la Hipoteca (PAH) logró parar el lanzamiento pero en esta ocasión, con una presencia mucho mayor de personas, más de un centenar, no fue posible.

La comisión judicial recurrió a una treta para llevar a cabo el cambio de cerradura de la casa. A las seis y media de la mañana habían llegado unos veinte efectivos de la Policía Nacional que custodiaban la puerta y que instalaron dos furgones policiales cruzados. La PAH advirtió en varias ocasiones  que se trataba de una protesta pacífica, un acto de resistencia no violento y que quien no estuviera de acuerdo se abstuviera de participar.

Los miembros de la PAH y simpatizantes montaron un cordón que rodeaba a su vez a los agentes. Pocos minutos después de las diez la comisión judicial intentó tomar posesión de la vivienda y se vivieron momentos tensos, de forcejeo, entre la Policía y las personas concentradas. Al cordón policial se sumaron dos agentes de la Policía Local de Arrecife.

Ante la situación, el secretario judicial del Juzgado de primera instancia número 3, Rafael Cubillo, anunció que se suspendía el desahucio. Así se lo dijo al propio afectado y a algunos periodistas. “No se puede acceder y yo no voy a pasar por encima de nadie”, dijo, señalando en varias ocasiones que el desahucio se debía hacer de otra manera y en otra ocasión, y que no se podía garantizar la integridad de la gente que estaba allí concentrada.

En ese momento, ante el anuncio, los miembros de la PAH comenzaron a saltar de júbilo con gritos de “Sí se puede”. En la confusión, otra de las miembros de la comisión judicial había accedido a la puerta de la vivienda atravesando las dos puertas de unos de los furgones junto al cerrajero, que cambió la cerradura. El desahucio ya estaba ejecutado.

El secretario judicial anunció que se suspendía el desahucio mientras que el cerrajero cambiaba la cerradura de la casa

El enfado fue mayúsculo al correr la noticia. El secretario no dio ninguna explicación y se inició otro forcejeo entre la Policía y las personas concentradas. Por este motivo, dos mujeres de unos 50 años, miembros de la PAH, tuvieron que ser trasladadas en ambulancia al Hospital José Molina Orosa, una de ellas con una herida en el pie y otra con un fuerte golpe en el abdomen y que había sufrido un desmayo. Otros dos miembros más de la PAH tuvieron que ser atendidos en el Hospital.

Finalmente,  la comisión judicial se marchó escoltada por la Policía, acompañada de gritos de “vergüenza, vergüenza”, de unas cincuenta personas. Algunos agentes de la Policía Nacional se quejaban de que se habían lanzado objetos, aunque ningún agente fue herido, ni tampoco fue atacado ningún miembro de la comisión judicial.

Luis Manuel Torres ya no podrá acceder a su casa. Tiene 56 años, un marcapasos y una pensión de 420 euros. Se está alojando en una vivienda de su hermana en la misma calle, hasta que la alquile. La PAH, como en otros casos, va a intentar conseguir un alquiler a bajo precio de una de las viviendas que los bancos tienen vacías en la ciudad. Además reclamará ahora la posibilidad de conseguir una indemnización, tal y como se fijaba en el contrato privado firmado entre la Iglesia e Iveco en 2006.

La portavoz de la PAH, Cristina Cividanes, criticaba la manera de llevar a cabo el desahucio. Se preguntaba si “esta es la ética que tiene que tener una comisión judicial para ejecutar un desahucio, que tiene que recurrir al engaño”. “Lo mínimo que se espera de una comisión judicial es que diga la verdad desde el primer momento”.

Sobre las11.00, tras varias discusiones, se marchó la Policía. En la puerta de al lado, en el número 8, en el salón, sentados en un sofá estaban Marcial y Pilar, de 90 y 87 años de edad, satisfechos porque el jueves el Juzgado decidió parar su desahucio pero tristes por la situación de Luis Manuel. “Lo conozco desde que tiene tres años”, decía Pilar, que aseguraba que si hubiera sido su casa no hubiera llegado a esa situación porque estaba muy nerviosa.

El desahucio, en imágenes