Todas las noticias son buenas para el turismo en Puerto del Carmen: la visita de David Cameron, el posible comienzo de algunas obras del plan de modernización, los hoteles están a tope desde el invierno, con ocupaciones que superan el 90 por ciento... ¿Todas? No, todas no.

Las contrataciones no despegan, el consumo en hostelería y comercio tampoco, al menos no de forma generalizada, la precariedad laboral campa a sus anchas y hay un enemigo común y poderoso para el pequeño empresario turístico: la pulsera del todo incluido. Las cifras son reales pero no reflejan la distribución de la mejora. Hablan los protagonistas.

En Casa Kike, en Matagorda, un lugar clásico de buenos menús del día, atiende Kike tras la barra. Pasan las cinco de la tarde de un martes caluroso previo a Semana Santa. “Hay más volumen y hay más negocio desde hace meses, sí se nota”, dice. Sobre todo van al restaurante ingleses y noruegos, muchos de ellos jubilados, y algunos repiten viaje cada mes, “supongo que gracias a los vuelos de bajo coste”, añade.

Para Kike, parece que ya han pasado los peores momentos de hace dos o tres años. Hay mejora pero sólo de momento para poder contratar de refuerzo por horas. Y sale a relucir el gran problema: “Se nota mucho el todo incluido”. En la zona hay dos hoteles y los dos de pulsera: el Beatriz Playa y el Sol Lanzarote, “aunque también vienen algunos a comer una vez en semana”.

En Los Pocillos, en una parada de taxis, charla Rafael con un compañero de profesión. Veinticinco años en la Isla y seis como taxista. También se ha notado la mejora desde finales de 2013, pero precisamente en Semana Santa no. “Nunca ha sido buena fecha para el taxi porque son todo excursiones organizadas. Hay mucha más gente y es lógico que nos movamos más”, aunque los viajes son cortos y ya no se cazan esas excursiones por toda la Isla.

La radiografía de los tipos de cliente la tiene clara: los mejores, los que al menos alguna vez dejan propina, los británicos, mientras que los franceses y otros europeos, muy pocas veces. El “nada” es para los peninsulares. No dejan propina y casi no usan taxi: alquilan coches. “Yo también lo haría”, dice Rafael. La buena marcha del sector de alquiler la corrobora más adelante el encargado de una de estas casas. Sigue Rafael: “Los buenos tiempos esos no van a volver”, le explica a su compañero, que dice en un escorzo evitando la puerta para entrar al coche: “Falta la calidad”.

"Esto no va tan bien como dice la gente, yo no veo que mejore", opina Bagdad

En la Avenida atiende a su negocio, a su bazar, Rajendrakimar. Un año en ese local por el que paga 3.000 euros de alquiler (lo normal en la zona). La Semana Santa en esta zona para el comercio no es buena. Se vende más en Arrecife. Al menos eso es lo que dice: “Pasa mucha gente, entran, miran el precio y se van”. Un poco más abajo, una franquicia de souvenirs, Piel de Toro, había abierto una tienda y ya ha cerrado. Los irlandeses, continúa, son los que más compran, y se ve un turismo ascendente de franceses. “No se ha visto mejora respecto al año pasado”.

En el local de al lado, Guayadeque Shop, se venden bolsos y cuelga en la puerta el cartel de “Se traspasa”. Bajo el cartel escribe Bagdad. No lo traspasa porque vaya mal el negocio. Se jubila mañana, después de 34 años, 25 de ellos en Puerto del Carmen. “Pero esto no va tan bien como dice la gente, yo no veo que mejore, porque en Puerto del Carmen todo es siempre lo mismo, todo el mundo vende lo mismo y ofrece lo mismo en los bares”.

La cara de Puerto del Carmen, o al menos de la Avenida, sin embargo, sí ha cambiado en los últimos años. Muchas de las tiendas y los restaurantes son nuevos o han abierto en los últimos cuatro o cinco años. No es el caso de “La Brasa”, también un clásico, junto a otro de los grandes clásicos, la pizzería Capri. No es hora ni de comidas ni de cenas y Luis está a la puerta de “La Brasa” con su traje de cocinero.

“Aquí no hay nada de nada -dice- y los proveedores también dicen que esta Semana Santa no se vende nada”. Y sale, inevitablemente, el todo incluido: “Los turistas están encerrados en los hoteles con la pulsera, les dan una sangría por la noche y ya está”. Más abajo, junto al mar, está “The Place”, un local grande pero vacío. Jim, el camarero, en un español aceptable, dice que los alrededores llevan diez años abandonados. “Fatal, muy abandonado”, asegura.

En una perfumería, unos de los sectores que más ha crecido, dos empleadas dicen que prefieren no hablar si no está el encargado pero admiten que las ventas no van nada bien, ni han ido bien desde que comenzó el año, mientras que en otra cadena, alejada ya de la Avenida lo corroboran, también desde el anonimato. “Ni nos va bien a nosotros ni a nadie de este sector, por lo que dicen los compañeros. Me hace gracia lo de la mejora del cuatro o el cinco por ciento, porque aquí no se vende nada, menos todavía que el año pasado”.

"A los turistas les dan una hamburguesa con papas y se quedan en el hotel"

Puerto del Carmen está lleno, al menos lleno de coches. No hay un sitio libre para aparcar, y también lleno de bañistas. En El Varadero aún hay tranquilidad pero los restaurantes ya se preparan para las cenas. Alí invita a pasar a “La Sirena” y responde que va bastante bien, que se ha notado que ha aumentado mucho la llegada de turistas: “Se trabaja bien”.

Pero unos metros más allá, Nourredine, de “El Poril”, suelta su discurso: “A los turistas les dan una hamburguesa con papas y se quedan en el hotel. En diez años de ‘todo incluido’ esto se ha ido a pique y como sigan diez años más, se cargan la Isla”. Dice que para captar clientes, algunos restaurantes rebajan los precios y se inicia una escalada de rebajas imparable “y así no se puede seguir”. “Mira en Baleares, va gente de dinero y no se quiere mezclar con gente que no tiene dinero. Aquí la pulsera lo mata todo”.